¿Hay que hacer deberes durante el primer verano pospandemia?
Los pedagogos hacen un llamamiento a priorizar la socialización de los niños en las primeras vacaciones sin restricciones por el covid desde el 2019
Barcelona“No quiero hacer deberes en verano porque quiero tener tiempo libre para bañarme en la piscina y estar con mis padres y mi hermana”, afirma Aina. “Sería injusto porque, si los alumnos tenemos deberes, los maestros también tendrían que tener”, añade Arlet. Las dos tienen nueve años y este curso han acabado tercero de primaria. Hablan desde el convencimiento de que durante las vacaciones escolares tienen que poder hacer todo lo que no pueden hacer el resto del año.
A pesar de que hacer deberes en verano, o no, es un debate que se arrastra cada final de curso, continúa sin haber un acuerdo sobre cuál es la mejor opción. ¿Haría falta que niños y jóvenes los hicieran para no olvidar aquello que han aprendido durante el curso o es preferible que puedan desconectar de la rutina escolar del resto del año?
“Creo que el verano realmente es muy largo y hay tiempo para poder hacer de todo, también tareas que tengan una connotación educativa. No hace falta que sean estrictamente deberes, pero se pueden buscar alternativas que muchas veces ya forman parte de las programaciones de los casales y de las estancias de verano. Y en caso de que estén en casa, pueden aliarse con aquello que les llama más la atención, que normalmente son las pantallas, y buscar actividades acordadas entre hijos y padres", reflexiona Núria Mora, la madre de Aina y Arlet. Recuerda que hay muchas aplicaciones educativas que pueden ayudar a consolidar aprendizajes, pero también reconoce que no es fácil y que cuando empiezan las vacaciones escolares siempre hay muy buenas intenciones para montar rutinas, pero a medida que pasan las semanas se va diluyendo todo. "Creo que lo interesante es valorar qué habría que reforzar en cada caso”, añade.
La necesidad de socializarse después de las restricciones de la pandemia
“No podemos perder de vista que este verano será el primero sin restricciones por el covid-19 y que, con el deseo de poder retomar la vida que hacíamos antes de la pandemia, haría falta, ahora más que nunca, plantearnos actividades de recreo, de tiempo para descansar, para estar con la familia y los amigos y poder socializar. Que cada niño y adolescente haga aquello que necesite", apunta Alicia Prats, psicopedagoga y miembro de la Comissió de Pedagogia i Escola del Col·legi Oficial de Pedagogia de Catalunya. Por lo tanto, más que de plantear deberes de verano para reforzar contenidos académicos o aprendizajes escolares –añade– soy partidaria de proponer actividades de juego y de descubrimiento para los más pequeños, y actividades creativas y artísticas dirigidas a todas las franjas de edad. Según Prats, niños y jóvenes pueden hacer actividades interesantes que también les aporten aprendizajes, como por ejemplo inventar canciones o juegos de mesa, crear recetas de cocina o hacer actividades relacionadas con la naturaleza, como por ejemplo salidas con la familia y los amigos.
Una posición similar defiende la educadora, mediadora y asesora Alba Castellví, que deja claro que en verano se tiene que aprender más de las hojas de las plantas que de las hojas de papel. "Estaría bien que los padres pudieran trasladar al mundo real los aprendizajes que los hijos han adquirido en la escuela. Si han estudiado qué es la fotosíntesis, ahora es hora de salir a la naturaleza a comprobarlo. Si se marchan de vacaciones, pueden escribir una postal a la familia; o si se tiene que hacer un presupuesto para una salida, pueden contribuir a hacer los números y, así, comprobar los aprendizajes adquiridos en materia lingüística y en materia matemática, por ejemplo. Es decir, que puedan ver que los aprendizajes adquiridos en la escuela son útiles y que les ayudan a entender el mundo donde viven”.
El dilema del cuaderno de vacaciones
Los cuadernos de vacaciones son una opción a la que recorren las familias y centros educativos para que sus hijos no pierdan el hábito escolar durante las vacaciones de verano, a pesar de que hay profesionales que no los consideran la mejor opción. “A veces, con buena voluntad, las editoriales hacen propuestas muy atractivas, pero a menudo nos llegan familias que consideran que el nivel del cuaderno no se acaba de ajustar a la programación de cada una de las materias que ha trabajado el alumno porque cada centro trabaja desde su idiosincrasia y estos cuadernos son muy universales”, explica Prats. Aun así, es una opción que hay que valorar de acuerdo con las necesidades de cada alumno. “Considero que no es la mejor opción porque, muchas veces, hacer deberes durante las vacaciones de verano puede ser un error. Es una época de desconexión, tienen que romper con la rutina del invierno y dejar las tareas escolares. Aun así, también depende del progreso de cada alumno y de la valoración que hagan los maestros o las familias, porque quizás habrá un niño que lo necesite y otro que no”, apunta Maite Vidal Gallego, maestra especialista de inglés en el CEIP Soriano Montagut de Amposta.
Los docentes no están obligados a poner deberes ni a corregirlos
Vidal Gallego concreta que el trabajo que habría que hacer en verano tendría que consistir en incidir en las áreas en que los alumnos van algo más justos. “Los maestros pueden hacer recomendaciones y en las librerías hay mucha oferta de cuadernos, pero en internet también hay recursos que pueden ayudar a repasar exclusivamente aquello que les cuesta un poco. Con todo, pienso que las vacaciones son para descansar y no hay que estar muy encima de ellos”. También recuerda que los docentes no están obligados a poner deberes en verano y que si los alumnos los hacen, tampoco tienen la obligación de corregirlos en septiembre. En este sentido, Prats revela que, realmente, muy pocos alumnos hacen deberes por vacaciones. “Muchas veces, como profesionales, sentimos la presión de las familias, que nos piden que les demos algo para hacer porque el verano es muy largo, pero, como profesorado, ¿cuál es el valor de estos deberes de verano?” Prats también duda de si hay alguna evidencia clara de que estos tipos de actividades consoliden aprendizajes y recomienda decantarse por propuestas más informales. “¿Y si les preguntamos a ellos que les apetece hacer? Quizás nos sorprenderían con las respuestas”.
A veces, explica la maestra del CEIP Soriano Montagut de Amposta, los docentes sugieren hacer cosas más divertidas, como por ejemplo un diario de vacaciones para que practiquen la expresión escrita, recoger en un álbum cosas que han encontrado en alguna excursión o dibujar. "El tema de la lectura es muy importante y se tiene que incentivar, como por ejemplo yendo a la biblioteca para descubrir libros de acuerdo con sus intereses personales y para que descansen del mundo digital. Enviar una postal a un amigo también es una manera de hacer una actividad que les puede motivar y, sin darse cuenta, están practicando la expresión escrita”, recuerda Vidal Gallego.
En este sentido, Castellví también apunta que hay que incentivar ciertas prácticas durante las vacaciones para que los alumnos no desconecten del todo de la dinámica de la lectoescritura. “Hay que tener en cuenta también que hay quienes lo necesitan más y otros menos. No todos los casos son iguales. Por eso es absurdo dar los mismos trabajos a todos los estudiantes. Hay alumnos que los harán sin necesidad y esto puede llegar a ser contraproducente”, señala.
En un aspecto en el cual coinciden todos los profesionales es que, en verano, debe haber tiempo para todo, también para aburrirse. “Que se aburran es muy importante porque si queremos que sean creativos e imaginativos, tenemos que dejar que tengan unas circunstancias que les hagan volver a serlo. Uno solo es imaginativo y creativo si tiene ganas de dejar de estar aburrido y pone en marcha sus propios recursos”, asegura Castellví.
○ Leer libros o cómics sobre temas que nos interesan
○ Escribir un diario de verano
○ Enviar postales a los amigos
○ Dibujar
○ Practicar recetas de cocina
○ Ir de excursión con la familia o los amigos
○ Hacer un álbum con hojas recogidas de la naturaleza
○ Ir en bicicleta con los amigos
○ Bañarnos en la playa o en la piscina
○ Inventarnos juegos y canciones
○ Ir al teatro o al circo
○ Jugar a juegos de mesa o hacer rompecabezas
○ Hacer de jardineros o cuidar un huerto en casa
El papel de los padres
Para la educadora Alba Castellví es muy importante que las escuelas asesoren a las familias sobre cómo acompañar a los hijos en los aprendizajes sobre la realidad. “Les tendrían que enseñar cómo pueden hacer que sus hijos aprovechen actividades como la visita a un acuario, un viaje o la observación de un bosque. Como las escuelas no lo hacen, les ponen en las manos un cuaderno de verano o una compilación de ideas para hacer trabajos que no dejan de ser de la misma naturaleza que los que hacen durante el curso. Entonces, todo es lo mismo y los alumnos asocian este tipo de aprendizaje con el entorno escolar y no tendría que ser así. El verano es tiempo para hacer otras cosas, pero los padres no tienen por qué saber hacerlas hacer”. Castellví va más allá y añade que un maestro de refuerzo clásico, de repaso, solo tendría que servir para consolidar ciertos aprendizajes académicos pero, para el resto, tendrían que ser los padres los que tengan cierta visión de cómo pueden “sacar el jugo de la realidad cotidiana”.