¿Es el principio del fin de la guerra en Ucrania?
El anuncio de Trump de iniciar "inmediatamente" negociaciones con Putin para terminar el conflicto deja más preguntas que respuestas


BarcelonaAunque la iniciativa de paz de la administración Trump para la guerra de Ucrania parece estar en pañales y los escenarios de futuro todavía son inciertos, existe un consenso entre todos los expertos en relaciones internacionales consultados para este artículo: los vientos que llegan de Washington soplan a favor de los intereses del presidente ruso, Vladimir Putin. El nuevo presidente estadounidense puede tener la tentación de querer conseguir un acuerdo de paz en un plazo de tiempo corto, y así cumplir una promesa electoral, a base de presionar a Kiiv para que haga concesiones dolorosas. Sin embargo, los expertos alertan de que una paz percibida como una victoria de Moscú podría acarrear consecuencias negativas a largo plazo.
Una de las dudas que se presenta en estos compases iniciales es si Putin está realmente interesado en iniciar un proceso de negociación serio. "Putin está ganando en el campo de batalla, sus tropas avanzan. Por tanto, podría preferir esperar, seguir avanzando posiciones para tener una mejor posición negociadora en el futuro. Pero yo creo que sí que accederá a las negociaciones para poder presentarse como un hombre de paz", sostiene Mira Milosevic, analista del Real Instituto Elcano –uno think tank vinculado al gobierno español-especializada en Rusia y Europa del Este.
La mayoría de expertos consultados, incluida la propia Milosevic, se decantan por la visión de que Moscú sí participará en las negociaciones, sobre todo dado que la administración Trump parece haber dado por buenas diversas de sus condiciones impuestas desde el Kremlin. "De acuerdo con las declaraciones de los últimos días, Trump ha comprado el 100% del marco general de Putin para las negociaciones. Y esto permitirá al presidente ruso tener un punto de partida muy favorable a las negociaciones", comenta Pol Morillas, director del Cidob.
"Antes incluso de empezar a negociar, Trump ya ha concedido a Putin dos de sus principales exigencias: la no entrada de Ucrania en la OTAN y el derecho a anexionarse territorio ucraniano invadido por la fuerza", apunta Milosevic, quien señala otro elemento del que no se suele hablar demasiado: el hecho de que EEUU haya aceptado vincular cualquier negociación sobre la reducción o el control de armas, incluidos los arsenales nucleares, a un acuerdo sobre la guerra en Ucrania.
En el escenario actual, según Morillas, una de las principales dudas es cuál será el ritmo de las negociaciones, así como su ambición.
"Una posibilidad es que los términos del acuerdo de paz se decidan en una cumbre bilateral entre Trump y Putin y, por tanto, que sea un proceso rápido. Pero también podría ocurrir que las conversaciones entre ambos líderes más bien abrieran la puerta a unas negociaciones largas, tal y como ocurrió en el caso de los Acuerdos de los Acuerdos de y Moscú que no acabaron de acabar con las hostilidades que se abrieron en el 2014, a raíz de la revuelta popular que provocó la huida del presidente pro-ruso Víktor Yanukovich.
Si las conversaciones realmente se alargan, algo que Milosevic da por segura, Trump podría perder la capacidad de imponer su visión de una paz en Ucrania favorable a las tesis de Moscú y contraria a la política tradicional de Washington. "El margen de tiempo en el que Trump puede tener mucho peso será limitado. A medida que los efectos de sus políticas generen consecuencias negativas en EEUU –por ejemplo, un aumento de la inflación o una pérdida de empleo por los aranceles– o que los demócratas se rehagan y planteen una oposición más fuerte, irán surgiendo voces críticas", pronosticó.
¿Una paz duradera?
El analista ucraniano Oleksandr Slyvchuk aconseja prudencia ante la tentación de llegar a conclusiones apresuradas a partir de declaraciones a la prensa de los dirigentes de EEUU. Pero, en cualquier caso, alerta de la posibilidad de que una "acuerdo injusto" no lleve realmente a una paz duradera. "Querer terminar la guerra a base de hacer cesiones a Rusia, lo único que conseguirá es posponer el problema hasta dentro de varios años. Una Rusia envalentona representa una amenaza muy real para la Unión Europea, sobre todo para los países del este, tal y como demuestran los ciberataques que sufren las repúblicas bálticas" lyvchuk, que piensa que la mejor política de seguridad para la región debería incluir la entrada de Ucrania en la OTAN. "Así seguro que Rusia no le atacará en el futuro. Y es que Rusia no se conformará con las cuatro provincias que ocupa; quiere controlar todo el país", remacha. Un mensaje muy similar al que reitera el presidente Zelenski.
Según Milosevic, uno de los objetivos de la política de Trump hacia Ucrania es romper la alianza entre Moscú y Pekín, ya que frenar el ascenso de China como superpotencia mundial es uno de sus grandes objetivos en política exterior. "Separar a Rusia de China es una vieja obsesión de EEUU, que ya lo intentaron en los años setenta con Kissinger. De este modo, sin el eje Moscú-Pekín, a Washington le será más fácil competir con China", sostiene la experta serbia, que considera que estamos viviendo el "final de la OTAN".
Morillas considera un error este planteamiento estratégico, y cree que entra en contradicción con la visión de Trump, ya ese intento de atracción de Rusia sería percibido como un gesto de debilidad de EE.UU., mala cosa en una era de competencia encarnizada entre grandes potencias globales. "Una paz en Ucrania fruto de la debilidad de Washington no va a romper el eje Moscú-Pekín, sino que más bien dará alas al objetivo de construir un orden mundial alternativo al dominado por Occidente, un viejo sueño de Putin", advierte el director del Cidob.
Desde Bruselas, Garvan Walshe, del think tank CEU Democracy Institute, enfría las opciones de un gran acuerdo de paz entre Putin y Trump. "Lo más probable es que simplemente haya un alto el fuego que sirva para que las partes recuperen fuerzas para una nueva fase del conflicto. Trump venderá el alto el fuego como el acuerdo del siglo, pero no lo será. A él sólo le importa el simbolismo, no la sustancia", comenta Walshe, que prevé que los ucranianos no aceptarán un plan de paz tan desfavorable como el que se configura y preferirán seguir luchando. Además, cree que Europa les seguiría apoyando: "El grupo de Weimar+ [que agrupa a varias potencias europeas, incluido Reino Unido] ha dicho que continuarán apoyando a Ucrania, y sólo Hungría o Eslovaquia podrían quedar al margen".
En esta cuestión, Slyvchuk coincide con Walshe y considera que incluso ante la amenaza de una suspensión de la ayuda militar de EEUU, Ucrania no se rendirá. "Ucrania no va a regalar los territorios ocupados actualmente por Rusia, una posición que tiene mucho apoyo social en el país", dice bien convencido.
De hecho, considera que ni siquiera un gran acuerdo entre Putin y Trump que forzase a Ucrania a firmar un acuerdo que incluyera la cesión de territorios llevaría realmente la paz. "En este escenario, se crearía una insurgencia en las provincias ucranianas ocupadas; no se pondría punto y final a la violencia. Hay un riesgo real de que Ucrania se convierta en un Estado fallido, y eso no debería interesar a nadie", advierte.
Tanto Morillas como Milosevic se muestran más escépticos respecto a la capacidad de Ucrania de sostener el esfuerzo bélico sin el apoyo militar de EEUU. "Si al menos la Unión Europea diera un apoyo financiero y militar total a Ucrania, quizás podría seguir resistiendo. Pero no estamos en esta situación. La Unión está dividida internamente, y ni siquiera se ve capaz de ofrecer garantías de seguridad en Ucrania una vez firmada la paz sin el paraguas de EEUU. Sola Ucrania no puede", lamenta el director.
Una idea que comparten todos los analistas es que los próximos meses serán claves, y no sólo para el futuro de Ucrania.