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El enviado especial de la Casa Blanca mantendrá conversaciones con Rusia sobre el alto el fuego "esta semana"

Putin gana tiempo y mantiene el silencio estratégico sobre la propuesta de alto el fuego en Ucrania

Una performance en la República Checa denuncia el rol de Vladimir Putin y Donald Trump en las negociaciones para la paz en Ucrania.
12/03/2025
4 min
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MoscúLa propuesta de un alto el fuego de treinta días en Ucrania acordada entre Kiiv y Washington se ha recibido en Moscú con una mezcla de cautela, desconfianza y, en algunos casos, firme oposición. La prudencia, desde hace semanas, guía la posición del Kremlin. El gobierno ruso ha preferido no valorar el encuentro entre la delegación ucraniana y la estadounidense en Arabia Saudí con el argumento de que quiere esperar que desde la Casa Blanca den todos los detalles. "No nos adelantamos", ha pedido el portavoz Dmitri Peskov.

Washington tiene esperanzas de encaminar pronto el alto el fuego. De hecho, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha afirmado esta tarde que una delegación de Estados Unidos estaba viajando a Rusia en ese momento mientras hablaban. "Esperamos conseguir el alto el fuego de Rusia. Si lo hacemos, creo que esto supondrá el 80% del camino para conseguir [acabar con] ese horrible baño de sangre", ha dicho el líder estadounidense. Trump incluso podría plantearse presionar a Moscú con sanciones para que aceptara el alto el fuego. Sin embargo, ha dicho que espera que "eso no sea necesario", pero no ha descartado imponer medidas "que no serían agradables en un sentido financiero", un escenario que, afirma, sería "muy malo para Rusia".

La Casa Blanca ha confirmado que su asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, ha hablado este miércoles con su homólogo ruso; y que el enviado estadounidense Steve Witkoff viajará a Moscú esta semana para mantener conversaciones sobre un alto al fuego con Ucrania.

Por otra parte, Ucrania trata de aprovechar que el tono de Washington ha mejorado para obtener alguna garantía. El presidente Volodímir Zelenski ha dicho que espera "grandes pasos" de la administración estadounidense en caso de que Moscú rechace la propuesta de un alto el fuego de treinta días, con más medidas "para fortalecer a Ucrania". Y ha achacado la responsabilidad del avance de las negociaciones en Rusia. "Depende de si está dispuesta a hacer [la paz] o más bien está dispuesta a seguir matando a gente", ha afirmado.

Silencio estratégico del Kremlin

Pero, por el momento, el Kremlin no se pronuncia. Las reservas de su portavoz concuerdan con el silencio estratégico que ha caracterizado a Vladímir Putin desde la reanudación de los contactos con Estados Unidos. Esta contención persigue varios objetivos: por un lado, hasta ahora el presidente ruso ha tenido suficiente con ser espectador de las desavenencias entre Donald Trump y Volodímir Zelenski, y se ha congratulado de ver cómo Estados Unidos apretaba a Ucrania hasta el punto de retirarle la ayuda militar. Por otro lado, Rusia no tiene prisa. El Kremlin ha tropezado con una inesperada rehabilitación internacional que necesita consolidar, y más importante que la paz en Ucrania es asegurar el éxito de las relaciones con los estadounidenses. Asimismo, en el frente de guerra, Putin quiere aprovechar cada palmo de terreno recuperado para llegar a la mesa de negociación con las mejores cartas posibles.

Moscú siempre ha mantenido una posición contraria al alto el fuego con el argumento de que lo único que favorecería es que Ucrania tomara oxígeno en el campo de batalla. El Kremlin sólo se mostró dispuesto a hablar de detener los combates una vez se hayan encauzado las negociaciones y se haya asegurado que "se eliminan las causas fundamentales del conflicto", es decir, que se atienden sus demandas, alcanzando "una paz a largo plazo". Por eso no sorprende que las reacciones políticas a la propuesta de tregua hayan sido escépticas sino directamente contrarias. Por ejemplo, el vicepresidente del Consejo de la Federación, Konstantin Kosachev, sostiene que cualquier acuerdo para resolver la crisis de Ucrania "debe firmarse en términos rusos, no americanos" y que "los verdaderos acuerdos se están escribiendo en el frente".

Ucrania se retira de Kursk

El bando ruso siente que tiene la sartén por el mango y que no le conviene correr, en buena parte por el éxito en la ofensiva en la región rusa de Kursk, ocupada desde agosto por el ejército ucraniano. Rusia asegura que las tropas de Kiiv se están retirando de la zona que controlan, una afirmación que ha desmentido al comandante en ninguna de las fuerzas ucranianas, Oleksandr Sirski. Pese a admitir los avances rusos en el frente, Sirski declaró que sus hombres aguantarán las posiciones de defensa "tanto tiempo como sea necesario". Con la pérdida de Kursk, Zelenski se quedaría sin triunfo alguno para intercambiar en las conversaciones de paz.

El avance de las tropas rusas en Kursk ha coincidido con el paro del suministro de datos de inteligencia por parte de Estados Unidos en Ucrania. La única reacción, por ahora, ha sido destituir al comandante responsable de la operación en ese frente. Sin embargo, en las últimas horas Polonia ha confirmado que, como resultado del acuerdo del martes en Arabia Saudí entre Kiiv y Washington, el ejército ucraniano ha empezado a recibir de nuevo armamento estadounidense a través de su frontera.

Putin, obligado a moverse

Aunque el viento sople a favor de Putin en el campo de batalla, analistas cercanos al Kremlin creen que esta vez no se puede permitir rechazar de entrada a la propuesta de Ucrania y Estados Unidos. El propagandista Alexander Yunachev apunta que la estrategia pasará por "no encerrarse completamente en los contactos", evitar "ser acusado de no querer negociar" y "alargar los tiempos al máximo". De esta forma Putin espera dar margen a los soldados sobre el terreno para que Rusia se sienta "más segura" en la mesa de negociaciones.

La desconfianza hacia Estados Unidos sigue muy presente entre las élites rusas a pesar de los elogios recíprocos y la celebración del giro radical de la nueva administración. Por ahora, el noviazgo de conveniencia ha avanzado inalterable, pero las diferencias sobre el alto el fuego pueden suponer el primer obstáculo para esta renovada relación. Rusia ha hecho esfuerzos por presentarse como la única parte dispuesta a avanzar en el diálogo y ha aplaudido que Washington haya cuestionado la voluntad de Zelenski de llegar a la paz. Ahora, sin embargo, es el secretario de Estado estadounidense quien avisa de que si Moscú no acepta el alto el fuego temporal "dejará claras sus intenciones".

Putin marca perfil desde la región de Kursk, donde viaja por primera vez desde la incursión ucraniana

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha optado por el silencio diplomático, pero no ha sido marcar perfil con un viaje inédito a la región rusa de Kursk, donde las tropas de Kiiv están perdiendo parte del territorio que capturaron este agosto en una operación sorpresa. Vestido con el uniforme militar, Putin ha visitado un centro de mando del ejército y ha celebrado los avances de sus tropas en la región, frente a las cámaras de la televisión estatal. "Derrotaremos finalmente al enemigo atrincherado en la región de Kursk en el menor tiempo posible", ha declarado en respuesta a un informe del jefe del Estado Mayor ruso, Valery Gerasimov, quien indica que las tropas ucranianas se encuentran rodeadas. "Su destrucción sistemática está en marcha", ha dicho Gerasimov.

Además, Putin ha advertido de que Rusia tratará como terroristas a los soldados ucranianos que haga prisioneros en la región de Kursk. "Las personas que se encuentran en la región de Kursk, que cometen crímenes contra civiles aquí, que se oponen a nuestras fuerzas armadas, a las agencias de aplicación de la ley y servicios especiales, son personas que sin duda deberíamos tratar como terroristas", ha amenazado el líder del Kremlin, advirtiendo al mismo tiempo que no tiene la intención de extenderse a las extendidas.

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