Los equilibrios de España: entre la contribución militar con Israel y la cooperación con Palestina
El gobierno español niega que exporte armas letales a Netanyahu, pero importa material de empresas que posibilitan el empleo de Gaza
MadridAnte el agravamiento de la guerra en GazaEn los equilibrios de Pedro Sánchez entre el derecho de Israel a defenderse y las peticiones para que se pueda garantizar la ayuda humanitaria, se explica el papel de España en esta zona de Oriente Próximo a lo largo de los años. La colaboración militar con Tel-Aviv ha gozado de buena salud mientras Palestina ha sido uno de los principales receptores de fondos de cooperación. De alguna manera, ¿ha contribuido el Estado en el régimen que Israel mantiene sobre Gaza y Cisjordania y en los ataques contra civiles que se están produciendo en los últimos días? Preguntado por el ARA, el ministro de Industria y Comercio, Héctor Gómez, responde rápidamente que hace tiempo que no se exporta material militar "letal" al ejército de Benjamin Netanyahu. La afirmación contiene claroscuros que varias entidades pacifistas cuestionan –si no desmienten– con un análisis más profundo de las complejas relaciones comerciales armamentísticas entre España e Israel.
Tal y como puede verse en el gráfico, el valor de las exportaciones que la secretaría de estado de Comercio ha cuantificado en los últimos 20 años es de 105,3 millones de euros y las licencias autorizadas suman 138,85 millones. El decalaje entre las cifras se debe al tiempo que transcurre entre que se acepta una licencia hasta que efectivamente se ejecuta. A lo largo de estas dos décadas ha habido seis denegaciones en Israel, una de ellas el año pasado: eran vectores autopiloto para vehículos no tripulados y se rechazaron por la existencia de denegaciones de otros países y por el riesgo de desvío en uso y destino. ¿Por qué se pueden negar las exportaciones? Hay una serie de criterios que marca la legislación europea: desde la existencia de conflictos armados en el país destinatario, el mantenimiento de la paz, la seguridad y la estabilidad regionales, hasta el respeto al derecho internacional humanitario y los derechos humanos, pasando por la circunstancia de que exista un embargo de armas por parte de la UE o la ONU.
Si en las denegaciones se dan los detalles del producto y la razón por la que no se concede la licencia, no ocurre lo mismo con las autorizaciones. En los informes que publica anualmente la secretaría de estado de Comercio, el material queda genéricamente dividido en categorías que permiten realizar una aproximación, pero no se ofrece información del producto específico ni su uso en el país destinatario. En conversación con el ARA, el portavoz de Amnistía Internacional Alberto Estévez sostiene que los españoles no son los informes menos transparentes de Europa, pero sí son "mejorables". Las concesiones se otorgan en las reuniones de la Junta Interministerial Reguladora del Comercio Exterior de Material de Defensa y Doble Uso (JIMDDU) y sus actas son secretas. El problema es doble: a menudo no queda patente para qué se utilizará el material; a veces sí –por ejemplo, en el 2018 se exportaron municiones para rifles "destinados a demostraciones comerciales y pruebas", según el informe–, aunque el Estado no comprueba que esto sea verdad y que no acaben teniendo uso bélico –y, por tanto, letal.
Las reuniones de la JIMDDU suelen ser a finales de mes y, posiblemente, se ha celebrado una recientemente. ¿Habrá debatido alguna exportación a Israel? Sánchez decía el viernes en Bruselas que existen "dudas legítimas" que Israel esté violando el derecho internacional humanitario. ¿Se rechazarán licencias siguiendo el criterio de falta de respeto al derecho internacional humanitario? La opacidad que rige este campo, gracias a la ley franquista de secretos oficiales, impedirá saberlo ahora. Estévez defiende que la UE debería decretar un embargo de armas –en la ONU lo ve improbable porque EEUU lo vetaría– y en estos últimos días Amnistía Internacional se ha dirigido al gobierno español solicitando que, como mínimo, congele la venta de armas a Israel, tal y como hizo a raíz de la ofensiva de Israel sobre Gaza de 2014.
En respuesta al ARA, la secretaría de estado de Comercio asegura que es "plenamente consciente de que hay que ser especialmente vigilantes y aplicar el mayor rigor exigible en aquellas operaciones que tengan como destino áreas de conflicto o regiones en las que puedan producirse violaciones de derechos humanos". "En el caso de Israel, para autorizar operaciones, las solicitudes son analizadas caso a caso con una evaluación de riesgo especial dada la situación regional", añade. El régimen de apartheid es ya una situación que debería haber motivado la denegación de material militar o de seguridad antes de la guerra que ahora ha estallado, cree Estévez, y añade: "Cualquier cosa que puedas enviar a Israel puede acabar siendo utilizada" para crímenes de guerra".
Las importaciones
Más allá de las exportaciones reconocidas, que son pocas si se compara con lo que venden EEUU, Francia o Alemania, la colaboración española con la industria militar de Israel se produce a través de las importaciones, que no están reguladas por ley y, por tanto, son incalculables. Ahora bien, tal y como analizan Alejandro Pozo y Ainhoa Ruiz en el suyo informe Negocios probados en combate del Centro Delàs de Estudios por la Paz, las compras son "muy superiores" a las ventas. Y es tan "cuestionable" como las exportaciones, afirma en el ARA Pozo, porque implica reforzar todo un sistema de defensa y seguridad de Israel –la Homeland Security–, que es lo que permite el empleo de Gaza. Se trata de un país con una estrecha colaboración entre el estado y las empresas militares, que promocionan los productos que fabrican como "testados en combate". "Lo que hace a la Franja, ¿lo hace Israel para probar las armas? No lo creo. ¿Pero lo aprovecha la industria militar y el gobierno de Israel? Sí", asegura Pozo.
Los expertos subrayan que es muy costoso mantener la ocupación sobre los territorios palestinos –por la construcción de los muros y sistemas de vigilancia y control–, así como el conjunto de la potencia y capacidad innovadora de la industria militar israelí. ¿Cómo puede afrontarlo económicamente? Con compradores que lo hagan viable y destacan a países de la UE como España. Una de las vías utilizadas, explican, es fabricar más de lo que puede asumir el mercado interno de Israel asegurándose de que puede exportar el excedente, con la ventaja de que el coste por unidad se reduce. Además, las relaciones comerciales incluyen otros mecanismos que permiten a las empresas israelíes acceder a mercados europeos y latinoamericanos a través de España: con asociaciones con compañías españolas o creando filiales en el Estado.
Cooperación con Palestina
Con Palestina, ¿qué rol ha jugado España? Adolfo Suárez ya recibió a Yasser Arafat en la Moncloa en 1979, antes de que Felipe González estableciera relaciones con Israel en 1986. Históricamente, la cooperación con Palestina ha sido prioritaria y, de hecho, goza del estatus de receptor de atención "preferente". Desde 1994 se han sucedido varios protocolos de entendimiento y el Marco de Asociación País 2020-2024 prevé ayudas de al menos 100 millones de euros. Últimamente, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha explicado que en 2023 se han dedicado 23 millones a Palestina y que la cifra se duplicará.
Para Pozo, que Palestina haya llegado a ser el receptor número 1 del mundo en cooperación europea es una forma de "responder al reconocimiento de una injusticia histórica". "Se está compensando la inacción política y, si no haces otra cosa, se cronifica el problema", añade. En la misma línea, Estévez subraya la incoherencia que representa ese equilibrio a dos bandas, en el que España colabora sin demasiado poder decisorio. "Estados Unidos pone las armas que utiliza Israel para dejar así a Gaza y luego la Unión Europea paga por reconstruir", lamenta.