Guerra Israel-Palestina

Ramadán sin tregua en Gaza y con Jerusalén en el límite

La falta de alto el fuego en la Franja coincidiendo con el mes islámico sagrado y la amenaza de Israel con redoblar la apuesta militar aumentan el riesgo de inflamar aún más la zona

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Pocos hombres - sólo los de mayor edad son autorizados- cruzan la Puerta de Damasco y pasan por delante de las Fuerzas de Seguridad de Israel tras las oraciones del viernes por la tarde el fin de semana antes de que comience el Ramadán el 8 de marzo de 2024 en Jerusalén.

El CairoEl simbólico inicio del Ramadán, el mes sagrado de los musulmanes, previsto para este domingo o lunes, se había fijado como un horizonte para intentar sellar una tregua entre Israel y Hamás en Gaza. Pero, a las puertas de esa fecha señalada, las negociaciones se encuentran en un punto muerto, lo que amenaza con agravar aún más la crisis humanitaria que asola la Franja, la represión en los territorios ocupados de Cisjordania y Jerusalén Este, el delicado estado de los cautivos retenidos por ambas partes y el riesgo de una mayor expansión regional del conflicto.

En las últimas semanas, Estados Unidos y Egipto, que lideran los esfuerzos de mediación junto a Qatar, han profetizado públicamente un acuerdo de alto el fuego inminente. Pero las posiciones de Hamás y de Israel se han mantenido en todo momento alejadas, y el último intento por acortar las distancias, en una nueva ronda de conversaciones celebrada esta semana en El Cairo, a la que Tel-Aviv no ha enviado ninguna delegación, ha sido en gran medida infructuoso.

Los principales puntos de desacuerdo incluyen la negativa de Israel a acabar con la ofensiva sobre Gaza ya retirarse del territorio como parte de un acuerdo de tregua y de intercambio de cautivos. En este sentido, Tel-Aviv se ha mostrado abierto a pausas temporales de varias semanas, pero insiste en que después retomaría la campaña militar hasta desmantelar a Hamás. La cifra y perfil de cautivos que serían liberados en el acuerdo es otro punto de fricción.

Dirigentes israelíes han declarado que si no se alcanzaba ningún acuerdo antes del Ramadán ampliarán la ofensiva a Rafah, la ciudad más al sur de Gaza, cerca de la frontera con Egipto, y la única que no ha sido asaltada por tropas terrestres. Israel también ha vinculado a una tregua cualquier aumento significativo de la ayuda humanitaria que entra en la Franja, donde una cuarta parte de la población se encuentra a un paso del hambre y donde ya han muerto una veintena de personas, en su mayoría niños, por desnutrición y deshidratación, según las autoridades sanitarias locales. Las últimas iniciativas de abrir un corredor humanitario marítimo en Gaza por parte de EEUU, la UE y Reino Unido, no cambiarán esta realidad, al menos a corto plazo.

Casas destruidas por los ataques israelíes en Rafah, en el sur de la franja de Gaza.

Foco en Jerusalén Este

Con la llegada del Ramadán, el foco de atención se desviará en parte hacia la Jerusalén Este ocupada y el complejo de la mezquita de Al Aqsa, considerado el tercer puesto más sagrado del islam. Aunque formalmente la administración del recinto depende de Jordania, el control lo ejerce Israel, que enestringe el acceso sistemáticamente alegando motivos de seguridad, en una política especialmente contestada durante el mes del ayuno, cuando cientos de miles de musulmanes intentan entrar para celebrar oraciones especiales y retiros de varios días.

El ministro de Seguridad Nacional de Israel, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir, ha sugerido que este año se vete el acceso a Al Aqsa no sólo a la cuota de palestinos de Cisjordania que reciben anualmente permiso para acudir, sino también a los palestinos israelíes, que representan cerca de una quinta parte del país. Sin embargo, los servicios de seguridad y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, han decidido mantener el mismo régimen que en los años anteriores.

Cualquier cambio en la gestión de Al Aqsa corre el riesgo de convertirse de nuevo en la gota que colmee el vaso de la ira y la frustración de muchos palestinos, tal y como ha sucedido repetidamente en los últimos años. Porque la explanada, lugar religioso y símbolo nacional palestino, es un polvorín. La visita de Ariel Sharon en 2000 fue una de las causas del estallido de la segunda Intifada, y en los últimos años, Hamás, para romper su aislamiento en Gaza y para inflamar tensiones religiosas y regionales, se es erigida en defensor del lugar santo. Líderes de Hamás han alentado en los últimos días a los palestinos de Cisjordania y Jerusalén a defender el recinto, en un llamamiento que muchos han leído como un intento de extender el conflicto fuera de Gaza. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, alertó el martes de que sin tregua en la Franja en las próximas semanas serán “muy peligrosas en Israel y Jerusalén”.

Tensiones crecientes en Cisjordania

El inicio del Ramadán también se produce en un contexto cada vez más asfixiante en Cisjordania. El miembro del movimiento palestino Fatah y analista político Ayman Rigib apunta que la situación se ha deteriorado mucho a raíz de la decisión de Israel de impedir que unos 200.000 trabajadores palestinos puedan regresar a sus puestos de trabajo en ciudades israelíes y por los recortes de sueldos de la Autoridad Palestina por la falta de fondos, en gran medida retenidos por Tel-Aviv.

Además, las redadas en ciudades como Jenín y Nablús, en el norte, Tulkarem, en el este, y Hebrón, en el sur, son casi diarios y suelen ir acompañadas de un goteo constante de detenciones y muertes. El lunes, fuerzas israelíes efectuaron, además, la mayor operación de los últimos años en la zona de Ramala, la capital administrativa palestina. Y el movimiento entre las ciudades sitiadas de Cisjordania está muy restringido, apunta Rigib.

Desde principios de octubre, fuerzas israelíes han matado a más de 400 palestinos en Cisjordania y Jerusalén Este, según la oficina de asuntos humanitarios de la ONU, y han arrestado a unos 7.500, según la comisión palestina de asuntos de los prisioneros. Los ataques de colonos judíos, a su vez, se cuentan por cientos. Por todos estos motivos, Rigib cree que "la posibilidad de un levantamiento en Cisjordania es baja". Durante el mismo período, se produjeron unos 180 ataques palestinos en los territorios ocupados, en los que mataron a una decena de civiles.

En este contexto, la situación también se está deteriorando en la frontera entre Israel y Líbano, donde Tel-Aviv y el movimiento Hezbolá están enfrascados en un intercambio de golpes cada vez más agresivos. El primer ministro libanés, Najib Mikati, ha anticipado esta semana, en una entrevista en la emisora ​​local Al Jadeed, que durante el Ramadán se iniciarán conversaciones indirectas para intentar detener la escalada, pero el desenlace es muy incierto.

En paralelo, milicias iraquíes afirmaron haber atacado la ciudad israelí de Haifa dos veces en la última semana, aunque Israel no se pronunció, y el movimiento houthi de Yemen sigue perturbando el tráfico por el mar Rojo a pesar de los bombardeos de los Estados Unidos contra posiciones del grupo, en otros dos indicios del riesgo de escalada regional en la entrada del Ramadán.

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