La exposición más macabra: Putin lleva la guerra a los museos
En Moscú se ha inaugurado la última de los cientos de muestras dedicadas a los "héroes" que han luchado en Ucrania


Moscú"Nosotros no empezamos la guerra; nosotros la queremos terminar." Este lema resuena como un mantra en las paredes del nuevo museo dedicado al "heroísmo de los participantes en la operación militar especial". La exposición se inauguró en Moscú coincidiendo con el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, pero es sólo uno de los cientos de muestras que se han organizado en todo el país para honrar y promocionar el esfuerzo bélico. Según una investigación deNóvaia Gazeta Europa, uno de cada seis museos públicos de Rusia ha contribuido en algún momento a la propaganda de la guerra. En total, más de 800 exposiciones, y cada vez hay más.
La ubicación no es casual: el antiguo pabellón de Ucrania del recinto ferial VDNKh, uno de los mayores parques de la capital rusa, consagrado durante los años 50 en las repúblicas soviéticas, y que ahora acoge la pista de hielo más larga del mundo y es lugar habitual de paseo para. A diferencia de otros pabellones, a éste se puede acceder gratis. Es viernes por la tarde y el parque está lleno de grupos que aprovechan el buen tiempo para dar un paseo, pero pocos asoman a la flamante exposición sobre los héroes de la guerra.
El control de seguridad de la entrada resulta especialmente exhaustivo y las malas pulgas de la vigilante, notables. El espacio es decepcionantemente pequeño, pero la atmósfera pesa: oscuridad, voces lúgubras de hologramas de soldados y retumbos de explosiones. La bienvenida la da un vídeo que explica "las causas fundamentales" del conflicto, los motivos que abocaron irremediablemente a Rusia a la guerra, bien aliñado con muchas declaraciones del "comandante jefe", Vladímir Putin.
A continuación, se abre paso la "Avenida de la Gloria", un mural electrónico de rostros e historias que se van sucediendo. Algunos son combatientes en Ucrania responsables de auténticas carnicerías; otros, veteranos de la Segunda Guerra Mundial –la Gran Guerra Patriótica para los rusos–, todos ellos distinguidos como "héroes de la patria". En medio del pasillo, a modo de memorial, seis estatuas de soldados flanquean una gran estrella brillante hecha de otras estrellas rojas más pequeñas. De fondo, se siente un fuego chasquear y en las pantallas se proyectan los nombres de los caídos.
Después de la gloria, el horror. Una maqueta representa las distintas zonas del frente de Bakhmut, donde murieron decenas de miles de personas: un hospital ruso intacto al que trasladan los heridos, el punto de mando, las trincheras, el campo de batalla, los tanques y los cráteres de los obuses, y más adelante, la destrucción. Cadáveres y más cadáveres, y un paisaje de edificios ucranianos derruidos, tal y como establecía este belén macabro.
La joya de la corona de la exposición son los trofeos de guerra. En vitrinas se exponen distintivos del ejército ucraniano y objetos personales que los enemigos han abandonado en la retirada. Y en el centro corona la muestra un cercado con restos de drones abatidos, lanzacohetes, partes de carrocería desguazada y matrículas de coche ucranianas arrugadas. Un verdadero homenaje a la chatarra.
En las pantallas que rodean este vertedero se emite una clase de botánica chocante. Van apareciendo ilustraciones de plantas con las descripciones correspondientes y en qué regiones se pueden encontrar. El enigma se resuelve cuando, a continuación, se intercalan imágenes de misiles y carros de combate en acción. En Rusia existe la tradición de llamar a los sistemas de armamento con nombres florales. Por ejemplo, el temido Oreshnik significa "avellana", el misil nuclear Iksander es una variedad de rosa, y el misil balístico intercontinental Topol en ruso significa "chopo".
Y entre flores y bombas, una de las partes más escalofriantes del museo: las cartas que los niños envían desde la escuela a los soldados. "Gracias por protegernos a nosotros ya los que más lo necesitan. Siga siendo fuertes y valientes, convencidos de que esto acabará pronto con el bien triunfante sobre el mal", escribe Polina, de ocho años. "Dormimos en paz gracias a vosotros. Os amamos y os esperamos", añade Elina.
Una proliferación nada casual
La proliferación de exposiciones como ésta no es casual, sino que forma parte de una estrategia gubernamental. En abril de 2023, Putin hizo redactar un manual con "recomendaciones metodológicas para crear exposiciones dedicadas a la historia de la operación militar especial en museos de la Federación Rusa". El líder del Kremlin ordenó que los centros públicos de todo el país organizaran muestras sobre la guerra y se hicieran llegar "artefactos" relacionados con el conflicto.
En 2022 se inauguraron 36 exposiciones de esta temática, mientras que en 2024 ya fueron 492. Dos de las primeras sirvieron de modelo para el resto. Se comisariaron en Moscú poco después del inicio de la invasión y se titulaban "La OTAN, crónica de la crueldad" y "Nazismo ordinario". Ambas tenían por objetivo proyectar una imagen de Ucrania como un estado nazi y argumentar los motivos de la guerra como una "medida forzada" para protegerse de los enemigos externos.
Ahora bien, a pesar del intento impúdico de tragar el relato del régimen, la socióloga rusa Daria Khlevniuk duda de que sea un sistema efectivo. "Es poco probable que estas exposiciones puedan cambiar la opinión de nadie ni sean más eficaces que la propaganda mediática y la presión política", explica esta experta en memoria histórica.
A veces, más inquietante que lo que se exhibe en estas salas es quien las mira. Justo a la salida del nuevo museo de Moscú, escribe con pasión en el libro de visitas Elena, una anciana de aspecto venerable. Lleva un jersey con dibujos de ciervos y un gorro también estampado con una borla en la punta. Marcha emocionada y deja detrás suyo un mensaje aparentemente pacifista dirigido a los soldados: "Para vosotros es muy duro estar en otra guerra; hay que acabar con la guerra". Sólo aparentemente. "Gloria eterna a los héroes vivos ya los caídos; nos está defendiendo a nosotros, a Rusia y al mundo", acaba diciendo. Y se va.