Son numerosos los pisos del Eixample de Barcelona que conservan todavía unas maravillosas baldosas hidráulicas, a menudo colocadas formando alfombras que cambian el dibujo en cada estancia. Esto es lo que encontraron los arquitectos del estudio Twobo antes de emprender la reforma de un piso que apenas se había modificado en todo el siglo XX. La solución de añadir unas cajas de madera acababa por ofrecer distintas funciones, y entre ellas también aportaba el beneficio de ser una especie de tarima que se superpone al suelo sin modificarlo. Así, en los dormitorios, en el salón comedor, en la entrada y en algunas zonas de tráfico se dejan vistas estas joyas, a veces florecidas, a veces geométricas, que son las baldosas hidráulicas, como un suceder de alfombras. En otros ámbitos, como los que ocupan la cocina y el baño principal, la tarima de madera conserva los dibujos de las hidráulicas o también el rojizo de las baldosas de barro escondidas debajo pero sin alteración, por si algún día se quieren volver a pisar.
Cambiar un piso sin tocarlo: tres cajas, la esencia de la transformación radical
La Casa del Ebanista (Barcelona). Twobo Arquitectura
Los arquitectos de Twobo son conscientes de que La Casa del Ebanista es el proyecto más conceptual que han hecho hasta ahora. Pablo Twose, María Pancorbo y Alberto Twose, que son los fundadores de este estudio de arquitectura con sede en Barcelona, bautizaron así la reforma de un piso del Eixample porque el último inquilino era un ebanista. Quizás también porque han llevado hasta las últimas consecuencias el ejercicio intelectual que han hecho: la casa del ebanista tenía que experimentar un cambio radical sin apenas tocar nada de la estructura original de ese piso con más de un siglo de historia.
Sí, había demasiada historia, sobre todo en el suelo de preciosas baldosas hidráulicas y en los techos con molduras de yeso, para anularlo para siempre con la reforma. Así, se decidió que ni el suelo ni los techos se tocarían. Les interesaba, eso sí, dar entrada a la luz natural en ese piso largo y estrecho –de unos 25 metros de largo y no más de 6 de ancho– que estaba muy oscuro en el centro y que, además, como solían ser los pisos de la época, tenía un pasillo como vía de tráfico hacia todas las dependencias de la vivienda, de dimensiones más reducidas por la propia existencia del pasillo. De esta manera, eliminando los tabiques del pasillo, no sólo se ganaría mucho espacio, sino que también se incrementaría de forma muy notable la luminosidad, porque se aprovecharían al máximo las aberturas a un generoso patio de luz.
Ahora bien, los arquitectos de Twobo sabían que, si sólo abrían el piso, podía quedarlos todo muy allanado, con espacios demasiado indefinidos. Así que decidieron aplicar unos conceptos muy japoneses del espacio: no tocarían ni suelo ni techos, pero darían singularidad y proporciones a los espacios añadiendo capas al piso. Y lo hicieron construyendo tres grandes cajas que se superponen al espacio, dos de madera en el interior de la casa y otra de metal en el fondo del patio trasero, que ocupa una parte del centro de manzana. Son como tres grandes muebles que transforman el espacio sin alterarlo de forma definitiva. La premisa de partida estaba clara: los arquitectos se habían propuesto que su intervención fuese reversible.
Cómo poner un acento en una palabra
Así, en un cambio radical sin cambiar nada en esencia, estas tres grandes cajas dan profundidad a la casa y hacen explícitos los espacios sin necesidad de cerrarlos. “Es como poner un acento en una palabra”, explica el arquitecto Pablo Twose de forma muy gráfica. Y así, junto a lado de la entrada del piso, las dos tarimas y las dos estructuras superiores, todas de madera, remarcan, por un lado, el espacio de la cocina y, por otro, el del baño principal. Sin embargo, cocina y baño son dos zonas de tráfico: la cocina lo es hacia la sala y el comedor, con lo que quiere compartir experiencias colectivas; mientras que el baño lo es como sitio de estar antes de entrar o salir de dos de los tres dormitorios, además del segundo baño que tiene la casa. También el baño se concibe como lugar para compartir, a excepción del inodoro y de la ducha, que cada uno tiene su caja particular. La tercera caja, la que se ha construido fuera es un buen espacio de estar –leer, comer– a la sombra en el fondo del patio, un lugar de convivencia con la vegetación plantada.
Y sí, la transformación que ha hecho Twobo del espacio a la antigua casa del ebanista tiene algo japonés. Y es que estas cajas, que son sin duda esenciales en el cambio actual, además de ayudar a pasar las instalaciones sin alterar las paredes ni romper el pavimento, multiplican las experiencias en la casa. Ésta es una vivienda destinada a alquiler, y explican que enseguida lo entendió, se enamoró de ella y se ha quedado a vivir un arquitecto que, curiosamente, venía de trabajar unos años en Asia.