Genética

La creatividad y el autoconocimiento mejoran el funcionamiento de los genes

Un estudio muestra hasta qué punto las personas, y no sólo el entorno, pueden modificar la herencia genética

3 min
Grupo de adolescentes.

Hace tiempo que se sabe que el genoma y, más concretamente, las variantes génicas que tenemos para cada uno de nuestros genes, influye en la personalidad que manifestamos. Ser más o menos agresivos, empáticos o sociables, por citar algunos ejemplos, depende, en parte, de las variantes génicas, o alelos en terminología científica, que hayamos heredado de nuestros progenitores. Sin embargo, la relación entre el genoma y la personalidad no es directa, puesto que se establece una interacción muy compleja con el ambiente. En todos los rasgos de personalidad, el ambiente donde ha nacido y se ha educado a una persona, y también donde vive en un momento determinado, influye de manera importante en cómo los manifiesta.

Por ejemplo, una persona puede tener poca predisposición genética a ser agresiva, pero si el ambiente donde ha crecido y donde vive es muy competitivo y los conflictos son frecuentes, puede acabar mostrando un nivel de agresividad más elevado que otra persona que, quizás teniendo más predisposición genética, viva en un ambiente estable donde la colaboración sea la tónica habitual. Un trabajo publicado por un equipo de investigadores de diversas universidades y centros de investigación andaluces, estadounidenses y finlandeses, encabezado por el psiquiatra estadounidense Claude Robert Cloninger, ha realizado un descubrimiento sorprendente que permite incorporar un matiz muy importante a la descripción anterior.

Según acaban de publicar en Molecular psiquiatra, no sólo el genoma de cada uno y el ambiente en el que vivimos influyen nuestra personalidad. La misma personalidad que manifestamos, y más concretamente el nivel de creatividad, de autoconocimiento y de trascendencia que cultivamos, contribuye a regular cómo funcionan los genes implicados en la personalidad y de rebote mejoran la sensación subjetiva de bienestar y la salud. En este contexto, la palabra “trascendencia” debe entenderse como la orientación o la actitud que tenemos hacia experiencias y valores que vayan más allá del ego o del interés personal, lo que permite que nos podamos centrar en aspectos que sobrepasen las preocupaciones individuales, como la conexión con las demás personas y la naturaleza, o el sentido que damos a nuestra vida.

Para realizar este estudio utilizaron datos del Young finns study. Es un estudio longitudinal realizado en Finlandia que se inició en 1980. El objetivo principal es investigar los factores de riesgo cardiovascular en niños y jóvenes y cómo estos factores afectan a la salud cardiovascular a lo largo de la vida, pero los datos recogidos se pueden utilizar en otras muchas investigaciones científicas. En concreto, pidieron a 459 participantes de este estudio finlandés que contestaran a un test de personalidad llamado Temperamento and character inventory. Evalúa siete dimensiones principales de la personalidad: cuatro relacionadas con el temperamento, que son la búsqueda novedades, la tendencia a evitar daños, la dependencia a las recompensas y la persistencia ante los obstáculos, y tres relacionadas con el carácter, que son la capacidad de cooperar, la capacidad de guiarnos a nosotros mismos y la trascendencia.

Con una muestra de sangre correlacionaron el genoma concreto de cada uno de estos voluntarios con las respuestas que habían dado. Es una metodología llamada Genome-wide association, que permite identificar regiones genómicas que estén asociadas con características concretas, en cuyo caso las vinculadas a la personalidad. Esta comparación les permitió identificar 45 genes reguladores implicados en la autorregulación emocional, como por ejemplo en la gestión de la ansiedad, y otros 43 genes reguladores implicados en la capacidad que tenemos de dar sentido y significado a nuestra vida. También identificaron otros seis genes reguladores que permiten coordinar las acciones de estos dos grupos de genes. Además, vieron que este centenar de genes actúa regulando más de 4.000 genes distintos del genoma, que de forma directa o indirecta actúan sobre algún aspecto de nuestra personalidad, en la plasticidad neuronal, que es la capacidad de las neuronas de crear nuevas conexiones entre sí para fijar y gestionar los aprendizajes que hacemos y las experiencias que vivimos, y en la salud.

Más allá de estos datos concretos, uno de los aspectos más interesantes que observaron es que el grado de creatividad que mostraban los voluntarios del estudio, de autoconocimiento y de trascendencia, tal y como lo hemos definido en el inicio de este artículo, también contribuyen a ajustar cómo funcionan este centenar de genes reguladores. Y de rebote, a través de ellos, regulan como funciones los otros 4.000 genes implicados en esta red génica. Esto genera una sensación subjetiva de bienestar más intensa, una mejor calidad de vida e incluso una salud física más robusta. Dicho de otra forma, este trabajo indica que cultivar estos aspectos de la personalidad, que son la creatividad, el autoconocimiento y la trascendencia, impacta positivamente en el funcionamiento de nuestros genes e incrementa el bienestar y la salud.

stats