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El hombre de las 'españoladas' que construyó la desafortunada Torre Windsor de Madrid

Julián Reyzábal fue un exitoso empresario del mundo del cine

Torre Windsor antes del incendio en Madrid
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Julián Reyzábal Delgado 1903-1978

  • Empresario

Sábado, 12 de febrero del 2005. La capital de España se ha vestido ya de noche cuando uno de sus rascacielos más emblemáticos, la Torre Windsor, empieza a estar rodeada de llamas. Desde el primer aviso, poco después de las once y cuarto de la noche, hasta que la torre se convierta en una antorcha de grandes dimensiones pasarán unas pocas horas. Por último, con las primeras luces del domingo, lo único que quedará será una estructura desnuda de hormigón calcinado. Sólo quedará la opción de derribarla.

Lo que inicialmente parecía sólo un incendio espectacular sin víctimas mortales, con el paso de las horas se convertirá en una madriguera de dudas, sospechas y versiones alternativas al oficial. Las hipótesis sobre las causas del fuego irán bailando en momentos posteriores: un cortocircuito, un cigarrillo mal apagado en una de las plantas... pero lo que más que llamó la atención fue la constatación –con pruebas videográficas– que en cuartos de cuatro de la madrugada, cuando el incendio era muy virulento, había algunas personas transitando por la planta trece de la torre. Esa revelación abrió la puerta a todo tipo de teorías de la conspiración, sobre todo las que hacían referencia a la multinacional de auditoría Deloitte, que tenía su sede en el edificio.

Entre mucha otra información, allí se conservaban documentos que afectaban a la venta de la sociedad de valores FG (propiedad de Francisco González, presidente del BBVA) a la firma estadounidense Merrill Lynch, y que curiosamente la fiscalía anticorrupción había pedido en la víspera del siniestro. Al cabo de un año la justicia cerró el caso como incendio fortuito y nunca más se supo nada... hasta el 2019, cuando algunas revelaciones vincularon al comisario José Manuel Villarejo y la sociedad FG a los hechos. Fuera como fuere, la torre Windsor había sido inaugurada en 1979 y en el momento del siniestro era propiedad de la familia Reyzábal, los herederos de un emprendedor de Burgos que había construido una gran fortuna partiendo de la nada.

La primera aventura de Reyzábal fue abandonar su Castilla natal para emigrar al País Vasco en busca de oportunidades. Allí trabajó de botones y pudo realizar estudios de contabilidad. El contacto primigenio con el mundo del espectáculo –que más tarde lo haría rico– fue revendiendo localidades para cines y otros espectáculos. En Bilbao conoció a su esposa, Milagros Larrouy Orive, que pertenecía a una buena familia de la capital vizcaína. En 1930, poco después de casarse, el matrimonio puso rumbo a Madrid, donde Reyzábal encontró trabajo como trabajador de la distribuidora cinematográfica SAGE (Sociedad General de Espectáculos). Precisamente cinco años antes, esta empresa había sufrido un accidente de gran tamaño cuando se les derrumbó un cine que estaban construyendo en la capital del Estado y donde murió una persona.

Gestión de cines

Pasada la Guerra Civil, Reyzábal decidió lanzarse a probar suerte en el mundo de los negocios, montando un cine de verano en unos terrenos a las afueras de Madrid que alquiló gracias al préstamo de un amigo. Su mujer, Milagros, hacía de taquillera. Supo prever que, en esa España empobrecida, la experiencia de ir al cine debería convertirse en algo especial y empezó a concebir las salas de cine como establecimientos confortables, en lugar de los lugares rocos que eran hasta ese momento . También duplicó el número de pases diario de las películas, aumentando su rentabilidad.

Con gran empuje empezó a ampliar su red de cines hasta que en la década de los cincuenta ya era propietario de las mejores salas, tanto de Madrid como de Bilbao. Además, puesto que él mismo construía los cines que explotaba, en paralelo se convirtió en empresario inmobiliario. Por cierto, en la década de los noventa otro accidente en un cine le afectó de lleno: el 27 de enero de 1993 cayó la marquesina del Bilbao, en la calle Fuencarral de Madrid, dejando el siniestro saldo de seis muertos.

La austeridad proverbial de Reyzábal le permitió acumular rápidamente un gran patrimonio, que se incrementó de forma exponencial a partir de la segunda mitad de los cincuenta, coincidiendo con el gran boom de la productora que montó, Ízaro Films. Esta compañía se dedicó durante muchos años a producir ese género de películas que se conoció en su momento como españoladas, con un gran arco temporal que abarcaba desde Landa hasta Esteso y Pajares. Aparte del cine también creó una gran red de salas de fiesta.

En la década de los setenta quiso levantar una torre que fuera el símbolo de su poder y prestigio, y con esta misión trazó un gran proyecto sobre unos terrenos en una zona virgen que había adquirido décadas antes, un lugar que muchos años más tarde se parcelaría bajo el nombre de Azca. El proyecto era la torre Windsor, de la que no llegaría a ver el pavoroso final.

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