La respuesta masiva de voluntarios yendo a pie hacia los pueblos barridos por la DANA es una imagen para la historia: miles de personas autoorganizadas para ayudar, un hormigueo de gente con el objetivo de echar una mano para limpiar, para llevar agua, alimentos y ropa. Una ola de solidaridad que ha dejado aún más en evidencia el caos y la ineficacia del gobierno valenciano, no sólo por no haber sido capaz de alertar a tiempo a la población, sino también por haber llegado tarde para afrontar la situación una vez consumado el desastre.
Con una actuación a tiempo de Protección Civil no se habrían evitado la mayoría de daños materiales, pero sí se habrían salvado muchas vidas. Con una respuesta rápida y eficaz a posteriori, se habría amortiguado el dolor y la precariedad en que las víctimas han tenido que vivir en los últimos días: en muchos casos totalmente aislados, sin luz ni agua corriente, y velando a los muertos en la calle.
Ante el drama persistente, ante la queja generalizada de los alcaldes y ciudadanos de los pueblos y ciudades afectados por la DANA por la falta de ayuda de las administraciones superiores, los valencianos, y gente de más allá –también algunas iniciativas de voluntarios catalanes–, han pasado a la acción y este viernes festivo, día de Todos los Santos, se han lanzado a las carreteras. Con ellos, colectivamente hemos recuperado el ánimo y se ha llevado tanto una imprescindible ayuda material como confort a unas víctimas abandonadas que han perdido familiares, su casa, su negocio.
En condiciones normales, un alud espontáneo de solidaridad como ésta habría sido canalizado y potenciado por las autoridades. En este caso, en cambio, el propio presidente Mazón ha salido por la mañana a intentar frenar a la gente y a decirles nada sutilmente que molestaban, que volvieran a casa y que, si fuera necesario, serían apartados a la fuerza. Un discurso, claro está, muy mal recibido por la gente, hasta el punto de que el propio presidente valenciano se ha visto forzado a rectificarlo por la noche. Aunque fuera en parte (sólo en parte) verdad que el alud humano podía obstaculizar el paso de algunos profesionales, no se puede despreciar así a la gente. Demuestra una carencia absoluta de sensibilidad. Además de un desconocimiento de lo que está ocurriendo sobre el terreno. ¿Qué? Pues que en muchas poblaciones, los primeros socorros han llegado a través de la iniciativa ciudadana.
Quien no ha cumplido es la administración, que ha reaccionado con una lentitud exasperante. Sólo el apoyo decidido del gobierno del Estado, a través de sus cuerpos de seguridad, ha permitido disimular la cadena de errores y debilidades del gobierno Mazón, cuya actuación y palabras han seguido generando, un día más, poca confianza. La sensación de desbordamiento se ha hecho crónica. Ponerse un chaleco de Protección Civil para salir a decir inconcreciones y a reñir a la gente es hacer el ridículo. Al igual que no se ha sabido dar salida organizada al comprensible afán de colaboración ciudadana, tampoco se han acogido con celeridad las ofertas internacionales y estatales de ayuda. Suerte de los voluntarios que Mazón no ha sabido hacer suyos.