Nuevas pistas sobre el origen 'prehumano' de la depresión o la anorexia
Investigadores catalanes identifican una mutación heredada de los denisovanos para resistir el frío que predispone a sufrir trastornos
BarcelonaLa expansión mundial de los humanos modernos comenzó hace 60.000 años y fue en su llegada a Asia que coincidieron con los denisovanos, una población primitiva y ya extinta con la que no sólo convivieron, sino que se reprodujeron. Esta hibridación ha dejado una impronta genética aún vigente en nuestra especie que, según una investigación del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF), podría estar detrás de algunos trastornos de salud mental, como la depresión, la anorexia o la esquizofrenia. El estudio, publicado en la revista Plos Genetics, señala que una de las variantes genéticas de origen denissov que conserva el ADN humano permitió a la especie adaptarse a condiciones climatológicas más frías, pero al mismo tiempo tendría un papel fundamental en la salud mental de las personas.
La mutación observada por los científicos catalanes está implicada en la regulación del zinc, un elemento clave para la salud humana. Este componente se encarga de transportar información del exterior hacia el interior de las células, así como entre distintos compartimentos celulares. Cuando falta, existen alteraciones de crecimiento, neurológicas e inmunitarias. Aunque su regulación está "poco estudiada" por la falta de herramientas moleculares que permitan seguir su flujo, el zinc ejerce de balanza del sistema nervioso, es decir, modula la excitabilidad del cuerpo.
El equipo de la investigadora del IBE Elena Bosch ha identificado esta variante adaptativa en el genoma humano a través del análisis genómico y pudo resolver que provenía del cruce con humanos arcaicos, "posiblemente los denisovanos", explica la coautora del estudio Ana Roca-Umbert. Descartan por completo que la herencia pudiera ser de origen neandertal. Se trata del gen SLC30A9, que tiene un aminoácido encargado de transportar el zinc y que se diferencia mucho entre las poblaciones de África y Asia actuales. En su momento, subrayan los investigadores, fue "beneficioso" y supuso una "ventaja selectiva" para la especie humana.
Herencia extendida en todo el mundo
Hace tiempo que se conocen algunas herencias denisovanas en la población humana actual. Por ejemplo, la población del Tíbet tiene una variante en el gen EPAS1 que permite a la población originaria de esa región asiática central adaptar su circulación sanguínea con niveles más bajos de oxígeno para sobrevivir en altitudes superiores a los 4.500 metros. La historia se reproduce ahora con la mutación del zinc, que provoca un nuevo equilibrio dentro de la célula y promueve un cambio en el metabolismo. "Al alterar el retículo endoplasmático y las mitocondrias de las células, esta variación provoca una posible ventaja metabólica para hacer frente a un clima hostil. Y el fenotipo observado nos hace pensar en una posible adaptación al frío", explica el científico del departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la UPF Rubén Vicente.
Los investigadores detallan que la variante pasó a los Homo sapiens y se extendió por todo el mundo, lo que hace que sea una de las huellas de la herencia genética de los extintos denisovanos más extendida entre los humanos modernos. De hecho, se encuentra ya en poblaciones de todo el planeta, aunque sería menos frecuente en las poblaciones africanas.
Sin embargo, también tiene un contrapunto. "Esta variante del zinc se asocia con una mayor predisposición a padecer algunas enfermedades, entre ellas la anorexia nerviosa, el trastorno de hiperactividad, de espectro autista, bipolar u obsesivo-compulsivo, así como la depresión y la esquizofrenia" , afirma el estudio. Los investigadores quieren ahora extender el estudio a modelos animales para "poner luz" sobre esa predisposición a sufrir enfermedades mentales.