Otro verano sin las obras de grandes infraestructuras hídricas

Después de una década sin inversiones, la ACA asegura que los 540 M€ de remanente ya están comprometidos en las desaladoras y depuradoras

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La desalinizadora de El Prat funciona a pleno rendimiento.

BarcelonaEl precio a pagar de más de una década sin inversiones de la Agencia Catalana del Agua (ACA) es que ninguna de las infraestructuras que deben hacer Cataluña más autosuficiente y resiliente en cuanto al agua –sobre todo al área metropolitana de Barcelona– estará terminada en verano, cuando se teme que se agrave la sequía. Pese a que toda la atención se centra en el cielo y la posibilidad de que las lluvias de los próximos dos meses nutran los embalses, la realidad es tozuda. Llague o no, las grandes obras y proyectos que podían haber asegurado mayor disponibilidad hídrica continúan en pañales o ni siquiera han comenzado. A corto plazo debería estar terminada la ampliación de la potabilizadora en el tramo bajo del río Besòs, pero las obras no terminarán al menos hasta el 2025. Para el estreno de la segunda desalinizadora de la Tordera y la creación de la desaladora en el Foix habrá que esperar hasta 2028 y 2029, respectivamente.

El cambio climático y la sequía se han convertido en la principal preocupación de los catalanes, según el primer Barómetro de Opinión Política del año del CEO, y el impacto de este fenómeno y de las restricciones que se han desplegado en sectores estratégicos como la industria y la agricultura ya preocupa a seis de cada diez economistas. El catedrático emérito de ecología de la UB Narcís Prat aseguraba en una entrevista en el ARA que el Gobierno no improvisa porque existe un plan de sequía, pero también alertaba de que en una década no se han hecho intervenciones clave, como la reutilización del Besòs –presentada hace un año– o la mejora de los acuíferos. Hace años que los expertos presionan a las administraciones para que hagan inversiones y obras necesarias para afrontar la emergencia y recuerdan que Cataluña ya tuvo que ponerse a prueba por falta de agua entre el 2007 y el 2008 y que tuvo que llevar agua con barcos desde Tarragona.

La ACA se comprometió entonces a invertir en infraestructuras hídricas para "hacer frente a futuros episodios de sequía". Quince años después, ¿cómo se ha podido llegar a esta sequía histórica e incierta sin tener preparado un arsenal de infraestructuras de regeneración y reutilización del agua? Fuentes gubernamentales aseguran que la respuesta debe buscarse en las cuentas de la ACA. Actualmente, los tiene bien saneados: según sus datos presupuestarios, cerró el ejercicio del 2022 con 540 millones de euros de remanente y, según avanzó El Periódico, en el 2023 la hucha habría crecido hasta los 615 millones. Sin embargo, según el ente, esta gran suma no son ahorros, sino "la diferencia entre los ingresos liquidados y cobrados o en plazo de cobro y las facturas que se acumulan cada año". "Destinamos íntegramente a actuaciones del ciclo del agua todo el dinero que ingresamos del canon del agua", justifica la ACA, que cifra los ingresos anuales en 480 millones de euros.

De estos millones, el 90% son para gasto corriente –funcionamiento de depuradoras, embalses, inspecciones y personal–, mientras que el 10% restante va a nuevas inversiones. Esto significa, continúa la ACA, que la mayoría del dinero (360 millones) ya está comprometido en contratos licitados y firmados, subvenciones y convenios, que deben ponerse en marcha para el período 2022-2027 y que se harán independientemente de los presupuestos de la Generalitat (que preveían 1.045 millones). Los 180 millones restantes se han destinado mayoritariamente a subvenciones, añade. En algunos casos, el ente explica que se han guardado los fondos durante uno o dos ejercicios para asegurar la viabilidad de los proyectos aprobados. "Todas las actuaciones disponen de un certificado de existencia de crédito" que dice que el ACA dispone del dinero, "pero muchas no se pueden ejecutar en el año en curso".

Paralizados hasta 2021

Para entender este panorama hay que remontarse a la crisis económica de 2010. Desde entonces hasta 2019, la ACA tuvo que “hacer frente a un volumen significativo de endeudamiento”, por el que las “dotaciones no financieras debían situarse a un volumen considerablemente inferior al de los ingresos corrientes”, indica la memoria de anteproyecto de presupuesto para 2024. Hace quince años se construyeron las desalinizadoras de la Tordera –que ahora debe ampliarse– y la del Prado, así como herramientas de regeneración de agua. Los planes de la Generalitat para prever nuevos episodios de sequía en el 2008 eran ambiciosos e incluso se planteó construir la desalinizadora del Foix, todavía pendiente. Pero la administración no volvió a ejecutar ninguna inversión en infraestructuras hídricas hasta el 2017. “Solo terminamos las obras que estaban en curso”, reconocen fuentes de la agencia.

El motivo: la enorme deuda contraída con los bancos, que superaba de largo los 1.400 millones de euros. No es hasta el 2016 que la cifra se reduce a la mitad –pagándose íntegramente con los ingresos del canon de agua– y la deuda no se salda del todo hasta el 2019. “Y justo cuando saneamos las cuentas y estamos recuperando progresivamente la capacidad inversora y de iniciar grandes obras, comienzan las señales de sequía”, lamentan fuentes de la ACA. Además, añaden que la ley de estabilidad presupuestaria prohíbe a las administraciones endeudarse para evitar situaciones como las vividas después de la anterior sequía. Ahora bien, ¿por qué después de 2019 se ha tardado tanto en desatascar las grandes obras pendientes? “Una vez devuelto la totalidad del endeudamiento durante el año 2019, a partir de 2020, por diversas causas, el volumen de inversiones no ha alcanzado el nivel que permitían los ingresos, lo que ha supuesto que entre 2020 y el 2022, año a año, se haya ido incrementando el remanente de la tesorería”, admite la ACA en su memoria. Estas “diversas causas” no se detallan, ni en el documento ni a petición del ARA.

“Antes la solución para invertir en infraestructuras era adquirir nuevo endeudamiento, pero ahora la ACA ya no hace esto, sino que dispone del dinero para realizar las actuaciones con garantía. Algunos dicen que los 540 millones son una hucha, pero es dinero reservado para poder sacar adelante la totalidad de los proyectos, desde la licitación hasta la adjudicación y las obras”, se limitan a explicar a la ACA. Y, aseguran, ocurre lo mismo con las subvenciones a los ayuntamientos: “Los 128 millones de euros para reparar las redes de suministro hace tiempo que los tenemos guardados, pero a efectos contables no figuran hasta que los consistorios demuestran que tienen la actuación hecha y certificada”. Dicho de otra forma, ahora la ACA quiere "ahorrar para invertir" y evitar volver a ser deficitaria. "Hasta 2021 teníamos la atención focalizada en la disponibilidad presupuestaria y en adaptar las cuentas a pagar lo estrictamente necesario, como la mejora de las captaciones de pozos. A partir de 2022 empezamos con las grandes obras", añaden.

¿Qué funciona mejor?

Los planes hídricos en Cataluña, que tienen el objetivo de aumentar la cantidad de agua que se produce y resolver su déficit, se aprueban por un período de seis años, pero los grandes proyectos que se incluyen son los mismos desde hace quince años. El actual plan, para el período 2022-2027, prevé una inversión de 2.437 millones de euros, de los que cerca de 1.428 millones les aportará íntegramente la ACA. En este proyecto se incluye la inversión en las nuevas desaladoras y depuradoras, así como la construcción y recuperación de pozos y mejoras en las redes de suministro o en las estrategias de riego para ahorrar agua. El martes, el Gobierno también aprobó un decreto ley de suplemento de crédito y medidas financieras de 145 millones de euros, en el que se incluyen 30 millones para llevar agua en barco si fuera necesario o para realizar desalinizadoras portátiles, y 27,5 millones por ampliar la potabilizadora del Besòs.

El profesor Xavier Sánchez Vila, director del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la UPC, explica que la mayoría de los proyectos previstos en el plan hídrico son de gestión lenta y recuerda que el hecho de que la ACA entrara en quiebra técnica detuvo la planificación hasta pasados ​​los peores embates de la pandemia, en el 2021. "Claro que vamos tarde. Los técnicos son muy buenos, pero durante mucho tiempo han priorizado la estabilización económica. Una vez se ha solucionado esto, por azar o mala suerte, ha irrumpido la sequía y, en vez de pensar a una década vista, ha tenido que actuar sobre la marcha. Lo primero que se ha hecho es repensar la regeneración de aguas y precisamente eso tiene todo el sentido", detalla . Actualmente, la mitad del agua que consumimos ya proviene de la regeneración o desalinización y, a corto plazo, en dos o tres años, se podría llegar hasta los dos tercios.

En febrero, los gobiernos catalán y español acordaron desatascar las dos desaladoras: la de la Tordera, valorada en 287 M€ y cuya licitación aún debe acordarse con el Estado aunque el proyecto ya está hecho, y la del Foix, situada en Cubelles, que se adelanta cuatro años en el plan de gestión del agua y contará con un presupuesto de 180 M€. El coste de las obras se financiará a través de fondos europeos en concepto de crédito del Estado a la Generalitat y esto significa que Cataluña tendrá que devolver el dinero, que recaudará a través de la factura del agua de los usuarios, en un máximo de treinta años. Según Sánchez Vila, ésta es la apuesta más segura políticamente "porque siempre hay agua en el mar", pero también es "la más cara de todas y la que más repercutirá en las facturas".

Por eso, el experto apuesta por que se potencie al máximo la regeneración de agua, una estrategia que se ha consolidado tarde, pero que es la más lógica desde un punto de vista ambiental. La ampliación de la depuradora del Besòs para obtener agua subterránea y captarla de superficial del río es una "buenísima solución", a su juicio, porque no sólo permite ganar agua por ahora –podrá producir unos 1.500 litros por segundo–, sino que también permitiría nutrir a los acuíferos para futuras sequías. "Allí no se evapora y cuando la necesitas, la recuperas, la tratas un poco y ya puedes utilizarla", asegura.

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