"Es imperdonable que esté tan dejado": la degradación de los Jardines de Rubió y Lluch
Los vecinos y equipamientos del Antiguo Hospital de Santa Cruz lamentan el mal estado del recinto


BarcelonaPasan unos minutos de las cuatro y media de la tarde cuando en una de las entradas de los Jardines de Rubió y Lluch, un hombre mea contra uno de los muros del antiguo Hospital de la Santa Cruz. Forma parte de un grupo de seis hombres que se encuentra en uno de los rincones del claustro, entre la biblioteca de Sant Pau-Santa Creu y el Teatro La Biblioteca de Catalunya. Beben cerveza mientras observan a las personas –pocas– que cruzan los jardines. En el otro lado del claustro, ha instalado otro grupo de personas sin hogar.
Hace años que este rincón del Raval –que concentra alguno de los equipamientos culturales más importantes de Barcelona como la Biblioteca de Catalunya, el Instituto de Estudios Catalanes o el Teatro La Biblioteca– se ha convertido en una especie de culo -de-saco donde encuentran refugio personas sin hogar y algunos drogodependientes. Los vecinos y entidades que tienen su sede en el recinto del Antiguo Hospital de la Santa Cruz llevan tiempo denunciando la "degradación" de un espacio que ahora el Ayuntamiento quiere revitalizar con una reforma a fondo después de haber desalojado el espacio ocupado de la Antiga Massana.
Joan Pons es vecino de los Jardines y lamenta el mal estado en el que se encuentran. "Es imperdonable que esté tan dejado", opina, y sostiene que haría falta una mayor presencia policial y de los servicios de limpieza. "Sin mantenimiento de nada sirve lo que se haga", alerta. Apunta, además, que la degradación del espacio no tiene sólo que ver con el uso que hacen las personas que existen, sino que también existe un problema de conservación del patrimonio.
Un vistazo al claustro lo corrobora. Buena parte del patio está cubierto con mallas protectoras para evitar desprendimientos. Cerca de la zona donde se encuentra el grupo de personas sin hogar, el techo de los porches está apuntalado con dos barras de hierro. La fuente de piedra está rodeada por unas vallas metálicas desde hace meses. Al otro lado de los Jardines, las malas hierbas crecen detrás de otra valla que tapa un espacio en desuso.
Tregua antes del teatro
Los equipamientos que habitan el recinto –la Biblioteca de Cataluña, el IEC, el Teatro La Biblioteca que gestiona la Perla 29 y la Real Academia de Farmacia de Cataluña– llevan tiempo manteniendo reuniones periódicas con el Ayuntamiento para intentar hacer frente a la "degradación" del espacio. De estos encuentros han salido medidas como reforzar la limpieza del espacio por la tarde, sobre todo en los días que hay función en el teatro, o que la Real Academia de Farmacia organice actos con público.
"Es una pena que el jardín esté tan degradado, porque es precioso", opina la gerente de la Perla 29, Bet Orfila, quien considera que el espacio ha ido a peor desde que la Escola Massana se marchó al edificio nuevo de la plaza Gardunya y se cerró un pequeño bar que había en una esquina del claustro y que daba vida a los jardines.
"Ahora todo huele a pipí", añade, y apunta que mientras no se resuelve la situación han aprendido a convivir con los inquilinos del claustro. "Casi nunca hay incidentes", destaca. Explica, sin embargo, que un par de horas antes de las funciones, y antes de que llegue el público, los concejales del teatro salen a comprobar cómo está el acceso al teatro, piden si es necesario que se desplacen a las personas que se están a los jardines y limpian por su cuenta el entorno con algo de lejía.