La cumbre de Glasgow intenta poner fecha al fin del uso del carbón
Más de veinte países dejarán de financiar con dinero público proyectos internacionales para energías fósiles
LondresEs la jornada dedicada a la energía en la COP26, y en las primeras horas del quinto día y en las últimas del cuarto se han sucedido todo tipo de anuncios optimistas tendentes a hacer creer que el mundo pondrá fin al uso del carbón bien pronto, como primer paso para acabar con los hidrocarburos posteriormente. Así, veinticinco países e instituciones financieras, incluidos los Estados Unidos, el Reino Unido o Canadá, han anunciado este jueves que han acordado poner fin a la financiación pública directa de los proyectos internacionales relacionados con los combustibles fósiles a partir de 2023.
En principio, se calcula que casi unos 13.000 millones de euros anuales podrían destinarse a las iniciativas de energía limpia que se liberan de las de los fósiles. Entre las entidades financieras que se han añadido está el Banco Europeo de Inversiones, la Agencia Francesa de Desarrollo y el Banco de Desarrollo de África Oriental. Pero los máximos financiadores internacionales de estas operaciones, China, Japón y Corea del Sur, no se han sumado.
Este anuncio sobre financiación ha tenido lugar horas después de que se hiciera público otro según el cual un grupo de 23 países se han comprometido a abandonar el uso del carbón a lo largo de la década de 2030, los más industrializados, y durante la de 2040 los menos. Algunos de los principales consumidores, como Polonia, Vietnam, Chile o Marruecos, están entre los firmantes. Pero los más grandes del mundo que dependen de esta energía, como por ejemplo Australia, India, China y los Estados Unidos, no se han adherido a esta segunda promesa.
Este nuevo grupo de 23 se añade a la alianza Powering Past Coal, que persigue el abandono del carbón, y que ahora ya integran 48 gobiernos estatales, 48 regionales y 69 organizaciones. En el mismo sentido, 20 países, incluidos Vietnam, Marruecos y Polonia, se han comprometido a no construir nuevas plantas de carbón, coincidiendo con los anuncios similares de Pakistán, Malasia y las Filipinas durante el último año, y basándose en el No New Coal Power Compact, lanzado en septiembre por Sri Lanka, Chile, Montenegro y varios socios europeos con esta misma finalidad.
El carbón es la fuente de energía que más toneladas de C02 envía a la atmósfera y, en consecuencia, la que más contribuye al cambio climático.
En el caso de Polonia, una aclaración de la delegación presente en la COP26 ha advertido que el hito de poner fin a la explotación del carbón durante la década de 2040 se ajusta perfectamente "al acuerdo del gobierno con los sindicatos, logrado el año pasado, para cerrar todas las minas de carbón del país en 2049". A la práctica, pues, faltan todavía 28 años para que, en este caso, Varsovia haga realidad lo que ha firmado.
En conferencia de prensa celebrada este mediodía en Glasgow, el presidente de la COP26, Alok Sharma, ha asegurado que "el carbón ya no es el rey". Y a pesar de que se ha arreciado en los adelantos anunciados hoy, también ha dicho que "están surgiendo retos" a medida que los negociadores intentan formalizar los compromisos. Sharma ha insistido en que la transición del carbón a la energía limpia "ha de ser justa". Hasta ahora, a través de la COP26 se han comprometido alrededor de 18.000 millones de dólares para ayudar a conseguirla.
La palabra prometida es el punto clave de la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y a la vez el talón de Aquiles del circo ecologista que tiene lugar en Glasgow hasta el 12 de noviembre. De momento, la maquinaria bien engrasada del gobierno británico y de la ONU va produciendo titulares esperanzadores a una velocidad por minuto casi imposible de digerir.
Y en el caso de este jueves, todo el humo que produce el carbón es una nube que, a la práctica, impide ver con claridad qué se ha anunciado y el impacto que puede tener para lograr el objetivo de los 1,5 ºC del Acuerdo de París. Los compromisos, por ejemplo, no son vinculantes y no se ha establecido ningún mecanismo para forzar los firmados a ajustarse a la ya ambigua letra de lo que subscriben. Otro de los aspectos subyacentes es el apoyo financiero. No se ha especificado, tampoco, si los países ricos financiarán el progresivo abandono del carbón de los pobres.
Dudas y contradicciones
Otro de los aspectos dudosos o vacíos evidentes del acuerdo para no financiar proyectos relacionados con la producción de las energías derivadas de los fósiles es que la medida no afecta en absoluto lo que hacen los países en su territorio.
En este sentido, no deja de ser sintomático que, justo al mismo tiempo que el gobierno británico saca pecho de sus credenciales verdes en la cumbre de Glasgow, esté valorando la apertura de una nueva mina de carbón en Cumbria (Noroeste de Inglaterra), la primera de nueva planta que entraría en servicio en treinta años en el Reino Unido. La decisión se tomará una vez haya acabado la COP26.
Otro proyecto sobre fósiles en discusión en el país es la explotación de un nuevo campo de petróleo en el mar del norte, llamado Cambo, situado al oeste de las islas Shetland. Se cree que el yacimiento contiene unos 800 millones de barriles. El ministro para Escocia del gobierno británico, Alister Jack, ha asegurado que el nuevo enclave tendría que tener el "100%" del visto bueno de todas las administraciones, y ha argumentado que sería "una tontería pensar que solo podemos abandonar el petróleo y el gas" de forma inmediata y no con una transición ordenada. También la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, ha rehusado oponerse.
Como en el caso anterior, la decisión definitiva se conocerá una vez la cumbre de Glasgow haya dejado de ocupar los grandes titulares informativos.
El fin de la financiación pública de proyectos internacionales sobre fósiles ya tuvo un primer compromiso en abril pasado, cuando siete países europeos (el Reino Unido, Francia, Suecia, Dinamarca, España, Alemania y los Países Bajos) anunciaron esta iniciativa, ahora ampliada a otros estados en el marco de la COP26.
Una investigación de Oil Change International y Friends of the Earth EE.UU. hecha pública también este jueves ha contabilizado que entre 2018 y 2020 las instituciones de finanzas públicas internacionales y los bancos de desarrollo de los países del G20 han aportado al menos 155.000 millones de euros a todo tipo de proyectos basados en combustibles fósiles. La cifra es casi el triple de la cantidad invertida en apoyo a las energías renovables, que los dos grupos, advierten, "se han estancado desde 2014".