Demografía

Tres de cada cuatro catalanes son fruto de la inmigración

El Centro de Estudios Demográficos analiza en un informe a la población actual a propósito del 40 aniversario de su fundación

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Jordi Pujol y Helena Cabré

BarcelonaLa Cataluña actual no se explica sin la inmigración, tanto la española del siglo XX como la internacional del XXI. Tanto es así, que tres de cada cuatro catalanes son hoy fruto de la inmigración. En concreto, de los 8 millones de habitantes a los que contra todo pronóstico ya ha llegado el país, 2,8 millones (un 36%) han nacido fuera de Cataluña, sumando tantos los del extranjero (21%) como los del resto del Estado (15%). Pero si se considera la generación anterior, hay otros 2,3 millones de catalanes que tienen al menos un progenitor nacido fuera, con lo que el porcentaje de catalanes con orígenes inmediatos en la inmigración asciende al 65,8%. Y si añadimos los que tienen algún abuelo o abuela de fuera, llegamos al 75%: tres de cada cuatro.

Son datos elaborados por el Centro de Estudios Demográficos (CED) presentados en un estudio sintético a raíz del 40 aniversario de su fundación, celebrado este lunes en el Palau de la Generalitat en un acto en el que han participado la directora honoraria del CED, Anna Cabré; el actual director, Albert Esteve; el rector de la UAB, Javier Lafuente, y el consejero de Investigación y Universidades, Joaquim Nadal. Entre el público también estaba el consejero de Derechos Sociales, Carles Campuzano, y el expresidente Jordi Pujol, uno de los tres impulsores del CED –los otros dos, el historiador Jordi Nadal y el economista Antoni Serra Ramoneda.

En un momento en que el debate político sobre la inmigración ha vuelto a aflorar en Cataluña y en toda Europa con el auge de la ultraderecha, son especialmente relevantes los datos que corroboran la singularidad catalana como "tierra de inmigrantes", tal y como apunta el CED, que hace notar dos factores clave en este modelo: las necesidades de mano de obra para satisfacer el desarrollo económico del país y la baja natalidad, que en pocos años ha pasado de 1,5 hijos por mujer en 2008 a 1,2 en 2022, un crecimiento negativo con muchas madres dando a luz a menos hijos de los deseados, lo que técnicamente se considera como "déficit de fecundidad".

Precisamente, en referencia a la tentación demagógica en relación con la inmigración, el rector Lafuente ha remarcado la importancia del rigor y la perspectiva científica que el CED aporta a un "debate social viciado de prejuicios y apriorismos". De hecho, cuando nació ya lo hizo en un contexto de necesidad de integración de las dos grandes oleadas migratorias españolas (1910-1929 y 1950-1976), que aportaron a 1,75 millones de personas al país. Si el reto fue mayúsculo, ahora no lo es menos. Según Albert Esteve, es triple: de nuevo por volumen (han llegado 1,5 millones de personas en el siglo XXI y se han alcanzado los 8 millones de ciudadanos), por estructura de edades (hay un fuerte envejecimiento) y por orígenes (las procedencias son muy variadas).

¿Qué procedencias? De los 1,7 millones de nacidos en el extranjero, el 44,8% son de Latinoamérica, un 22% europeos, un 20,8% africanos y un 11,3% asiáticos. Por países, Marruecos encabeza la lista con el 15%, seguido de Colombia (6,8%) y Argentina (5,5%). ¿Y dónde viven? La gran mayoría en el área metropolitana de Barcelona y en la franja litoral, en especial en la capital (477.700 nacidos en el extranjero, un 29,2% de su total), L'Hospitalet de Llobregat (87.900, un 33,1 %) y Badalona (44.300, un 19,8%). De todas formas, Albert Esteve remarca que en todo el país hay presencia de personas venidas de fuera, con Guissona (49,2%), Castelló d'Empúries (47,1%) y La Jonquera (44,3%) como las localidades con mayor porcentaje, tal y como ya explicamos en ARA.

El informe también incluye la esperanza de vida, una de las más altas del mundo junto a países como Japón y Corea del Sur, de 83 años en el caso catalán (81 para los hombres y 86 para las mujeres), y el consiguiente envejecimiento de la población: los menores de 16 años representan el 15,5% del total, mientras que los mayores (los mayores de 65 años) suponen el 19,3%. En demografía, los datos son cruciales y el CED, siguiendo el estilo de Anna Cabré, intenta no adjetivarlos, como hace constar Albert Esteve.

La adjetivación, es decir, la gestión política, es cosa de quienes ostentan responsabilidades públicas. "La respuesta a los retos que plantea el CED alcanza a todo el Gobierno. Si no tuviéramos esta estructura de estado, una estructura que a diferencia de otros no es humo, deberíamos inventarla", dice Joaquim Nadal, sobrino del historiador Jordi Nadal y que, por tanto, conoce bien los orígenes de la institución y, por ejemplo, la preocupación por la baja natalidad que entonces ya obsesionaba a Pujol, de quien este lunes no ha podido evitar recordar el chiste chino. En Pekín, durante una visita oficial, Pujol se presentó como "presidente de un país de 6 millones". "¿Y en qué hotel se alojan?", le respondieron. En cualquier caso, gracias a las dos oleadas migratorias del siglo XXI, tanto en la época de la Generalitat pujoliana como hoy, "uno de cada 1.000 habitantes del planeta vive en Cataluña".

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