Atentados 17-A

Eduard Sallent: "La investigación no ha aclarado lo bastante la relación de Es Satty con el Daesh"

Comisario miembro de la jefatura de los Mossos d'Esquadra

El comisario miembro de la jefatura de los Mossos d'Esquadra, Eduard Sallent

SabadellEl comisario Eduard Sallent es el número 2 dentro del cuerpo de Mossos d'Esquadra que comanda Josep Maria Estela. Con él, que trabajaba en el área de inteligencia hace cinco años, repasamos aquel fatídico 17 de agosto, qué aprendimos y cómo se lleva a cabo ahora la vigilancia antiterrorista en Catalunya.

Usted estaba en el área de inteligencia y análisis de la comisaría general de información en 2017. ¿Cómo vivió el 17-A?

— Yo entonces era el jefe de inteligencia. Estaba en casa y me llamaron diciéndome que había habido un atentado en Barcelona y que me activara. El jefe de la comisaría estaba en Madrid porque había estado en una mesa de evaluación de la amenaza terrorista y me tuve que incorporar inmediatamente al CECOR central para dirigir la coordinación.

Era la primera vez.

— Catalunya había sido sometida a ataques de terrorismo etarra pero la coincidencia con las competencias de Mossos habían sido prácticamente residuales. Era el primer gran atentado que los Mossos d'Esquadra tuvimos que afrontar, pero el cuerpo estaba preparado. Había llevado una actividad muy intensa, en la cual se había a detenido personas que pertenecían a grupos que querían atentar o que habían cometido delitos relacionados con el terrorismo.

¿Cómo fue la coordinación con el CNI y el resto de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado ?

— Nosotros trabajamos permanentemente con lo que denominamos una comunidad de inteligencia, el intercambio de información con todos y cada uno de los cuerpos policiales y servicios de inteligencia y operadores externos que pueden aportar información relevante. En este caso se produjo de manera natural y fuimos trabajando, desde el primer momento, a diferentes niveles: mesas y llamadas de intercambio de información sobre las personas que íbamos identificando que formaban parte de la célula y hechos que podían ser relevantes para la gestión del ataque terrorista.

¿Por qué las relaciones se tensaron? ¿Hubo demasiado ruido?

— Desde el atentado de Múnich tuvimos clar que había que tener preparado un plan de comunicación, pero sí que es verdad que el contexto en el que se produjo el atentado introducía ciertos elementos externos que, ciertamente, si no dificultar, sí que enrarecían el ambiente. Todo el mundo estuvo a la altura de las circunstancias, pero hay capítulos aparte que se hacen realmente difíciles de entender.

¿Cómo qué?

— Me refiero a la famosa nota y la portada de El Periódico. Aquello solo se entiende en aquel contexto: la fabricación de una nota con la voluntad de ningunear la gestión que habían hecho los Mossos hasta aquel momento. A mí, seguramente, de todo lo que pasó me parece el único hecho que traspasó los límites de lo que podía ser la competencia saludable entre cuerpos para obtener información o una posición más relevante en la investigación judicial.

¿Se sintieron ninguneados?

— No. Tuvimos claro que nosotros éramos la organización que lideraba y solucionaría aquel incidente y que éramos realmente quienes llevábamos el peso de aquella investigación. No nos sentimos ninguneados.

¿Se tuvo que hacer un trabajo de reconstrucción de confianzas?

— El objetivo de la materia antiterrorista es proteger a las personas y evitar un atentado, y estas cuestiones [la nota] las aparcas rápidamente porque la misión está muy por encima. Ahora bien, después el 20 de septiembre tenemos la entrada en la conselleria de Economía, y el 1 de octubre el referéndum en Catalunya y la posterior disolución del Govern. Las desconfianzas que se generaron tuvieron un impacto mucho mayor por lo que fue la gestión de este contexto de embate entre la Generalitat y el Estado que no por la situación que se produjo puntualmente con algunas personas por el atentado del 17-A.

No hace muchos meses oíamos aún al excomisario Villarejo diciendo que el atentado fue "un error grave" del CNI para "dar un susto" a Catalunya. ¿Cómo lo recibieron?

— Objetivamente, nosotros tenemos que decir que no hay ningún elemento que sostenga las palabras del señor Villarejo. La relación que teníamos en aquel tiempo con el CNI a mí me aporta la convicción de que esta información no se ajusta a la realidad.

¿Echa de menos, sin embargo, más información del papel del imam de Ripoll?

— En la actividad antiterrorista, que pueda existir una relación de fuente o una aproximación con una persona vinculada a un atentado en Irán o el caso Chacal en Vilanova no hubiera sido extraño. Es Satty resulta interesante por su conexión con el Daesh y el Estado Islámico. Creo que la investigación no ha aclarado lo bastante la relación internacional con el Daesh. Nosotros fijamos octubre del 2016 como el inicio de la voluntad de cometer el atentado. En noviembre se hacen las primeras búsquedas de explosivos, en diciembre hay un viaje de dos miembros de la célula entre París y Bruselas, tenemos una estancia larga de Es Satty en dos tandas en Bruselas con coincidencia con el atentado del aeropuerto con un explosivo parecido al que fabricaron en Alcanar y un viaje del 11 y el 12 de agosto del 2017 a París con posibles conexiones con personas que nunca se han podido acreditar. Para mí lo que queda por acreditar es si esta es una célula inspirada o dirigida directamente por Daesh. Es un elemento que no hemos resuelto todavía. Igual que si había una voluntad de atentar en París.

¿Lo dan por cerrado?

— Se hizo un trabajo muy minucioso y, hoy por hoy, poco queda para estirar, pero este tipo de investigaciones no quedan truncadas, si hay otra acción antiterrorista es posible que se pueda retomar alguna investigación. Estamos a la espera de lo que pueda pasar para completar este rompecabezas.

¿La figura de Es Satty es la que continúa presentando más sombras?

— Desde una prespectiva vital es la persona de más edad y con más aristas y, por lo tanto, sería interesante tener más información. Pero creo que el proceso de radicalización de los líderes de la célula, de los tres hermanos mayores, es un elemento de reflexión interesante: son familias integradas, que viven con dificultades económicas, pero no con precariedad, y que tienen una integración aparente.

En el juicio de la Audiencia Nacional una de las acusaciones puso en entredicho la muerte de Es Satty. ¿Para los Mossos es un hecho contrastado?

— La investigación policial funciona con la acreditación de pruebas. A nosotros, las pruebas obtenidas nos hacen pensar, y así lo determinó el juicio, que Es Satty está muerto. Si alguien, más adelante, aporta un elemento probatorio que indique el contrario, allí estaremos para contrastarlo e investigarlo.

¿Puede haber algún miembro o colaborador más de la célula?

— Hasta ahora no se ha acreditado ninguna otra persona relacionada con la red. Ha habido cerca de 100 teléfonos intervenidos de multitud de personas investigadas y el vaciado de 180 elementos electrónicos, y se han examinado miles de documentos.

¿Cómo valoran la sentencia de la Audiencia Nacional?

— Positivamente, en cuanto que acredita que la investigación hecha por los Mossos d'Esquadra fue en la buena dirección, aporta los elementos probatorios de los diferentes tipos de delitos, desde la colaboración de la persona que dejó la furgoneta, a tipos más graves de terrorismo. Y es positiva para las víctimas porque es una forma de reparación de una pérdida que nunca nadie podrá revertir.

En cambio, desde las mismas víctimas y socialmente ha costado entender que no haya una condena por asesinato.

— No nos corresponde hacer valoraciones. Nosotros aportamos pruebas y es el tribunal quien, a partir de estas pruebas, dictamina la forma penal que más se ajusta a los hechos que se produjeron.

El comisario miembro de la jefatura de los Mossos d'Esquadra Eduard Sallent durante la entrevista con el Diari ARA.

Ahora los Mossos tienen acceso a las bases de datos policiales superiores y forman parte del CITCO. ¿Estos elementos habrían ayudado en aquel momento?

— La célula de Ripoll es muy singular, porque se trata de un endogrupo construido a partir de cuatro núcleos familiares. Por eso, se hace difícil afirmar que el acceso a otras bases de datos o la colaboración a través del CITCO lo hubiera facilitado. Ahora bien, la gestión del atentado y la investigación de los Mossos d'Esquadra la acredita como una policía de máximo nivel, que la homologa con cualquier policía del mundo, y es cierto que la entrada en el CITCO y la decisión del ministerio del Interior de hacer de los Mossos la policía ordinaria y de referencia en un atentado terrorista hubiera hecho mucho más sencilla la gestión del atentado en comparación a lo que fue.

¿También hay un antes y un después en el control de los precursores de explosivos?

— En poco más de un mes y medio, la célula compró en once municipios material para hacer 500 kilos de TATP, la cantidad más grande que jamás se ha visto en Catalunya. Por lo tanto, es evidente que el control de este material es muy importante y en esto se ha avanzado en cantidad suficiente en cuanto a la comunicación de las compras y la concienciación de las tiendas.

¿Pero en aquel momento se estaba en el nivel necesario?

— Es uno de los ámbitos de mejora, sin duda.

¿Cómo ha cambiado la manera en la que los Mossos investigan el yihadismo a partir del 17-A?

— El 17-A aporta un patrón nuevo de célula yihadista; por lo tanto, no es tanto como cambia la investigación sino la detección. El aprendizaje de Ripoll es la identificación de un nuevo tipo de célula formada por cuatro familias, muy cerrada y con unas características determinadas. Y tuvo consecuencias inmediatas en la elaboración de personas y entornos con un patrón de interés y en el escrutinio de estos patrones para descartar que personas con situaciones homologables estuvieran en procesos de radicalización o, a pesar de que lo estuvieran, tuvieran intención de atentar.

¿Cuál es el nivel de alerta actualmente y qué preocupa en Catalunya?

— Los actores solitarios, sobre todo. Lo que ha cambiado respecto al 2017 es el contexto. Entonces el califato del Estado Islámico tenía capacidad territorial y financiación. Al Qaeda también tenía entonces mucha capacidad operativa. Hoy el Estado Islámico prácticamente no tiene territorio ni dirección de comunicación. Su narrativa ya no es triunfalista y nuestra capacidad antiterrorista se ha incrementado muchísimo: conocemos mejor los entornos, llevamos a cabo muchas operaciones en un momento inicial. Pero continúa habiendo una amenaza yihadista global y personas radicalizadas que pueden tener voluntad de atentar. La forma en la que creemos más probable que se podría cometer un atentado actualmente es la de un autor individual que llevara a cabo una acción poco planificada y con medios a su alcance.

Usted ha anunciado una nueva directiva de inteligencia. ¿Por qué es tan importante en cuanto a antiterrorismo?

— La generación de inteligencia en una actividad como la policial es muy importante. La anticipación de escenarios y la toma de decisiones política y organizativa es crucial. Saber en qué situación estamos y cuáles son las tendencias nos permite proyectar el futuro, y esto nos permite ordenar procesos de capacitación de la policía e intervenir en la realidad criminal a la que nos enfrentamos.

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