Los miniórganos plantean preguntas insospechadas en la lucha contra el cáncer

Expertos internacionales debaten en Barcelona cómo vencer la resistencia a la quimioterapia y el futuro de los miniórganos

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La lucha contra el cáncer pasa por la búsqueda con células madre

BarcelonaGran parte de la ciencia que se está escribiendo ahora mismo en el mundo en la lucha contra el cáncer pasa por las células madre. Determinar con precisión su papel en la reparación y regeneración de tejidos, tanto si son sanos como si envejecen o están afectados por alguna patología grave, se ha convertido en una de las grandes cuestiones de muchos laboratorios internacionales de primer nivel. De las células madre están emergiendo nuevos conocimientos sobre el origen de la metástasis, la conexión entre el cáncer y los procesos inflamatorios o cómo vencer la resistencia a algunos tratamientos con quimioterapia. Todos estos temas forman parte de la conferencia Biomed, organizada por el Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona con la participación de líderes mundiales de la especialidad. De entre el conjunto de cuestiones a tratar destaca con luz propia el desarrollo de los miniórganos, una tecnología que lleva hasta el extremo la medicina personalizada.

Los miniórganos, también llamados organoides, se obtienen con técnicas de laboratorio a partir de células madre adultas que generan tejidos con las características básicas de cualquier órgano o tejido de un mamífero. En los últimos años se ha logrado un nivel de sofisticación lo bastante grande como para hacer réplicas microscópicas de casi todos los órganos y tejidos humanos. Minirriñones, minicerebros, minipulmones o mini-intestinos facilitan la investigación de nuevos fármacos, el estudio de su toxicidad o qué camino siguen las células, estén sanas o no, hasta formar un tejido o un órgano. Este mismo principio se aplica para ver la formación de tumores o el origen de las metástasis, explica Eduard Batlle, investigador ICREA del IRB y organizador de la conferencia internacional. “Los organoides nos están ayudando a diseñar nuevos fármacos contra el cáncer a partir de células madre de pacientes”, explica. Esto quiere decir que se pueden hacer réplicas de un cáncer de mama o de próstata, por ejemplo, a partir de células madre del enfermo y, por lo tanto, con las mismas características genéticas. “Es la máxima expresión de la medicina personalizada”, enfatiza.

No solo esto, también se puede hacer el seguimiento célula por célula del mismo tumor, una cosa impensable hace apenas cinco años. Es así como se puede tratar de averiguar cómo una célula madre cancerígena arraiga en un órgano distante y genera nuevos tumores, la tan temida metástasis, aclara Hans Clevers, coorganizador de la conferencia y pionero tanto en el campo de las células madre como de los miniórganos. Clevers, investigador del Hubrecht Institute de Utrecht (Países Bajos) y Elaine Fuchs, de la Rockefeller University (EE.UU.), y que también participa en la reunión, según se ha especulado habrían sido candidatos a recibir el Nobel de medicina de este año por su aportación al conocimiento de las células madre y el cáncer.

Si se puede hacer este seguimiento individualizado de las células, también se puede entender de manera más precisa por qué unos fármacos funcionan mejor que otros o cómo es posible que se acabe generando resistencia a su actividad, dice Batlle. “A veces pasa que damos un fármaco y se obtiene una respuesta clínica positiva, pero si quedan células residuales la enfermedad puede rebrotar o generar metástasis”, añade. Identificar y combatir estas células residuales es “crucial”.

Fuchs, en la presentación de la conferencia ayer por la mañana, expuso como nueva línea de trabajo la conexión entre las enfermedades inflamatorias y el cáncer. “Parece como si frente a un patógeno o una agresión las células conserven la memoria y fuercen que el sistema inmune reaccione de forma exagerada ante ataques similares”. Fuchs, que ha sido determinante en el estudio del cáncer de piel y las células madre, correlaciona esta respuesta exacerbada tanto con el covid como con determinados tumores. “Hace cuatro días ni sospechábamos que existiera esta memoria celular”, concluye.

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