BIOLOGÍA

La vida en la Tierra podría haber empezado antes de lo que se pensaba

Los primeros seres vivos podrían ser de hace 4.300 millones de años

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Filamentos con alto contenido de hierro formados por bacterias de las fumarolas hidrotermals.

Una de las preguntas más antiguas que se ha hecho la humanidad es cómo empezó la vida, tal como demuestra el hecho de que cada cultura tiene una historia que intenta explicar el inicio de todo. Cuando la ciencia todavía no había acumulado suficientes herramientas y conocimientos, la respuesta la proporcionaban las religiones y mitologías recurriendo a la imaginación. Pero a partir del momento en que se pudo entender los mecanismos químicos básicos necesarios para hacer posible la vida, empezaron a postularse varias teorías para proporcionar una solución al enigma. El estudio de los fósiles ha permitido deducir que las primeras señales de vida aparecieron en la Tierra hace unos 3.500 millones de años (o 3,5 gigaaños, una unidad de tiempo a menudo representada por las letras Ga). Un trabajo reciente, sin embargo, sugiere que podría haber pasado incluso mucho antes.

De inorgánico a orgánico

Hace unos 4,6 Ga, en este rincón de la galaxia, una gran nube gaseosa recibió el impacto de la explosión de una supernova cercana y la gravedad propició que en aquel gas se empezara a gestar un grupo de planetas, que acabarían orbitando alrededor de una estrella. Cuando menos, así es como se cree actualmente que se creó nuestro Sistema Solar. Poco después se formaría lo que acabaríamos conociendo como la Tierra, el tercer planeta del sistema, por orden de distancia a la estrella central, y el único que, de momento, sabemos que contiene vida. Hay varias teorías que tratan de explicar como han surgido seres vivos en él, desde la que propone que las moléculas básicas para constituirlos llegaron en un cometa (la panspermia) hasta la que sostiene que surgieron gracias a las condiciones extremas que hay en las fumarolas hidrotermales de las profundidades oceánicas.

Se denomina abiogénesis precisamente el estudio del origen de la vida, es decir, la investigación de cómo aparece materia orgánica a partir de compuestos inorgánicos. Es un proceso que, de buen principio, puede parecer mágico, pero que ahora sabemos que no deja de ser la consecuencia de una serie de reacciones químicas que se producen cuando las condiciones son las adecuadas. Esto lo demostró el experimento de Miller y Urey en 1952, en el cual se reprodujeron en un frasco estéril las condiciones que se piensa que había en las primeras épocas de la Tierra (con grandes cantidades de agua, metano, amoníaco e hidrógeno). Cuando los científicos aplicaban descargas eléctricas a la mezcla, se llegaban a generar espontáneamente hasta una veintena diferente de aminoácidos, las piezas que forman las proteínas y el primer paso para construir organismos vivos. Algo más tarde, el bioquímico catalán Joan Oró demostró que no tan solo los aminoácidos sino también los componentes básicos de los ácidos nucleicos (el ADN y el ARN) se pueden crear solo a partir de sustancias similares.

¿Obra de rocas o de bacterias?

En Suráfrica se han encontrado fósiles de microorganismos que tienen alrededor de 3,5 Ga, y que son los más antiguos conocidos hasta ahora. Por eso se creía que la vida en la Tierra debió de aparecer entonces, unos mil millones de años después de la formación del planeta. Pero hace cinco años, en el cinturón de rocas de Nuvvuagittuq, en Quebec, se encontraron pequeños fósiles que parecían tubos y filamentos de hematites, un mineral compuesto de óxido de hierro. El grupo del geoquímico Dominic Papineau, del University College London, analizaron estas muestras y, en un artículo publicado recientemente en la revista Science Advances, proponen que son el producto de microbios que usaban el hierro como parte de las reacciones químicas para obtener energía. Una bacteria contemporánea que vive en las fumarolas hidrotermales, el Mariprofundus ferrooxydans, es capaz de crear estructuras similares, por ejemplo.

La propuesta del estudio es que los filamentos los formó una colonia de microbios que trabajaban coordinadamente y sobrevivían gracias a una fotosíntesis hecha sin oxígeno pero con hierro, azufre y dióxido de carbono. Lo más sorprendente es que las rocas donde se han encontrado estos microfósiles tienen entre 3,7 y 4,3 Ga, lo cual querría decir que la vida en la Tierra podría haber empezado mucho antes de lo que se pensaba. De hecho, quizás solo 300 millones de años después de la formación del planeta.

No todos los expertos están de acuerdo en que los filamentos de los fósiles sean consecuencia de la actividad de microbios primitivos y proponen que antes habría que descartar que no se trate de formaciones relacionadas con las mismas rocas. Pero si la hipótesis de Papineau fuera correcta, tendría una implicación importante, más allá de cambiar el calendario de la vida en la Tierra: querría decir que la aparición de compuestos orgánicos es más fácil de lo que se creía. La conclusión es que aumentaría mucho la probabilidad de encontrar vida en otros planetas, porque las condiciones necesarias para la aparición de las moléculas orgánicas serían relativamente frecuentes y este descubrimiento indicaría que, con poco tiempo y un poco de suerte, la vida probablemente acabaría emergiendo.

Hasta que no se encuentre un equivalente fuera de la Tierra no se sabrá si esta hipótesis es correcta, y esto puede ser que no pase nunca. Pero aunque no lleguemos a obtener la respuesta definitiva a la pregunta sobre cómo empezó la vida en la Tierra, cada vez tenemos una idea más clara de cuáles podrían haber sido sus primeros pasos.

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