Evolución humana

Un yacimiento en Etiopía plantea nuevas hipótesis sobre la expansión de los humanos desde África

Las puntas de flecha más antiguas documentadas y una fuerte erupción volcánica muestran cómo hace 74.000 años ya había humanos con gran capacidad de adaptación

Carl Zimmer / The New York Times
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ciencia

En el 2002, unos paleoantropólogos trabajaban en el noroeste de Etiopía cuando toparon con asculos y huesos de animales fosilizados: señales reveladoras de que ese lugar había sido habitado en la prehistoria.

Los investigadores descubrieron, después de años de excavaciones, que hace 74.000 años habían vivido allí unos cazadores y recolectores. Cómo se explica en un estudio publicado recientemente en Nature, aquellos humanos prehistóricos tenían una gran capacidad de adaptación. Fabricaban flechas para cazar grandes mamíferos. Y cuando una gigantesca erupción volcánica destruyó su mundo, se adaptaron a ella y sobrevivieron.

Esta flexibilidad podría explicar por qué los humanos de la misma época fueron capaces de expandirse fuera de África y establecerse en Eurasia, cuando muchas incursiones anteriores habían fracasado. Como dice John Kappelman, el paleoantropólogo de la Universidad de Texas que ha dirigido el nuevo estudio: “Esto indica que los humanos de ese período tenían una inteligencia bastante desarrollada”.

En el yacimiento, denominado Shinfa-Metema 1, los investigadores desenterraron miles de huesos –algunos de los cuales estaban cubiertos de marcas de corte– de gacelas, facoqueros e incluso jirafas, lo que hace pensar que los humanos cazaban estas especies.

El equipo de científicos también encontró 215 fragmentos de cáscaras de huevo de avestruz. Es posible que los ocupantes del recinto se comieran los huevos o utilizaran los caparazones como cantimploras para almacenar agua. Los investigadores dataron con precisión estos fragmentos de caparazones, que se remontaban a 74.000 años atrás y contenían restos de uranio en descomposición.

Más o menos en esa misma época un volcán de Indonesia, el Toba, expulsó grandes cantidades de ceniza y gases tóxicos que se esparcieron por todo el planeta y taparon el sol durante meses.

Vista del yacimiento de Shinfa-Metema 1.
Los investigadores han encontrado miles de huesos y fragmentos de huevos de avestruces en el yacimiento de Shinfa-Metema 1.

Kappelman inspeccionó el yacimiento Shinfa-Metema 1 para buscar rastros de la erupción. Tras triturar las piedras y disolverlas en ácido, su equipo encontró unos diminutos trozos de vidrio que sólo podían haberse formado dentro de un volcán. Los científicos se dieron cuenta de que tenían una oportunidad única para estudiar a la gente que había sobrevivido a aquella gigantesca crisis medioambiental.

Los investigadores analizaron 16.000 ascles y concluyeron que eran puntas de flecha, no de lanza. Si esto se confirma en futuros estudios, el inicio del tiro con arco retrocederá varios miles de años. Gracias a la invención del tiro con arco, los cazadores ya no debían acercarse a poca distancia de las presas. Incluso los niños podían cazar con flechas y Kappelman sospecha que las utilizaron para matar ranas, porque también encontraron huesos en el yacimiento.

Las condiciones de vida en Shinfa-Metema 1 empeoraron inmediatamente después de la erupción del Toba. La breve estación de lluvias se acortó mucho y el caudal de los ríos descendió.

Muchos investigadores han llegado a la conclusión de que estos cambios tan brutales obligaron a los humanos a refugiarse en lugares donde el entorno fuera más benigno y donde pudieran seguir sobreviviendo con sus antiguas prácticas. Pero esto no es lo que ocurrió en Shinfa-Metema 1. Como demuestra el registro fósil, los humanos se adaptaron a él: cuando las presas se extinguieron, abandonaron la caza de mamíferos y se dedicaron a la pesca en unas aguas que se habían convertido en poco profundas.

Kappelman y sus colegas recopilaron pistas sobre la forma de pescar de los antiguos pobladores observando las prácticas de los etíopes que actualmente viven en la zona. Por ejemplo, durante la estación seca los peces quedan atrapados en charcos de agua aislados: “Literalmente parecen peces en un barril. Creemos que sería muy fácil capturarlos”.

Se ve que, en Shinfa-Metema 1, las secuelas de la erupción del Toba en el medio ambiente sólo duraron varios años. Las lluvias volvieron, así como los mamíferos, y los pobladores del yacimiento empezaron a cazarlos de nuevo. Las espinas de pescado se convirtieron en más infrecuentes.

Kappelman cree que esta radiografía de un único yacimiento puede contribuir a resolver el misterio de la expansión de los humanos fuera de África. Hace mucho tiempo que los científicos se preguntan cómo lo hicieron para atravesar el Sáhara y los desiertos de la península Arábiga hasta llegar a otros continentes. Se ha especulado con la posibilidad de que sólo se desplazaran durante los períodos húmedos, cuando estas regiones estaban cubiertas de plantas. Los humanos habrían recurrido a sus antiguas tácticas de supervivencia cuando avanzaban por las llamadas autopistas verdes hasta llegar a otros continentes.

Pero Kappelman y sus colegas plantean la hipótesis de que los humanos sobrevivían en climas áridos porque enseguida se les ocurrían nuevos sistemas para encontrar comida, como la pesca.

Durante los períodos secos se desplazaban quizás a lo largo de los ríos estacionales, donde podían pescar. En vez de avanzar por las autopistas verdes, afirman estos investigadores, avanzaban por las azules.

Según Michael Petraglia, director del Australian Research Center for Human Evolution, la combinación de pruebas arqueológicas y ambientales de la época de la erupción del Toba aportada por este estudio es extraordinaria: “Apenas hay ninguna parte. del mundo”.

Aunque a Petraglia le parece convincente la interpretación del yacimiento, todavía es partidario de la hipótesis de la autopista verde.

Afirma que, entre 71.000 y 54.000 años atrás, por el Sáhara y la península Arábiga se extendían unos desiertos extremadamente áridos: “Los corredores de las autopistas azules eran prácticamente inexistentes”.

Pero Kappelman pone en duda que los desiertos fueran tan resecos y señala que el Nilo transportaba un poco de agua hasta el Mediterráneo a través del Sáhara. Y aunque reconoce que un único yacimiento no representa a toda la humanidad de hace 74.000 años, sí constituye un punto de comparación para otros investigadores que encuentren similares: “La hipótesis que planteamos se puede contrastar”.

Traducción: Lídia Fernández Torrell

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