Ni un día en casa

Piparra Bar: la última jugada de Oriol Fàbregas

Una carta con platos sencillos para compartir que atraen a todos

Restaurante Bar Piparra
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Piparra Bar

  • Dirección: calle Buïgas 26, Barcelona
  • Carta: platos para compartir
  • Obligado: camarones de vidrio
  • Vino: corta y pocos vinos catalanes
  • Servicio: rápido, eficaz
  • Local: de barrio moderno
  • Precio pagado por persona: 35 euros

Oriol Fàbregas ha jugado toda la vida en hockey hierba, fue portero durante quince años en el primer equipo del Real Club de Polo de Barcelona, ​​donde ganó ligas, copas de Europa y copas del Rey. El stick, la pelota, el golpe franco y el penalti córner formaban parte de su día a día desde pequeño, por eso el momento de la retirada fue duro. "Trabajaba y estudiaba hostelería mientras hacía deporte de élite. El hockey hierba es un deporte minoritario, tienes que trabajarlo mucho para salir adelante. Un día vi que me restaba si quería crecer profesionalmente y dije hasta aquí". Podría haber aguantado un par de años más, pero decidió realizar el cambio a finales de la temporada 2014-15. "El entrenador me intentó convencer, pero llevar dos vidas era imposible".

El duelo fue duro, pero Oriol no es una persona de perder el tiempo y montó su primer proyecto, el Bar But, en la calle Bonavista de Barcelona en el 2015. El éxito del local propició que poco tiempo después reabriera y renovara el Etoile en la calle Mandri, también en Barcelona. "Lo que monto son bares de barrio, donde puedes desayunar, almorzar y cenar por un precio bastante correcto", nos puntualiza. Con esta filosofía abrió el Piparra Bar hace un año en Sarrià. "Durante la mañana y al mediodía viene mucha gente que vive o trabaja por la zona y por la noche gente de toda Barcelona", explica. Para atraer a todo el mundo han elaborado lo que llaman una carta muy casual, con platos sencillos para compartir como la ensaladilla rusa y el jamón cortado a mano, los primeros con los que empezamos la comida. A continuación, tortilla abierta (de tres huevos) con butifarra del perol y setas y un buen plato de camarones de vidrio. "Se comen sin hacer ningún trabajo, bien fritas. Es un plato generoso, lo reconozco", dice Oriol.

De segundo seguimos compartiendo platos: elsteak tartar cortado con cuchillo; el tártaro de atún, con melocotón y wasabi, y el cebiche de corball. El postre, uno lemon pie delicioso y unas trufas choco-crush, sorprendentes. De la carta corta de la bodega del Piparra, escogemos uno de los dos vinos tintos catalanes, el Veïnat, una garnacha del Montsant. Con los cafés y los licores en la mesa, Oriol se detiene un momento para charlar con nosotros. Su día a día es agotador: tiene tres restaurantes, dos criaturas de 6 y 2 años, todavía juega a hockey en Primera Catalana y escapa también para ir en bicicleta y jugar a pádel. Por la noche está muerto. El cuerpo le pide descansar, pero la cabeza no. "Siempre pienso en el día siguiente: ¿y si uno de los locales no funciona? ¿Qué será de mí? ¿A qué me dedicaré?", confiesa. Sin embargo, con su mujer mantiene una actitud resiliente: "Siempre decimos: saldremos adelante". Con la mirada puesta en el futuro, ya está pensando en abrir un cuarto local manteniendo la esencia de su proyecto: ofrecer en Barcelona más bares de barrio, espacios donde todo el mundo pueda reunirse y disfrutar de buena comida. "La ciudad necesita más sitios como estos", concluye con una sonrisa. Esperamos que no sea la úlima jugada de Oriol Fàbregas.

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