El consultorio

¿Cuándo comienza la etapa de los 'por qués' y cómo afrontarla?

La curiosidad insaciable expresa la necesidad de las criaturas de dar sentido a lo que ven, escuchan y sienten

Una madre cuenta a su hijo algo sobre la naturaleza
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BarcelonaA partir de los dos años y pico, la curiosidad de las criaturas alcanza cotas máximas y comienza el bombardeo de preguntas a todas horas, sobre todo aquellas que hacen referencia al porqué de las cosas. A esa edad las criaturas experimentan un desarrollo significativo en diversas áreas del cerebro, especialmente, señala la psicopedagoga Gisela Baz, en las zonas relacionadas con el lenguaje y con la capacidad de razonar de forma simbólica. Esa curiosidad insaciable y el constante ¿por qué? son, apunta, "una expresión de su necesidad de dar sentido a lo que ven y sienten". En el ámbito madurativo, el niño comienza a conectar conceptos, a establecer relaciones causales ya consolidar su comprensión del mundo.

¿Cómo afrontar esta curiosidad imparable?

La también asesora de crianza en NUA Clinic apunta a que estos momentos suponen una oportunidad para conectar con nuestros hijos e hijas. El niño está construyendo sus primeras herramientas para entender el mundo, y nosotros como adultos somos sus referentes en este camino. “Acompañarles con paciencia, escucharles y responder a sus preguntas con honestidad y claridad es fundamental, no sólo para satisfacer su curiosidad, sino también para fortalecer el vínculo emocional que establecemos con ellos”, subraya Baz.

¿Cómo deben ser las respuestas que les damos?

Según Baz hacer de nexo entre los niños y el mundo que les rodea significa ayudarles a "interpretar y procesar" la información que reciben de forma adaptada a su etapa de desarrollo. Una mediación que, por su parte, les permite formar “una comprensión progresiva y segura” del entorno.

¿Es necesario responderlo absolutamente todo?

No hace falta responderlo todo ni sentirnos obligados a tener una respuesta perfecta en cada momento. Como padres y madres, apunta la psicopedagoga, "también tenemos nuestras propias necesidades y límites, y es totalmente normal no sentirse siempre con la paciencia o inspiración necesaria para gestionar un flujo constante de preguntas".

¿Qué tipo de respuestas es contraproducente darles?

Para Baz, es importante evitar dar respuestas demasiado complejas o desconectadas de su nivel de comprensión. "Eso puede generar frustración y confusión en los niños", apunta. Y si una pregunta es demasiado complicada o nos agarra desprevenidos, afirma, es preferible ser sinceros y reconocerlo, en vez de dar una respuesta precipitada o incorrecta. "Admitir que no sabemos algo y decirles algo como «Ahora mismo no lo sé, pero podemos descubrirlo juntos más tarde» o «Me lo pienso y después hablamos de ello» les enseña habilidades importantes como la humildad, la paciencia y la búsqueda activa de conocimiento", apunta la experta.

¿Cuáles son los por qué más habituales en esa franja de edad?

Los ¿por qué? más habituales están relacionados con el descubrimiento de su entorno. Los niños empiezan a preguntarse sobre conceptos básicos de su mundo inmediato, como "¿Por qué el cielo es azul?", "¿Por qué debemos ir a dormir?" o "¿Por qué llueve?". Además, añade Baz, existe una "gran curiosidad sobre las emociones y las relaciones del tipo «¿Por qué lloras?», «¿Por qué no puedo hacer esto?» o «¿Por qué ese niño no quiere jugar conmigo?». Por otra parte, señala, comienzan a aparecer, también preguntas sobre los límites y las normas, como "¿Por qué no puedo comer más helado?" o "¿Por qué tengo que ir a la escuela?".

¿Tiene alguna relación esta etapa con la del 'no' o la del 'yo solo/a'?

Sí, se trata de etapas estrechamente relacionadas, ya que, tal y como explica Baz, "forman parte del propio proceso de desarrollo de la autonomía y la identidad de los niños". "Tanto la fase del por qué como la del no o el yo solo son expresiones de un niño que está empezando a comprender el mundo ya reivindicar su propio espacio dentro de éste", concluye.

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