Oriol Canals: "Las cuestiones sobre sexo empiezan a asomarse y es una de esas cosas en las que no querrías equivocarte"
Escritor de novela negra, director de negocios del ARA y padre de Max, de 10 años. 'No dormiràs' (Rosa dels Vents) es su última novela, de la que se han hecho ya seis ediciones. Es un 'thriller psicológico' situado en la Barcelona contemporánea y los amantes de la ópera y la música clásica. También es autor de los thrillers 'Los centinelas de la libertad', 'Divino e Hijos de mala madre'.


BarcelonaCreo que se está envolviendo niños y niñas de hoy, protegiéndolos excesivamente: nada de exámenes, nada de pruebas, nada que les pueda suponer un dolor de cabeza o una incomodidad. Esto puede generar adultos sobreprotegidos. A mí tampoco me gustan los exámenes, pero los hago todos los días. Todos hacemos todos los días.
Cierto.
— Siento ser pesimista, sin embargo, si el mundo no cambió después de la cóvida, ya no cambiará. Mi visión es que hemos ido a peor, hacia una sociedad más hostil, individualista y egoísta. En casa, procuramos que Max sea un buen chaval, con conciencia social, pero sin esconderle que la vida está llena de bastones en las ruedas y que tendrá que pedalear muy fuerte para salir adelante. Siempre estaremos para ayudarle y guiarle, pero es necesario que se espabile solo.
Y él, ¿cómo ve el mundo?
— Observa el mundo de forma diferente a cómo yo lo hacía a su edad. Para él, por ejemplo, el mundo es muy grande. No acaba en Barcelona como me ocurría a mí. Tiene claro que quizás tiene que irse fuera a trabajar. Si con diez años ya tiene esa mentalidad, no sé cuál tendrá a los veinticinco. Ahora, con un par de clics se encuentra en Chicago, Tokio o Buenos Aires.
¿Qué música comparte?
— A mí la ópera me gusta muchísimo, sobre todo la liturgia, aunque con Max no lo he salido, de momento. La voz muy alejada, para gente mayor. Pero ya hablemos de pop-rock. Entiendo que ya se trata algo de eso. Que tenga sus propios gustos. Si yo no tengo los gustos de mi padre o mi madre, ¿por qué él debería tener los míos?
¿En qué se parece, tú y tu hijo?
— Aparte de que somos ambos como dos gotas de agua, mi hijo es un niño que siempre prueba y al que hay que ponerle límites. Yo, por lo que recuerdo, era igual. Era buen chaval, amigo de los amigos, risueño, siempre cerrando filas, pero constantemente había que recordarme dónde estaba la línea roja. Él da igual. Por tanto, tratamos de darle pautas y de señalarle el límite unos metros antes de que llegue.
¿Qué te sorprende, observándolo?
— Me cae la baba viendo cómo evoluciona, cómo piensa, cómo crece. Miro atrás y es inevitable sentir nostalgia, pero creo que ahora lo paso mucho mejor con él que cuando era pequeño, con tres, cuatro o cinco años. Y muchísimo mejor que cuando era un bebé. Me maravilla ver que no es la misma persona que hace, quizás, unos meses o unos años. Y, por qué no decirlo, que de las semillas que sembramos con él hace un tiempo ahora salen los frutos: la constancia, la educación, el estudio. Con la paciencia imagino que todavía tenemos que trabajar.
Cuando observas a un hijo que juega con amigos, ves cosas que no ves en casa.
— Sí, sí. Me ha pasado. Puedes ver una parte desconocida de él. Creo que son más puros, más auténticos. Observándolos así, les ves algunas virtudes y también defectos a corregir. Me gusta mucho observar su comportamiento cuando cree que no le miro. Y si hay algo que no me ha gustado, después se le cae alguna charla de reflexión.
¿En qué aspectos procuras esforzarte?
— En las preguntas inesperadas. De repente, antes de acostarse, me puede preguntar: "papa, ¿qué es el porno?", "¿has visto?", "¿te gusta?". Cojones, niño, pienso. Después de una jornada laboral, a veces toca responder a preguntas incómodas. Y las que vendrán, supongo. Pero ya se trata de esto. Las cuestiones sobre sexo empiezan a asomarse y es una de esas cosas en las que no querrías equivocarte. Miramos que sea de manera natural, pero nunca sabes si estás acertando. Intentamos, siempre, soltar un mensaje: "Nunca debes hacer algo que otra persona no quiera".
¿Qué no estamos haciendo bastante bien?
— Creo que existe una sobredosis de información y consejos. Los leo y escucho porque estar informado forma parte de mi trabajo como trabajador de un medio de comunicación, pero admito que hago caso de muy pocos consejos. En casa procuramos aplicar el sentido común y, a ser posible, combinarlo con humor. No creo que leerlo todo e intentar aplicarlo todo sea bueno. El padre perfecto no existe. El mejor padre del mundo seguro que la caga, al menos, varias veces al día. En este sentido, recuerdo que el añorado Carles Capdevila decía que "los niños no tienen manual de instrucciones".