Trastornos del aprendizaje

Cuando sumar 6+7 es un problema

La discalculia es el trastorno del aprendizaje más desconocido y menos estudiado, y no sólo impacta en el ámbito académico sino también en la vida diaria

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Luciana hace ejercicios de refuerzo en el Institut Guttmann Barcelona con la neuropsicóloga infantil Berta Fernández

BarcelonaVanessa, de 40 años, siempre había creído que era poco hábil con las matemáticas. Pero con la ayuda de su madre, que era maestra, y del apoyo de otros profesores acabó licenciándose en una carrera científica en su Colombia natal. Sin embargo, sigue teniendo dificultades con los números. "Si me preguntas cuando es 8 por 5, tengo que empezar a multiplicar 8 por 1, 8 por 2... hasta llegar a 8 por 5. Busco las herramientas para llegar. Y en todo lo que son problemas, razonamiento o simplemente contar con más de dos decimales, me pierdo", explica.

Nunca pensó que sus dificultades tuvieran un nombre. Hasta que a su hija de diez años, Luciana, le diagnosticaron discalculia, un trastorno del aprendizaje que dificulta entender información numérica y realizar operaciones matemáticas. Es uno de los trastornos del neurodesarrollo menos estudiados y que ocurre más desapercibido, ya que a menudo se da junto con otros trastornos. Es el caso de Luciana, a la que también van diagnosticar dislexia y una sospecha de TDAH.

La discalculia no sólo impacta en el ámbito académico sino también en la vida diaria, ya que los números están muy presentes en nuestra vida cotidiana. Los afectados pueden tener dificultades para entender el valor del dinero, leer una factura, calcular distancias, gestionar el tiempo, marcar el código para apagar una alarma, contar el dinero, realizar operaciones básicas o comprender los números según la posición que ocupan (unidades, decenas o centenas), entre otros.

"Algo tan sencillo como asociar los kilómetros, los metros o los centímetros a un valor a mí me cuesta mucho, o pasar de kilogramos a gramos. O una regla de tres. Y una suma como 6 más 7 yo l 'he de pensar. 7 más 7 lo sé porque lo he memorizado. Y si me das números grandes, multiplicaciones o divisiones, tengo que sentarme a hacerlas con un papel', explica Vanessa. Ella conoce sus limitaciones y sabe que, a veces, debe ayudarse de una calculadora para rendir cuentas. "O preguntarle a alguien que verifique si los datos son correctos", añade.

Vanessa y su hija Luciana en los jardines del Institut Guttmann

Debe ser persistente en el tiempo

No debe confundirse la discalculia con que nos cuesten las matemáticas. Como cualquier otro trastorno del aprendizaje, los alumnos con discalculia tendrán una capacidad de cálculo inferior a la de sus compañeros, pero su capacidad cognitiva e intelectual está en la normalidad. Además, estas dificultades no deben explicarse por otras alteraciones, como puede ser un daño cerebral, y deben persistir en el tiempo, al menos seis meses. Si bien la discalculia siempre estará ahí, sus manifestaciones irán cambiando a lo largo de la vida y se puede mejorar y trabajar con diferentes estrategias.

Existen diferentes grados de discalculia, que puede ser más o menos leve, y se puede presentar o no conjuntamente con otros trastornos del aprendizaje. La discalculia primaria, la más pura, es la que tiene menor prevalencia y afecta sólo a un 1,8% de la población. "Es cuando se ve afectada la parte más básica de los números. Es cuando ves los números pero no tienen ningún significado, es como si vieras una palabra en chino cuando no sabes chino, no tienes ni idea de qué quiere decir. Es como una ceguera por los números. Entre dos cantidades no sabes cuál es mayor y cuál menor, y 450 te puede sonar al igual que 4.500", explica Gilma Acosta, neuropsicóloga del Instituto de Salud Cerebral y Neurorehabilitación Guttmann Barcelona. La discalculia primaria es la que conlleva mayores dificultades en la vida diaria porque los afectados no pueden dar un significado a los números que les rodean. "¿Quedamos a las 3? Y ese 3 al afectado no le suena de nada", explica Acosta.

Sin embargo, normalmente la discalculia está asociada a otras dificultades, es entonces cuando se habla de discalculia comórbida. Tiene entre un 20% y un 60% de comorbilidad con la dislexia, y entre un 15% y un 26% con el TDAH. Afecta a un 4,2% de la población e impactará más o menos en la vida diaria dependiendo del grado. "Pagan al supermercado y les cuesta hacer el cálculo del cambio, o si algo vale 27 euros tienen dificultades para saber si está más cerca de 50 euros o de 20. O tienen problemas para realizar operaciones matemáticas más complejas, por razonar o por calcular", pone de ejemplo Acosta.

Históricamente, lo ocurrido con los trastornos del aprendizaje es que la gente "tenía la sensación de ser poco hábil cuando son muy talentosos en muchos otros aspectos, pero en el entorno escolar impacta mucho", reconoce Acosta. La discalculia, que es innata y tiene una base genética en fase de estudio, no cuida pero dependiendo del área afectada se intenta "trabajar estrategias y se enseña a compensar estas dificultades". "Por ejemplo, a una persona con discalculia pura si le dices «quedamos dentro de media hora» no lo entiende, pero quizá sabe que es el equivalente a lo que duran cinco canciones de su cantante favorita", explica Acosta.

La discalculia comórbida, asociada a otros trastornos, es la que más llega a las consultas pero no suele ser el primer motivo de consulta. "Se identifica antes de que al niño le cuesta aprender a leer", dice Acosta. De hecho, tiene un bajo diagnóstico.

Angustia por las matemáticas

En el caso de Luciana, el diagnóstico llegó cuando hacía segundo de primaria. "Vimos que tenía problemas con las sumas y con la escritura, y entonces fue cuando le hicieron una primera valoración y se hizo el diagnóstico de dislexia, discalculia y una sospecha de TDAH", explica su madre, Vanessa . La escuela ha hecho un protocolo adaptado para ella, realiza sesiones de refuerzo en el Institut Guttmann y también tiene una profesora en casa un día por semana. Poner nombre a lo que le pasa les ha servido para buscar ayuda y recursos, aunque todo deben pagarlo de su bolsillo.

Luciana explica que se "bloquea" cuando tiene que hacer sumas y restas llevando, pero sí hace las de una cifra. Se sabe la mesa de multiplicar del 1 y "más o menos" la del 2 pero en clase le dejan tener las tablas impresas. Admite que a veces se pone nerviosa en clase de matemáticas y le cuesta levantar la mano para decir que algo no le ha entendido. Antes, algunos niños se burlaban. Hasta que Álex, su profesor, explicó que tenía discalculia. A los afectados por discalculia, cualquier problema matemático puede provocarles angustia y ansiedad, lo que impacta en la autoestima.

Vanessa y su hija Luciana entrando en el Institut Guttmann

Las transacciones económicas son también un problema para Luciana. "Si me dicen que algo cuesta 5,25 euros no lo entiendo. Voy con mi hermano, que tiene 9 años, y él me ayuda", explica. Leer las horas del reloj, la percepción del tiempo o los días de la semana son otras dificultades. "Si le digo «jueves haremos tal cosa» ella debe empezar por el lunes para saber los días que faltan, y si le digo «nos vemos dentro de media hora» no es consciente de cuánto tiempo es, si es mucho o es poco", explica su madre. "Me sé que una hora son 60 minutos pero cuando miro el reloj no sé si ya es hora o no lo es", dice Luciana.

En el Institut Guttmann, con la ayuda de la neuropsicóloga infantil Berta Fernández, ya través del juego, hace ejercicios para practicar el lenguaje matemático, para comprender el lenguaje numérico y el del tiempo y trabajan estrategias para resolver estas dificultades de de modo que Luciana "pueda potenciar su autonomía y funcionalidad en su día a día", explica Fernández. Todo ello sirve también para reforzar su autoestima y ganar confianza, ya que el mundo está lleno de números y eso le genera inseguridad.

"Al final hay que empoderarle mucho, que es también lo que hace Berta, para que sus dificultades no sean un trauma para ella y que lo viva como algo natural". Vanessa es consciente de que su hija tendrá dificultades en su día a día pero confía en que, con las herramientas necesarias, "se podrá salir adelante". "A medida que se vaya haciendo mayor las dificultades serán mayores, y lo que interesa es que se pueda desarrollar como persona y haga lo que ella quiera en la vida, que, en su caso, es ser maestra. Y, en además, tiene mi ejemplo", explica Vanessa, quien destaca que su hija ha potenciado otras habilidades, como la memoria y su faceta artística.

Para Vanessa también es importante que su hija se dé cuenta de que todo el mundo tiene sus particularidades y que "nadie es perfecto". "Al final, lo que debemos hacer es potenciar a nuestros hijos para que se sientan seguros a pesar de sus dificultades, y mientras sean funcionales, me doy por satisfecha", concluye.

Manifestaciones clínicas según la etapa educativa

En la etapa infantil

  • Dificultades para clasificar objetos grandes y pequeños
  • Dificultades para ordenar por tamaños
  • Poca habilidad para contar hasta 10
  • Dificultades para conectar un número a una situación

En la primaria

  • Dificultades para entender la aritmética básica
  • Poca habilidad para contar
  • Poca noción del concepto cantidad
  • Ejecución incorrecta de los problemas matemáticos
  • Errores en lectura y escritura de números arábigos
  • Poca habilidad para realizar agrupaciones o estimar soluciones
  • Dificultad para ejecutar operaciones aritméticas básicas

En la secundaria

  • Errores en los cálculos
  • Necesidad de utilizar calculadora para realizar sumas sencillas
  • Dificultades para realizar estimación de cálculos aproximados
  • Dificultades para aplicar conceptos matemáticos en la vida diaria
  • Dificultades para medir y entender gráficos
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