Arquitectura

51 edificios que están cambiando el mundo

Una exposición en el Palau Robert se adentra en las revoluciones que vive la arquitectura hoy

Maqueta de la escuela Reggio
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BarcelonaEl afán de hacer edificios más verdes, inclusivos y conectados se ha convertido en el punto central de la agenda de los estudios de arquitectura de todo el mundo, y de las líneas más diversas. Desde Barcelona hasta el Sudeste Asiático, los arquitectos están desarrollando proyectos para responder a retos como la falta de espacio público, de vivienda y de verde urbano. También a la necesidad de dar una nueva vida a edificios abandonados y viejas infraestructuras y a la convivencia con las otras especies animales y vegetales.

El teatro La Scala de Milán está convirtiendo una zona industrial deprimida de 16 hectáreas en un distrito cultural abierto al público donde los ciudadanos podrán ver cómo se construyen los decorados y cómo se confeccionan los vestidos de una ópera. En Singapur, el arquitecto Moshe Safdie ha convertido las zonas de espera del aeropuerto Jewel Changi en un invernadero inmenso. Y en Barcelona, en el barrio de la Verneda, los arquitectos Vicente Guallart y Daniel Ibáñez están construyendo un bloque de madera promovido por el Ayuntamiento de Barcelona de cuarenta viviendas en ocho plantas que podría formar parte de un barrio autosuficiente, y que estará destinado a alquiler asequible. El edificio tendrá en la cubierta un invernadero de ocho metros de alto y 24 árboles frutales. El invernadero lo gestionará un ateneo de la fabricación que habrá en los bajos y que permitirá imprimir objetos para el uso diario con impresoras 3D.

Recreación del bloque de viviendas de Vicente Guallart y Daniel Ibáñez en la Verneda.

Estos son tres de los 51 proyectos que se pueden ver en la exposición Sueña la ciudad en el Palau Robert de Barcelona hasta el 11 de junio. Otra obra rompedora es la Hoowave Water Factory de Taiwán, del estudio MVRDV: se trata de un parque en una zona industrial abandonada que al mismo tiempo funciona como depuradora y como una protección de la ciudad de las riadas y las inundaciones. Muchos de los edificios incluidos en la muestra están construidos o en proceso de estarlo, puesto que el comisario de Sueña la ciudad, el arquitecto Roger Subirà, ha querido dar una visión de futuro optimista y que rompe con las ciudades distópicas que predominan en las series y los videojuegos, y que busca una alternativa a "las ciudades que no han podido hacer frente al cambio climático".

Hoowave Water Factory - Vista aérea del parque fluvial Beigang
Hoowave Water Factory: recreación de una plaza en el río Anqingzhen

El montaje de Sueña la ciudad llama la atención por su carácter inmersivo: en el centro del vestíbulo está la instalación interactiva de la arquitecta y diseñadora Lucia Tahan Metaverse syntax: an ecology of virtual worlds, el objetivo de la cual es que el público reflexione sobre cómo convive el espacio físico con los lenguajes muchas veces caóticos de internet y de las redes sociales. Y a la salida hay un jardín encapsulado de Mireia Luzárraga y Alejandro Muiño (TAKK Architecture), titulado Jardín para especies migrantes, con el que aplican al mundo vegetal la categoría de aquellas personas que se ven obligadas a trasladarse por cuestiones climáticas. "El adelanto hacia el norte de la línea de desertificación debido al cambio climático está generando nuevas figuras políticas como la del migrante climático: la persona forzada a migrar a consecuencia de cambios en su lugar de residencia, como por ejemplo la subida del nivel del mar o el aumento de las sequías –dicen los arquitectos–. Pero la condición de migrante climático no es exclusiva de los agentes humanos: microorganismos, plantas y otras especies encuentran desplazadas sus condiciones óptimas de confort y, por lo tanto, modificarán sus lugares de origen, poniendo en cuestión conceptos como autóctono o alóctonos".

La exposición también incluye una actividad interactiva para construir un fragmento de ciudad en el videojuego Minecraft, en un proyecto de la escuela de Arquitectura de La Salle. "No podemos dar a los jóvenes una herramienta tan potente como un móvil y decirles que todo lo que hay es negativo", advierte Subirà.

'En tránsito, jardín para especies migrantes', de TAKK Architecture (Mireia Luzárraga + Alejandro Muiño).

El recorrido está dividido en tres partes, dedicadas a la Revolución Verde, la Revolución Digital y la Revolución en la Identidad, esta última en términos de género, feminismo e inclusión. En cuanto a los desafíos ambientales, los arquitectos tienen que hacer ciudad teniendo en el horizonte que en 2050 el 68% de la población será urbana. Así que para hacer que las ciudades sean lugares seguros y saludables, se desarrollan operaciones para potenciar el verde urbano, como las superislas de Barcelona y los ejes verdes de Girona.

Vista aérea de la fábrica The Plus Magnor, del arquitecto danés Bjarke Ingels

Otra de las claves es repensar la relación de las ciudades con el agua, teniendo en cuenta el aumento del nivel del mar y la presión para urbanizar la costa, e incorporar las infraestructuras a la ciudad. Una obra rompedora en este sentido es el acuario de Mazatlán (México), de Tatiana Bilbao: en vez de un acuario tradicional, esta arquitecta mexicana consiguió convertirlo en un centro de investigación del mar de Cortés. En el ámbito de la revolución digital, destaca The Plus Magnor, del danés Bjarke Ingels: una fábrica de muebles donde trabajan robots inteligentes ubicada en medio del bosque de donde extraen la madera. El edificio tiene la particularidad de que es transparente y abierto a los visitantes.

Escalera central de la fábrica The Plus Magnor.

En el ámbito de la revolución en la identidad hay uno de los edificios más sonados ahora mismo: la insólita escuela Reggio, en la urbanización de Encinar de los Reyes, en Madrid, del arquitecto Andrés Jaque. La planta baja está destinada a los estudiantes más jóvenes y las superiores, donde hay depósitos de agua y un invernadero, a los de los niveles intermedios y a los mayores. El edificio también incluye un gran vacío que funciona como una plaza. "Evitando la homogeneización y los estándares unificados, la arquitectura de la escuela pretende convertirse en un multiverso donde la complejidad en capas del entorno se vuelva legible y vivencial", dice el arquitecto. "Funciona como un conjunto de diferentes climas, ecosistemas, tradiciones arquitectónicas y regulaciones", subraya el arquitecto.

Maqueta de la escuela Reggio.
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