Francesc Tosquelles: el psiquiatra exiliado, desconocido y revolucionario

Joana Masó rescata del olvido a un médico que trató al ejército republicano, influyó en los surrealistas franceses y convertió el desbarre en terapia

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Francesc Tosquelles

BarcelonaEn 1938, en plena Guerra Civil, los soldados republicanos ingresados a los servicios psiquiátricos del ejército destinado en Extremadura empezaron a hacer terapia con prostitutas. Las mujeres se habían quedado sin trabajo por el cierre de los prostíbulos y el director de los servicios psiquiátricos las convenció para que formaran parte del hospital: recibían a los soldados en los locales del prostíbulo, conversaban con ellos y redactaban informes sobre sus miedos y fantasías sexuales. De repente, las prostitutas ejercían de enfermeras y se habían convertido en una pieza fundamental para la terapia de los militares. Fue una de las muchas ideas del psiquiatra Francesc Tosquelles (Reus, 1912 - Granges-sur-Lot, 1994). Más que poner el foco en los enfermos, Tosquelles se centró en los hospitales y los manicomios, convencido de que si se actúa en las instituciones las patologías individuales también encuentran cura.

Su figura fue clave para la cultura catalana y europea, a pesar de que para muchos todavía hoy es un gran desconocido. Por eso, la crítica literaria y profesora de la Universitat de Barcelona (UB) Joana Masó ha rescatado al psiquiatra del olvido con Tosquelles. Curar les institucions (Arcadia), un libro extenso y ambicioso que resigue el pensamiento, los hitos y la trayectoria del personaje. "Quería hacerlo existir dentro del imaginario colectivo y recuperar su legado", explica Masó, que empezó la investigación en 2017. "Este libro es una bomba. Establece un diálogo con un personaje fundamental de la cultura catalana y europea", destaca el editor de Arcadia, Antoni Munné. El volumen incluye textos y entrevistas con Tosquelles y se traducirá próximamente al inglés, al francés y al castellano.

Psicoanálisis a la Iglesia y la Guardia Civil

El Institut Pere Mata de Reus fue el primero en probar las ideas de Tosquelles en los años 30. "Seguidor de Lacan, usaba la psiquiatría y el psicoanálisis para curar las instituciones colectivas. Introdujo el teatro en los hospitales y manicomios y, en los años 50, grababa a los pacientes con una cámara para dejar rastro de la vida colectiva en los centros. También fue el primero en montar un sistema cooperativo para que los enfermos se gestionaran el propio dinero, rompiendo así con el tabú de que no tienen autonomía económica", señala la autora. Tosquelles entendía que la sociedad convive con la oposición entre lo que él llamaba establecimientos –en referencia a las universidades, las escuelas, la policía y todos aquellos centros "atrapados en la inercia burocrática, donde no se puede hacer nada"– y las instituciones, "espacios como el cine y el teatro, que son lugares de transformación colectiva". Su solución para transformar la escuela, la Iglesia y la Guardia Civil era, según Masó, "introducir la psicoanálisis y convertirlos en lugares colectivos abiertos a la comunidad".

Francesc Tosquelles en Saint-Alban en 1944

Militante del POUM y del Bloc Obrer y Camperol, Tosquelles también quería curar las izquierdas más oficiales. Incluso llegó a mandar una carta a Stalin para exponerle todos los males del comunismo. "Le explicaba que no se podía hacer la revolución como Stalin creía y hablaba de la singularidad catalana y del papel opresor de España", dice Masó. Pero más que las consideraciones políticas, Tosquelles destacó por impulsar un método de terapia basado en desbarrar, es decir, en hablar sin límites y diciendo disparates, utilizando el lenguaje de forma desacomplejada. "Usaba el humor como un vínculo para deshacer las distancias con el otro", destaca Masó. En 1947 se convirtió en ciudadano francés, pero nunca abandonó el acento catalán a la hora de expresarse. "Cultivaba el acento para conservar su condición de extranjero y no asimilarse en Francia. Así rompía con la idea de la comunicación perfecta y el interlocutor tenía que hacer esfuerzos para entenderlo", añade la autora.

Uno de los precursores del Arte marginal

Por ahí donde pasaba, Tosquelles sacudía las instituciones psiquiátricas. Después de la Guerra Civil pasó tres meses en Setfonts, en un campo de refugiados, donde creó una unidad psiquiátrica. En 1940 fue a parar al hospital de Saint-Alban, una zona muy empobrecida de Francia que durante la Segunda Guerra Mundial sirvió de escondrijo para artistas como Paul Éluard, Tristan Tzara y Antonin Artaud. "En Francia Tosquelles es conocido, sobre todo, por el vínculo con el surrealismo y sus escritores", señala Masó. El psiquiatra también contribuyó al nacimiento del arte marginal: los pacientes del hospital creaban esculturas y objetos a partir de los materiales que tenían al alcance. Masó explica que "durante su estancia en Saint-Alban, Éluard quedó cautivado y los hizo circular dentro de la vanguardia del surrealismo", y ahora algunas de aquellas piezas forman parte de colecciones de museos.

Francesc Tosquelles con Jaume Sauret en el campo de Setfonts en 1939

Tosquelles estuvo exiliado en Francia durante más de 30 años y, hacia finales del franquismo, empezó a volver a Catalunya. "Volvió a colaborar con el Institut Pere Mata de Reus, pero prácticamente no dejó rastro en la memoria colectiva", lamenta Masó. Por eso, con este libro, la autora espera "que se abran las puertas a seguir investigando" sobre la figura de un psiquiatra insólito.

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