Fascismo español

"El primer fascismo español nació en Barcelona"

Xavier Casals y Enric Ucelay-Da Cal sitúan en las Ramblas el epicentro del fascismo

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La Rambla de Barcelona a principios del siglo XX

BarcelonaEn noviembre de 1918, las Ramblas de Barcelona poco tenían que ver con las del 2023. Cada tarde, sobre las ocho, durante los seis días laborables de la semana, cuando cerraban las tiendas, los dependientes, estudiantes y algunos obreros se encontraban allí para gritar consignas independentistas y cantar canciones catalanistas. No solía terminar demasiado bien: los manifestantes se enfrentaban con la policía y los oficiales del ejército de la guarnición de Barcelona. Los manifestantes eran atrevidos y competían en ver quién desgarraba algún informe o rompía algún sable. Esa pugna fue a más con la creación de la Liga Patriótica Española (LPE), que en diciembre empezó a acudir a las Ramblas con garrotes y pistolas para enfrentarse a los catalanistas.

A la LPE se sumaron otros grupos parapoliciales como el Somatén o el Sindicato Libre. A este último, desde la izquierda, se le llamó "el fascio de las Ramblas". "Hemos utilizado este nombre como título del libro, porque las Ramblas fueron escenario y escaparate de las primeras tramas fascistas barcelonesas", explica el historiador y experto en ultraderecha Xavier Casals, que firma con el catedrático emérito Enric Ucelay-Da Cal, El fascio de las Ramblas. Los orígenes catalanes del fascismo español (Pasado & Presente).

Los dos fascismos de España

Ambos historiadores defienden en el libro una tesis rompedora: "Hay dos fascismos en España. Un fascismo de primera generación, que nace en Barcelona y que tiene una raíz en Cuba, y un fascismo de segunda generación vinculado a Madrid ya Valladolid en los años 30. No hay una rotura entre ambos sino una continuidad", insiste Casals. Ambos historiadores argumentan que el modelo cubano se exportó a Barcelona. En Cuba, a finales del siglo XIX, existía un vacío legal. En este contexto, la capitanía de La Habana se empoderó. "El capitán general de La Habana se convirtió en virrey y técnicamente en un dictador. Esa dictadura militar que se configuró en La Habana, un virrey que tenía el apoyo de las élites y del Cuerpo Voluntario de La Habana, que era una milicia civil armada, acabó exportándose a Barcelona", detalla Casals.

Cuando Cuba logró la independencia, en 1898, el ejército español fue repatriado. En Cuba, para esos militares había dos amenazas: una revuelta social protagonizada por esclavos y la amputación de la patria. En Barcelona se asustaron porque también vieron peligros parecidos: el separatismo catalán y el obrerismo. "Todos esos militares compartían un nacionalismo español integrista", explica Casals.

"En Cuba es donde se inventaron los nacionalismos modernos. A menudo se olvida que una de las guerras que más influyeron en el siglo XX es la de Cuba", enfatiza Ucelay-Da Cal. "Fue una guerra civil identitaria, racista y social", añade. En Barcelona, la capitanía militar hizo todo lo posible por depredar competencias de los gobernadores políticos. "Hubo la voluntad de crear un poder militar regional y ese poder militar fue creciendo para hacer frente a la revuelta obrera ya la eclosión del catalanismo", dice Casals. Entre 1918 y 1923, la capital catalana era un lugar bastante convulso. Eran los años del pistolerismo: había mucha violencia, pero desigual, porque la patronal tenía mucho más dinero para pagar a sus pistoleros. Se calcula que en esos cuatro años en Barcelona hubo 424 víctimas mortales, de las que 168 eran sindicalistas y anarquistas, 76 obreros de filiación desconocida, 40 patronos, 29 encargados y 30 agentes de la autoridad.

Xavier Casals y Enric Ucelay, autores de 'El fascio de las Ramblas'.

Hubo un momento, pero –sobre todo después de la huelga de la Canadenca–, que los catalanistas más conservadores, como la Lliga Regionalista, tuvieron un dilema porque temían a los obreros. En 1918 la CNT tenía 54.572 afiliados, cifra que, según datos de Josep Termes, se cuadruplicó al año siguiente. En las calles había conflictos y la Liga quería orden. "Apoyaron a Capitanía, pero Capitanía no simpatizaba nada con el catalanismo, más bien al contrario. Como ansiaban el orden y consideraban que Madrid no destinaba suficientes recursos a Barcelona, pensaron que era necesaria una "solución catalana" para gestionar el orden público. Siempre se ha hablado de la Mancomunidad y de un poder regional, pero en realidad había dos poderes regionales, el catalanista y el militar", defiende Casals.

Las Ramblas, una convivencia imposible

En el libro, ambos historiadores muestran un mapa de las Ramblas y hasta 20 emplazamientos relacionados con las izquierdas, las derechas, la ultraderecha y los militares: en lo alto estaba el Casino Militar y, al final, Capitanía. En medio, la revista Cu-Cut!, La Voz de Cataluña, Unión Catalanista, CADCI, la Liga Patriótica Española, el Gobierno Civil, la Federación Patronal, los Sindicatos Libres... Podía pasar de todo y, de hecho, sucedieron muchas cosas.

El intelectual marxista italiano Antonio Gramsci llegó a afirmar que Barcelona dio a luz un fascismo que precedió al de Mussolini. ¿Pero qué fascismo era el que tuvo las Ramblas como escaparate y escenario? "El fascismo es la única ideología de los siglos XIX y XX que asume su propia demonización. Sí, somos malos... ¿Y qué?, vienen a decir", dice Ucelay-Da Cal. En ese fascismo de primera generación, argumentan los historiadores, la acción estaba por encima de la reflexión. "La teoría se improvisó sobre la marcha y quizás ni siquiera hubo intención de elaborarla. En el caso de la Liga Patriótica española era la defensa de la unidad indisoluble de la patria", afirma Ucelay-Da Cal. "Entre los miembros de la LPE había muchos oficiales de la guarnición militar de Barcelona y policías", dice Casals. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en Italia y Alemania, aquí estos grupos fascistas siempre estuvieron supeditados al ejército. "En Italia y Alemania hubo un fascismo creado desde abajo que conquistó el poder; aquí fue un fascismo creado desde el poder para mantener el orden", dice Casals.

Franco tomó buena nota. De todo lo que sucedió en Barcelona y de los errores de Miguel Primo de Rivera, el dictador que le precedió entre 1923 y 1930. "En el fondo, el franquismo, si lo miramos con una perspectiva de larga duración, no fue otra cosa que un desarrollo más amplio de lo que había sido la capitanía cubana en Barcelona. Un poder militar centralizado. Por otra parte, Franco tomó buena nota de los errores de Primo de Rivera", resume Casals. Entre otras cosas, reprimió mucho más y no se asoció con el monarca.

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