Castellucci hace bailar el 'Réquiem' de Mozart
El creador italiano debuta en el Liceu escenificando la obra maestra del compositor austríaco


BarcelonaA priori, todo apunta a que será uno de los espectáculos del año: una obra maestra musical, el Réquiem de Mozart; un director musical extraordinario, el italiano Giovanni Antonini, fundador de Il Giardino Armonico; y un reputadísimo creador escénico, el también italiano Romeo Castellucci, que se estrena en el Liceu. Todo ello con la Orquesta y el Coro del Gran Teatro del Liceo, donde se harán siete funciones, del 18 al 26 de febrero (el día 17 habrá una función en versión concierto para menores de 35 años en la Sagrada Família, que será grabada por el canal Arte).
La intervención dramatúrgica en obras estrictamente musicales es legítima, aunque los resultados no siempre son suficientemente satisfactorios. En el mismo Liceu, tanto el War requiem de Britten intervenido por Daniel Kramer y el fotógrafo Wolfgang Tillmans cómo El Mesías de Händel (revisado por Mozart) con propuesta escénica de Robert Wilson generaron división de opiniones. En un extremo, quienes consideran que la escenificación menosprecia la soberanía de la música; al otro, quienes defienden que los estímulos visuales amplifican el alcance de la partitura.
El Réquiem según Castellucci, estrenado en Aix-en-Provence en el 2019, vuelve a alimentar el debate, porque su intervención no es precisamente modesta; incorpora una dramaturgia sobre el ciclo de la vida que comienza con una anciana en la cama y va atrás para celebrar la vida antes de la muerte; hace que el corazón baile danzas inspiradas en diferentes folclores europeos, añade imágenes sobre la extinción y la desaparición y, como es habitual en sus creaciones, existe una fuerte carga simbólica en cada decisión. "La escenografía ilustra que tan pronto como la vida brota, también se avecina su desaparición", dice Silvia Costa, directora escénica asociada.
"Es un espectáculo con un simbolismo extremo que no deja a nadie indiferente; piensas durante días y provoca preguntas –explica Antonini, que defiende la libertad interpretativa del espectador–. Estos días pensaba en el músico Herbie Hancock, quien en su autobiografía explica que mientras hacía la banda sonora de Blow up le dijo a Antonioni [el director del filme] que no entendía la escena del partido de tenis sin raquetas. "Puede interpretarlo como quieras", le respondió Antonioni".
Éste Réquiem, que también incluye otras piezas de Mozart como la Música para un funeral masónico, tendrá como solistas a Anna Prohaska (que hace unas semanas cantó el Dream requiem de Rufus Wainwrigt en el Palau de la Música), Marina Viotti, Levy Sekgapane y Nicola Ulivieri, pero el gran protagonista es el corazón, que ha tenido que adaptarse a las circunstancias coreográficas propuestas por Castellucci. "Es un reto –dice Pablo Assante, que se estrenó como director del Cor del Liceu con el War requiem de Britten–. Las danzas, aunque pensadas para bailarines no profesionales, requieren una forma física y un entrenamiento muy especial. La respiración es la base de este canto, y en esta obra hay que aprender a coordinarla con el movimiento".
Castellucci-Pichon-Antonini
Giovanni Antonini asume la dirección musical de una producción del Réquiem de Mozart que nació en Aix-en-Provence en 2019 fruto de la colaboración entre Romeo Castellucci (que tiene pendiente dar continuidad a la tetralogía de Wagner) y el músico francés Raphaël Pichon. Por cierto, entre el público barcelonés todavía resuena el maravilloso concierto que Pichon y el Ensemble Pygmalion hicieron del Réquiem mozartiano en el Palau de la Música. Antonini es consciente de este origen, y admite que en el Liceu sonará diferente por razones obvias: "Pichon lo hace con su orquesta de instrumentos antiguos, y nosotros con una orquesta sinfónica moderna". Sobre la orquesta del Liceu, que Antonini dirige por primera vez, habla maravillas. "He encontrado a músicos que han crecido con la música barroca, y el ambiente de trabajo es extraordinario. Mi propuesta se aleja de las convenciones de determinadas maneras de interpretar el Réquiem que no se sabe cuándo se convirtieron en una tradición. Nosotros, en cambio, vamos a sus orígenes", explica Antonini.