¿Tiene sentido programar 'Madama Butterfly', actualmente?
Barcelona"Quien no puede vivir con honor, muere con honor", exclama Cio-Cio-San, la protagonista de la ópera Madama Butterfly (1904), de Puccini. Qué sentencia más inesquivable para alguien que ha vivido en el sueño y el engaño más cruel: el del amor idealmente perfecto y realmente no correspondido. ¿Qué sumisión más escalofriante la de someterse a la ilusión del retorno del amado que ha huido y se ha olvidado de la mujer, el amante, la sirvienta, la geisha? Quien entiende que el marido de Butterfly vuelva a la ciudad de Nagasaki, en la isla de Kyūshū, con su mujer estadounidense y le arrebate a su hijo, lo que será la gota que colmee el vaso y que provocará el suicidio de la mariposa?
Butterfly es una mariposa más de una colección de muchas mariposas. Me la imagino dentro de una caja de cristal atravesada por una aguja mortal, y sí, con esa sensación me fui del Liceu, con una aguja atravesada en el pecho... pensando si la ópera no necesita nuevos contenidos o si es necesario antes de empezar una ópera consolidada de esta magnitud musical y dramática, hacer que el público reflexione sobre la condición de la mujer hoy, actualmente, y de sus argumentos. ¿Temas como el desprecio a la mujer, la violencia de género y la falta de perspectiva feminista puede que tengan que explicarse antes de ver una representación de esta ópera (y de otras muchas, por supuesto)? Con esto no estoy diciendo que deba aplicarse una política de la cancelación, pero es necesaria una reflexión profunda respecto a los problemas que viven las víctimas de la violencia de género. ¡Ya basta!
Clixés culturales caducos
Volviendo al honor, Butterfly ya lo ha perdido cuando Pinkerton se casa con ella embobado por la representación del estereotipo de la mujer japonesa. El personaje de Cio-Cio-San es representado según un arquetipo de la mujer sumisa, fiel y sacrificada, que se conforma con un papel secundario en relación a los hombres. Este hecho perpetúa una visión orientalista y exótica de las mujeres asiáticas, que contribuye a reforzar unos clichés culturales caducos. Además, existe una dependencia emocional de la figura masculina, pues la trama gira en torno a la obsesión de Cio-Cio-San por Pinkerton, el marinero estadounidense al que ama incondicionalmente a pesar de su trato abusivo y el abandono a la que se ve sometida. La consecuencia de todo esto es una narrativa en la que el valor y la felicidad de la protagonista dependen de un hombre y en la que vivimos una idealización del sacrificio femenino, ya que la muerte de Cio-Cio-San al final de la ópera puede interpretarse como una glorificación del sacrificio extremo por amor y honor, una narrativa que a menudo se ha utilizado para limitar la libertad de las mujeres y justificar su sometimiento.
Podemos añadir aún más cosas, que existe una actitud totalmente pasiva por parte de Cio-Cio-San ante Pinkerton, quien ejemplifica una arrogancia colonialista y patriarcal tratándola como una propiedad temporal. El hecho de que la protagonista no tenga mecanismos para defenderse o imponer su voz refuerza su condición de víctima en un sistema desigual e injusto. Aunque Butterfly es la diva, su voz está condicionada por la narrativa masculina, no tiene voz propia porque la ópera no explora en profundidad sus deseos ni sus ambiciones, más allá del amor hacia Pinkerton, y perpetúa la idea de que la identidad femenina es subsidiaria de la masculina.
Una escritura musical sofisticada e innovadora
Pese a todas estas objeciones sobre el argumento y sobre el papel de Cio-Cio-San y Pinkerton, debo reconocer que Puccini utiliza una escritura musical sofisticada e innovadora que combina elementos del verismo italiano con influencias orientales para crear una atmósfera única e inmersiva. Sus melodías son amplias, líricas y expresivas, diseñadas para capturar las emociones de los personajes. Aries como Un beleno, vedremo (Un buen día, veremos) reflejan la esperanza y la vulnerabilidad de Cio-Cio-San con una melodía delicada y llena de sentimiento.
Si bien el libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa es de una alta calidad poética y la batuta de Puccini se fundamenta en una visión occidentalizada de la cultura japonesa, incorpora elementos musicales que pretenden evocar el ambiente oriental con el uso de escaleras pentatónicas, armonías simples y adornos que imitan la música japonesa tradicional. También encontramos la intertextualidad en la canción popular Sakura, sakura, para evidenciar un aire más auténtico en la ambientación y la orquesta no sólo acompaña a los cantantes, sino que también participa activamente en la narración, con comentarios musicales que añaden capas de interpretación (aspecto relevante en el romanticismo y el postromanticismo musicales) .
Fieles al movimiento verista, las líneas vocales a menudo se integran con el discurso natural, con un uso dramático de la declamación y un recitativo fluido que evita las divisiones claras entre arias y recitativos tradicionales. En este sentido, la música está orientada a amplificar la verdad emocional de los personajes, a menudo con una tensión que alterna momentos de gran lirismo con pasajes de irresolución dramática para mantener a la audiencia emocionalmente involucrada. Pero esta audiencia emocionalmente involucrada, ¿se implica en el mensaje subliminar? ¿Y cuál es ese mensaje subliminar? Que ya no puede permitirse nunca más esta visión de la mujer, porque esta forma de representarla ya no encaja en la sociedad actual.
Magda Polo Pujadas es catedrática de música de la Universidad de Barcelona