La Unesco plantea reconstruir los budas gigantes de Afganistán

Hace 20 años que los talibanes destruyeron las emblemáticas esculturas, que son del siglo VI o VII

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Uno de los Budes gigantes de Bamian

El 26 de febrero del 2001 los talibanes, que entonces tenían el poder en Afganistán, decretaron la destrucción de todas las esculturas no islámicas del país, incluidos los llamados Budas de Bamiyán: dos esculturas enormes, de 38 y 55 metros de alto, respectivamente, que representaban a dos budas gigantes de pie y que habían sido excavadas entre los siglos VI y VII en un acantilado del valle de Bamiyán, en el centro de Afganistán. De ahí su nombre. La Unesco suplicó a los talibanes que no perpetraran esa locura, envió a un representante a Afganistán para intentar negociar y consiguió que la mayoría de países musulmanes lo apoyaran y exigieran a los talibanes que no destruyeran los budas. Pero fue en vano. A principios de marzo, los fundamentalistas dinamitaron las esculturas, que quedaron hechas añicos.

Cuando hace casi veinte años de la destrucción, las dos cavidades del acantilado que en su día ocuparon los antiguos budas siguen vacías, y los miles de fragmentos en los que las esculturas quedaron reducidas se guardan en varios almacenes en el valle de Bamiyán. Hay piezas tan grandes como un coche y otras tan pequeñas como una naranja. La Unesco acaba de publicar el libro The future of the Bamiyan buddhes statues [El futuro de los Budas de Bamiyán], en el que plantea qué hacer con todo esto y propone, entre otras opciones, reconstruir las esculturas.

Restos clasificados de los budas dinamitados por los talibanes.

“Protegemos el patrimonio original, por lo tanto, reconstruir no es una opción. Pero esta idea cambió después de la Segunda Guerra Mundial”, aclara por teléfono desde París la directora del Centro de Patrimonio Mundial de la Unesco, Mechtild Rössler, dando a entender, en consecuencia, que reconstruir los budas gigantes no sería una idea tan descabellada. Con todo, no hay consenso. Ni el propio gobierno afgano tiene claro qué hacer.

Por un lado, considera una oportunidad la reconstrucción de las dos esculturas: quizás entonces el valle de Bamiyán volvería a ser un lugar turístico que atraería a miles de visitantes de otros países, cosa que crearía nuevos puestos de trabajo. Por el otro, no lo cree factible: después de la destrucción de las esculturas, solo se consiguió recuperar la mitad de los trozos en los que quedaron reducidas. Además, en Afganistán no hay expertos que puedan trabajar en la reconstrucción, sino que tendrían que desplazarse desde el extranjero, cosa que plantea dos problemas más: la financiación y la seguridad. El país sigue en guerra.

El libro publicado por la Unesco propone opciones tan diversas como colocar en las cavidades vacías del acantilado paneles de fibra de dos dimensiones que recreen la forma de los budas antes de la destrucción; reconstruir solo una de las dos esculturas, pero con mármol blanco de Carrara para garantizar su perdurabilidad y conferirle tanta importancia como a las obras de Miguel Ángel –esta propuesta, por cierto, es de un equipo de expertos italianos; los budas originales estaban esculpidos en la roca y recubiertos de tierra cruda–, o no hacer absolutamente nada, es decir, dejar las cavidades tal como están, los restos de las esculturas en los almacenes y, en todo caso, crear un museo que explique todo lo que pasó. Sea como sea, el libro no llega a ninguna conclusión y la responsable de la Unesco admite que de momento es difícil que se llegue a alguna. El debate se mantiene abierto.

Una de las cavidades del acantilado donde estaban los budas y que ahora está vacía.

Pero mientras la Unesco sigue debatiendo, una conservadora-restauradora e investigadora catalana, Mònica López-Prat, está a punto de concluir una investigación para entender el proceso de fabricación y los materiales que se usaron para modelar esculturas monumentales como la de los Budas de Bamiyán, precisamente con el objetivo de desarrollar tratamientos específicos que permitan su conservación y restauración. Según dice, los budas son solo “la punta del iceberg”. En Afganistán hay infinidad de esculturas similares. El país fue una de las zonas por donde pasaba la legendaria Ruta de la Seda, que comunicaba el Próximo Oriente con China a través de Asia Central y en la cual se propagó el budismo. 

López-Prat inició su investigación casi por casualidad: se desplazó a Uzbekistán para trabajar y le enseñaron unas esculturas monumentales relacionadas con el budismo: “Me preguntaron si las podía restaurar y no supe qué contestar. No podía entender cómo estaban hechas”. Así, empezó a indagar y en 2018 viajó a Afganistán, donde visitó dos yacimientos arqueológicos y consiguió recoger una decena de muestras de varias esculturas.

A partir de estas muestras, la conservadora lidera un proyecto financiado por la National Geographic Society que compara la composición y la técnica utilizadas en las esculturas en Afganistán con el conocimiento preservado por una antigua casta de artistas de la arcilla bengalís, que podría estar empleando procedimientos muy similares a los que permitieron la creación de los Budas de Bamiyán. En el proyecto participan investigadores de la Universitat Politècnica de València, la de Barcelona, Pompeu Fabra, la Universidad de Calabria, la de Calcuta y el Instituto de Arqueología de Afganistán.

Las esculturas tienen un esqueleto rígido –de madera, ladrillos o piedra–, están recubiertas con argamasas hechas de barro y paja y aplicadas por capas y están ancladas a un elemento arquitectónico, que en el caso de los Budas de Bamiyán era la propia montaña. La investigación, asegura López-Prat, abre la puerta a elaborar metodologías específicas para la conservación de este tipo de obras, que tradicionalmente han sido restauradas con procedimientos poco adecuados para este tipo de esculturas, basadas en el uso de resinas y a menudo devaluando su incalculable valor artístico.

“Sería mucho mejor preservar y valorizar las muchas esculturas que todavía existen que dedicar incontables recursos a intentar rehacer una cosa que ya está hecha añicos”, opina la conservadora sobre la propuesta de reconstruir los Budas de Bamiyán. Al menos este es su objetivo.

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