"Sin luz no puedes hacer nada, te alimentas de bocadillos"
Dos afectados explican el drama que supone vivir en situación de pobreza energética

BarcelonaEn Cataluña son cada vez más las personas que sufren pobreza energética y viven sin acceso a servicios básicos como la electricidad, la calefacción o el agua corriente. Mari M. y Pedro (nombre ficticio para preservar su privacidad) comparten con el ARA sus vivencias para visibilizar un problema que crece y persiste. La falta de estos servicios esenciales no sólo afecta a la calidad de vida, sino que también genera gastos adicionales y compromete los derechos fundamentales. El contraste entre las dos realidades que conviven en una misma ciudad, e incluso en un mismo edificio, es impresionante.
"Mientras una gran parte de la población disfruta de una Navidad confortable en casa, con la calefacción encendida y reparadoras duchas de agua caliente, otra parte significativa de la ciudadanía sufre las consecuencias de la pobreza energética en silencio", explica Mari. "Sin luz no puedes hacer nada, te alimentas a base de bocadillos", añade, remarcando cómo la falta de electricidad afecta directamente a la alimentación.
Lleva una década viviendo en su piso actual, con su hija y su nieto, pero durante cuatro años no han tenido acceso a la electricidad y nunca han tenido acceso al agua en su hogar. "Llevamos diez años intentando tener agua en casa", añade Mari, subrayando la lucha constante por acceder a este recurso básico. Enfatiza reiteradamente y con firmeza la importancia de estos servicios: "Las personas que viven con el privilegio de tener luz y calefacción no se imaginan lo que significa no tenerlas", afirma.
Este testimonio describe así el impacto económico de estas carencias: "Cuando debes lavar la ropa, si no tienes luz o no tienes agua las consecuencias son las mismas, no puedes utilizar la lavadora y debes ir a una lavandería una o dos veces por semana y pagar los diez euros que cuesta". Esta realidad muestra cómo la pobreza energética puede generar gastos adicionales, agravando aún más la precaria situación económica de las familias afectadas.
La carencia de estos servicios esenciales tiene consecuencias directas en la higiene personal y obliga a las personas que se encuentran en esta situación a buscar estrategias para lavarse o desplazarse a casas de amigos o familiares de confianza para poder ducharse con agua caliente.
"Los inviernos son especialmente duros", revela Pedro que vio su vida dada la vuelta al perder el trabajo. Con casi cuarenta años, se vio forzado a ocupar un piso con conocidos. Cuenta que han pasado largas temporadas sin calefacción y sin agua caliente. La falta de suministros energéticos afecta a su vida cotidiana de múltiples formas: "No puedo cargar el móvil ni hacer cosas tan básicas como tostar el pan del día anterior", explica con impotencia y rabia, pero también con resignación. Para hacer frente a estas dificultades, Pedro explica que han tenido que recurrir a soluciones improvisadas como el uso de una bombona de camping gas que les permite calentar leche, agua y comida, aunque "no es nada cómodo ni práctico".
Pese a las dificultades, Pedro y otros afectados por la pobreza energética destacan la ayuda de Cruz Roja, que les proporciona un kit que incluye elementos prácticos como bombillas LED, burlones adhesivas de caucho para colocar en las ventanas y aislarlos del frío y otros materiales, según las necesidades. Medidas que, aunque no resuelven el problema, ayudan a mitigar algunos de los efectos más inmediatos.
La historia de Mari y Pedro no son casos aislados. El 20,1% de las personas que viven en Cataluña, según el análisis elaborado por el ARA y CORRECTIV.Europe con los datos más recientes disponibles del año 2023, se enfrentan a una dura realidad que se ha convertido en un reto social y económico.