Más allá del km 0, hace falta un cambio de hábitos y de regulación

Los expertos piden incluir la huella ecológica en el precio de los productos, pero sin castigar a los más pobres

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Un labrador en el Parque Agrario del Prat.

Barcelona¿Cómo puede ser más barato comprar por internet una batería de móvil que viene de China –en un paquete solo para ti que ha atravesado medio mundo– que ir a buscarla en la tienda? Es uno de los absurdos del sistema de producción y distribución global que ahora está en el punto de mira por la crisis de desabastecimiento de la pospandemia . Una cadena global que tiene un impacto medioambiental catastrófico, insertado en la huella ecológica de los productos que consumimos. ¿Cómo podemos reducirla?

Está claro que hace falta un cambio de hábitos de consumo, sin embargo el ciudadano no tiene toda la responsabilidad. “Los consumidores somos prisioneros de un modelo globalizado y tenemos menos libertad de la que nos pensamos. Con la media de los sueldos que tenemos y destinando el 70% a la vivienda, es muy difícil poder escoger un consumo responsable medioambientalmente”, dice Gustavo Duch, coordinador de Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.

Y es que justo en el precio de las cosas es donde está la clave. Todos los expertos coinciden que habría que tener en cuenta la huella ecológica en los precios finales, para que deje de salir más barato contaminar que no contaminar. “Pero hay que ir con mucho cuidado con cómo se hace esto, porque vamos cargando de fiscalidad verde al ciudadano, pero no le sacamos la fiscalidad gris y la presión económica es demasiado elevada”, coincide Jordi Oliver, director ejecutivo de Inèdit. Que suban los impuestos verdes pero baje el IRPF, por ejemplo.

Pero ahora mismo este coste ambiental no solo no se tiene en cuenta, sino que ni siquiera se explica. La ley de cambio climático catalana, aprobada en 2017, establecía la obligatoriedad de comunicar la huella de carbono en los materiales de construcción a partir de 2020 y en las etiquetas de los “productos industriales finales” a partir de 2021. Ninguno de las dos cosas se ha hecho, “a la espera de una regulación que lo desarrolle y que aclare por ejemplo qué se considera como producto industrial final”, apunta Oliver.

Kilómetro cero

Combatir la crisis climática en la lista de la compra

Para reducir nuestra huella de carbono, es decir, el CO₂ y otros gases de efecto invernadero que genera cada ciudadano, hay que saber de dónde procede, y esto es principalmente del consumo de energía (incluida la energía utilizada para el transporte) y del consumo alimentario. Un estudio hecho en la ciudad de Barcelona, por ejemplo, dice que el 70% de las emisiones que se atribuyen a la ciudad vienen solo de la alimentación. Este sería un punto, pues, fundamental para el cambio.

“Imagínate si en lugar de euros pagáramos en una unidad energética; el precio sería los kilojoules que ha costado producir aquello. La carne de cerdo costaría mucho, pero si es un cerdo de granja ecológica de proximidad, costaría menos”, destaca Duch. La alimentación catalana actual es muy dependiente de las importaciones y algunos sectores, como el de la carne, están en cambio totalmente orientados a la exportación. Todo con una gran huella ecológica. Pero hay estudios, como el del ingeniero técnico agrícola Josep Tusón Valls, que aseguran que el autoabastecimiento alimentario en Catalunya es posible.

La apuesta creciente por productos kilómetro cero va en esta dirección. Y requiere unos cambios de dieta que a la vez serían más saludables. Pero habría que cambiar también otras cosas, como las formas de producción. Una de las consecuencias de la actual crisis de desabastecimiento es la falta de fertilizantes para la industria agraria intensiva, puesto que son derivados del petróleo. “La agricultura ecológica, que utiliza estiércoles, no tiene problemas de abastecimiento y a la vez no envenena la tierra”, apunta Duch. Doble beneficio. “¿Pero qué están haciendo las administraciones para fomentar este cambio?”, se pregunta.

Economía circular

El reciclaje y la recuperación de materiales es indispensable

Hay otros sectores en los que el autoabastecimiento no es posible. “Una parte del comercio global no solo es imprescindible, sino deseable”, dice Oliver. El problema son las dependencias. Una de las más grandes es la del gas y el petróleo, pero la ciencia climática justamente llama a abandonarlos. Materials críticos para la economía verde, como los minerales raros que se usan para las baterías, también vienen de China y otros países, aunque en terreno europeo sí que hay reservas. “Las minas que había en el estado español se han cerrado porque es más barato traerlos de China”, recuerda el biólogo y catedrático de ecología Joan Domènec Ros. Y es más barato porque la minería china no tiene en cuenta la protección ambiental.

Pero más que abrir minas, lo que ya se puede hacer es reciclar aparatos y recuperar materiales: economía circular. Además de reducir el consumo: no hace falta un móvil nuevo cada dos años. En los hábitos más cotidianos, el reciclaje y la instauración de sistemas de retorno de botellas son otras formas de economía circular que reducen la huella ecológica.

Decrecimiento

Crecen los llamamientos a cambiar el principio económico del crecimiento

Además de la responsabilidad del consumidor y de las administraciones, está la de las empresas, y la de un sistema económico basado completamente en esta globalización de la cadena productiva y comercial. “Esto es muy difícil de cambiar, la crisis será dura, y ya hace tiempo que muchos economistas y ecoeconomistas dicen que la solución pasa por el decrecimiento”, apunta Ros. Ciertamente, cada vez son más los llamamientos a abandonar el principio del crecimiento anual del PIB como única medida de progreso económico. Esto, según Ros, es posible incluso en el actual contexto de crecimiento exponencial de la población mundial, que requerirá muchos más recursos en el futuro. Conjugar las dos cosas “es posible a través de un desarrollo asimétrico, en el que los países desarrollados tengan un crecimiento cero o quizás negativo y los países en vías de desarrollo [donde más crece la población] lo tengan un poco positivo hasta llegar a un nivel adecuado de desarrollo”, explica Ros. Se trata de que los países ricos limiten su crecimiento.

Ros admite que esta opción no está todavía sobre la mesa seriamente. “Quizás los jóvenes que se manifiestan en la calle contra la crisis climática serán la primera generación que votará por los partidos políticos que tengan esto en el programa”, apunta.

‘Carsharing’

Comprar menos o cambiar la manera de consumir

El decrecimiento, de hecho, también puede empezar por los hábitos de consumo: por dejar de comprar coches y apostar por el carsharing, que ya funciona en muchos países y ciudades, o los sistemas de alquiler de vehículos eléctricos, que también están en alza. En Catalunya, el impuesto sobre el CO₂ de los vehículos que apenas se está pasando a cobrar por primera vez estos días, y que ha levantado mucha indignación entre los ciudadanos afectados, busca precisamente ser un incentivo hacia este cambio.

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