Energía

El petróleo endurece la crisis de las primeras materias

El encarecimiento de la energía ya impacta en la industria y los expertos temen una espiral inflacionista

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Petrolífera en la República Checa.

BarcelonaLa gasolina ha subido un 20,6% desde principio de año, y el gasóleo un 23,09%. Un encarecimiento que refleja la subida del precio del petróleo, un factor que añade presión a la recuperación económica pospandemia. Hay dos indicadores económicos que lo muestran claramente. El primero, la inflación, que en España se ha disparado hasta el 4% y en Catalunya hasta el 3,7%, según los datos de septiembre del Instituto Nacional de Estadística (INE). El segundo indicador es la confianza empresarial para el cuarto trimestre. Todavía sube, un 1,1%, pero es el alza más moderada del periodo pospandemico. Y hay un elemento clave: en la mayoría de sectores mejora, pero no en el caso de la industria. “Mejora la confianza, pero se desinfla la euforia”, resume Joan Tristany, miembro del Colegio de Economistas y director general de la asociación de empresas industriales internacionalizadas Amec.

La preocupación en el caso del encarecimiento del petróleo afecta en dos aspectos. Por un lado, hace aumentar los precios de los carburantes y, por lo tanto, encarece la logística y el transporte en un momento en que los cuellos de botella ya han hecho subir los precios. Por el otro, todavía hay muchas industrias que tienen en el petróleo una de sus primeras materias.

Para hacerse una idea, el petróleo Brent, de referencia en Europa, bajó hasta los 20 dólares el barril en abril de 2020, durante el confinamiento. Ahora el precio del barril bordea los 85 dólares. Es la primera vez desde 2018 que llega a estos precios. Es cierto que en ocasiones anteriores ha marcado precios superiores, incluso de más de 100 dólares, especialmente en 2008 y el periodo entre 2011 y 2014. Pero era una situación muy diferente, en momentos de crisis y con unos precios del resto de primeras materias mucho más normalizados.

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“El peligro es caer en una espiral inflacionista”, indica el catedrático de economía de la UPF José García Montalvo. Es cierto que la mayoría de banqueros centrales aseguran que el momento de alzas de precios actual es transitorio. Pero la Agencia Internacional del Energía (AIE) ya ha avisado: el precio del petróleo se mantendrá alto. La causa está en el hecho que para el primer semestre del año que viene se prevé que la demanda mundial del oro negro llegue a los niveles prepandemia, y logre los 99,5 millones de barriles diarios.

Una demanda alta y que, por lo tanto, presionará los precios al alza. Pero además, el petróleo no se puede sustraer del encarecimiento del gas, la luz y el carbón. El alto precio del gas natural y del carbón “están provocando un desvío masivo” hacia el petróleo y sus derivados para la generación eléctrica y los usos industriales, lo que tendrá consecuencias en los precios, advertía esta misma semana la AIE. Este organismo indicaba que el fuerte aumento de la demanda, que se aceleró en septiembre con la recuperación poscovid y los operadores que huían del gas y el carbón, junto con la lentitud de los países de la OPEP para recuperar la producción, además del impacto del huracán Ida en Estados Unidos, están llevando a los altos precios de petróleo.

Para el profesor García Montalvo, el incremento del precio del petróleo forma parte del encarecimiento general de la energía. La causa, explica, es la transición energética. Hacerla tiene un precio, y si se quiere acelerar para cumplir los objetivos de París, el coste aumenta. “Queremos ir muy rápido, pero la economía no lo aguanta”, indica este académico.

Las consecuencias pueden ser importantes, indica García Montalvo, porque al final el encarecimiento energético –incluido el petróleo– generará inflación. Algunas empresas, sobre todo del sector del acero, ya han empezado a reducir e incluso parar la producción por el coste energético. El encarecimiento de la luz, el gas y el petróleo llevará a las compañías a interiorizar los costes y ganar menos o incluso entrar en pérdidas, o acabará repercutiendo en el incremento del gasto energético en sus productos con una subida de precios. El problema más grave, indica García Montalvo, es que muchos gastos, como sueldos y pensiones, están indexados al IPC.

Por su parte, Joan Tristany también ve riesgos inflacionistas. “Quien más sufre el encarecimiento energético y la carencia de primeras materias es la industria”, explica. Esto hace que la confianza empresarial no sea igual por sectores –por ejemplo en los servicios es más grande que en la industria– y empieza a variar por comunidades. “Las comunidades muy turísticas, como las Baleares y las Canarias, muestran más confianza empresarial que aquellas donde el peso de la industria es más grande”, apunta Tristany.

Lo que queda claro es que en los próximos meses no se prevé un abaratamiento del petróleo, tal y como destaca el AIE en su último informe. La agencia indica que a las tensiones de suministro se le suman los problemas del sector del refinamiento en China e India. Por lo tanto, indica, los precios energéticos, junto con los problemas de suministro, ya están llevando a la revisión a la baja de las previsiones del crecimiento económico de muchos organismos.

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