Salud

Los pies: el secreto para cuidar el resto del cuerpo

Podólogos y fisioterapeutas alertan de la importancia de cuidar los pies, que son mucho más importantes de lo que pensamos

Unos pies en una imagen de recurso.
24/01/2024
3 min

BarcelonaLos pies son una parte del cuerpo que nos queda allá abajo, y como, prácticamente siempre, los llevamos tapados, es una de esas partes olvidadas y podríamos añadir que maltratadas. Nos preocupamos de llevar las uñas bien arregladas en verano cuando nos quedan al descubierto con las sandalias, pero el resto del año ni las miramos; nos gusta vestirlos con calzados que, para escogerlos, a menudo, hacemos más caso a nuestro estilo, gusto o moda del momento que a su funcionalidad y confort.

De todas formas, sólo son esta parte olvidada de nuestro cuerpo cuando no los notamos, no se quejan o no nos duelen. Por tanto, podemos afirmar que aplicamos lo que dicen los ingleses de “si no hay noticias, es que todo va bien”. Sin embargo, esta afirmación no acaba de funcionar en este caso, ya que unos pies con problemas, aunque no se manifiesten de entrada, pueden generarnos molestias o lesiones futuras. Y no sólo en los pies, sino también en otras partes del cuerpo.

El podólogo Enric Violan nos describe cómo deben ser unos pies sanos: “Son aquellos que no dan problemas ni dérmicos, ni mecánicos a la hora de caminar y que permiten a la persona realizar su actividad cotidiana y laboral y moverse de forma activa y saludable”.

Un problema latente en los pies no pasa desapercibido. Es molesto y lo notamos en cada paso o, simplemente, al ponernos de pie. La cuestión está en que la mayoría de las patologías en los pies desembocan en lesiones secundarias porque obligan a cambiar la pisada para evitar el dolor y “acaban afectando a la mecánica de la marcha con los futuros dolores articulares y tendinosos en rodillas, caderas, zona lumbar ya los mismos pies”, explica Marc Codina, fisioterapeuta.

Las principales lesiones de los pies se pueden dividir en tres grandes grupos, como nos explica Violan: “Las lesiones dérmicas, como los callos o los ojos de piojo que aparecen exceso de presión sobre una zona determinada; las lesiones en las uñas debido a cortarlas mal o por hematomas debido a correr, andar mal o por una mala elección del calzado; las lesiones tendinosas y musculares causadas por un exceso de carga deportiva o de una mala posición del pie, sea estructural o en la mecánica de la pisada”.

En todos los procesos médicos, una de las claves está en la prevención, y es que, en general, tal y como dice el refrán, sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. En este sentido, tanto Codina como Violan insisten en adelantarnos al problema para evitar futuros o más complicados. “Si no hacemos un control preventivo, los dolores acabarán apareciendo y, seguramente, con mayor gravedad”, explica Codina, que se encuentra con casos de estos, a menudo, en su consulta.

Violan añade: “Para detectar futuras complicaciones, son muy importantes las visitas preventivas que, por lo general, no se hacen. Normalmente, cuando se detecta el problema es porque ya ha aparecido y, por tanto, suele estar avanzado”.

De la misma manera que cuando los niños son pequeños pasan revisiones oculares y dentales, es muy recomendable revisar que la pisada sea adecuada y que no existan malas formaciones en los pies. De este modo, es más fácil anticiparse a posibles patologías y gozar de bienestar y de salud articular mientras crecen y, posteriormente, en la edad adulta.

En cuanto a los adultos, Violan insiste: “Sean deportistas o no , todas las personas deberían realizar visitas preventivas al podólogo cada cierto tiempo. Pero sobre todo, deberían acudir las personas que padecen diabetes o con patologías vasculares, ya que una herida en el pie de estos pacientes se puede complicar mucho”.

Así pues, qué medidas podemos tomar para tener un buen cuidado de los pies ?

Violan nos las detalla: “La visita preventiva y realizar controles biomecánicos –controles de cómo caminamos– es clave, pero en casa también podemos hacer mucho trabajo, como cortarnos las uñas correctamente –cuadradas en la parte delantera–, hidratarnos bien los pies a diario, sobre todo los pacientes con diabetes y con problemas vasculares, y elegir un buen calzado –que no tenga un exceso de talón y que sea ancho de la parte delantera”.

¿Plantillas sí o no?

Si hablamos de los pies, lo normal es que nos venga a la cabeza el uso de las plantillas. Y como todo en esta vida, dependerá de cada caso, de cada persona, y siempre debe ser un experto quien determine su uso.

De todas formas, “debemos tener muy claro que, salvo en casos puntuales, poner unas plantillas no soluciona el problema a largo plazo. Las plantillas deben ir acompañadas de ejercicios de refuerzo muscular, de estiramientos y de control motor, así como de trabajo de fisioterapia y osteopatía para descargar las zonas más afectadas”, explica Codina.

Un diagnóstico tardío

Jordi Alsina, corredor y propietario de una tienda especializada en calzado deportivo, nos aporta un testimonio muy interesante que repasa punto por punto los consejos de Violan y Codina.

Alsina, ya de adulto, empezó a sufrir daño debajo del pie. Al inicio poco, pero el dolor se fue incrementando hasta que llegó un punto en el que Alsina prácticamente no podía estar de pie sin dolor y tuvo que dejar de practicar su deporte, que es correr. “Targué mucho en hacérmelo mirar, la lesión ya estaba muy avanzada y costó mucho encontrar el diagnóstico final”, admite.

Le diagnosticaron una metatarsalgia, es decir, una sobrecarga en la zona del metatarso: "Me pusieron plantillas y me hicieron unas infiltraciones, pero no mejoré", explica.

Pasar tanto tiempo pisando mal le trajo desajustes en otras partes del cuerpo y los consiguientes dolores.

Por último, después de diferentes especialistas y de muchas pruebas, se dieron cuenta de que tenía una malformación de nacimiento: la segunda articulación del dedo le quedaba más adelante; por tanto, llevaba toda la vida con un mal pisado que, hasta entonces, no se le había manifestado.

“Optaron por operarme y limar estas partes más largas para que todo el pie apoyara bien de nuevo. Tardé unos meses en recuperarme, pero ahora, aunque algún día todavía noto una pequeña molestia, estoy muy bien”, explica Alsina, que vuelve a correr con normalidad y puede hacer su trabajo de tendero –muchas horas de pie – sin problemas.

Por último, Alsina, como buen especialista en calzado, nos aconseja lo siguiente para escogerlo de la manera correcta: “A partir de una gama, prácticamente, todos los calzados son buenos, tienen buena amortiguación y cuidado de los pies, pero vale la pena tener muy claro qué función va a realizar cada zapato y comprar en lugares donde nos puedan aconsejar bien”.

La comodidad es básica, pero también tener en cuenta qué tipo de pisada hacemos. Si hemos realizado un estudio de la marcha o visitas preventivas con el podólogo sabremos qué biomecánica tenemos y podremos escoger un calzado adecuado más fácilmente, pero si no es el caso, “el calzado viejo nos da mucha información si observamos si lo desgastamos mucho o no , y de qué parte queda más desgastado. De esta forma podremos elegir zapatos que se adecuen a nuestra pisada y con diferentes densidades de goma de la suela dependiendo de las presiones que ejerzamos”, concluye.

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