Unión Europea

La guerra reabre el debate: riesgos y beneficios de ampliar la UE hacia Ucrania y los Balcanes

Los Veintisiete temen que la ampliación haga ingobernable al club y requiera demasiados esfuerzos económicos

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Ursula von der Leyen con Volodímir Zelenski en Kiiv.

BruselasLa Unión Europea llevaba tiempo guardando en el cajón el debate sobre su potencial ampliación, pero la invasión del régimen de Vladimir Putin contra Ucrania lo ha vuelto a poner sobre la mesa. Por un lado, el bloque europeo teme que se le acaben escapando los países de los Balcanes afines, que comienzan a impacientarse de estar en la sala de espera de la adhesión prometida, y se vayan dejando caer cada vez más bajo la influencia de Rusia y China. Y, por otro, los Veintisiete saben que la inclusión en el club es crucial para Kiiv, que anhela guarecerse en el bienestar económico y social de la UE, y la seguridad militar de la OTAN. "Si no fuera por la guerra seguro que no estaríamos hablando de ello. La UE no es una potencia militar y una de las pocas armas que tiene en sus manos es la carta de la ampliación", destaca el investigador del Cidob Héctor Sánchez Margalef.

Pese a que el bloque europeo cada vez se acerca más a Ucrania, la mayoría de los estados miembros tienen ciertas incidencias en la aceleración de los procesos de adhesión de Kiiv. Primero, claro, debe acabar la guerra y, después, piden que el estado ucraniano cumpla con todos los estándares europeos en materia de transparencia, lucha contra la corrupción y estado de derecho. En este sentido, apunta el experto del Cidob, también se evidencian "las diferencias" entre los países del este y del oeste del blog: "Para Polonia, por ejemplo, ya podría entrar mañana mismo, pero Francia o Alemania también quieren un compromiso político, democrático y económico firme".

Ahora bien, incluso los países geográficamente más cercanos a las fronteras ucranianas tampoco lo tienen tan claro cuando ven que les afectaría el bolsillo. Ucrania es un país eminentemente agrícola que sería uno de los grandes beneficiarios de las políticas agrarias comunes (PAC) y, por tanto, algunos estados que ahora mismo se favorecen pasarían a ser contribuyentes netos. Además, se convertiría en un gran competidor de los países del este que ya se encuentran dentro del club comunitario y que también son destacados productores de cereales. "Se ha visto muy claro con el bloqueo unilateral del grano ucraniano de Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumanía y Eslovaquia", ejemplifica Sánchez Margalef.

La UE avui
Situació dels països europeus

Además, los Veintisiete también deberían incrementar el presupuesto de la UE para financiar la reconstrucción de Ucrania una vez terminada la guerra, algo que desagrada, y mucho, a algunos estados miembros, sobre todo los llamados frugales (los Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca).

Todos estos factores son determinantes porque, tal y como apunta la investigadora del think tank EPC Amanda Paul, "no está claro cuál es el mínimo de reformas que debe llevar a cabo Kiiv" para ser aceptado en el club europeo y Bruselas, a la hora de la verdad, puede ser más exigente o menos, o acelerar o ralentizar el proceso de adhesión según le convenga.

Evitar que los Balcanes caigan de la esquina rusa

Más allá de Ucrania, la guerra también ha empujado al bloque europeo a acercarse más –al menos de forma simbólica– a los Balcanes Occidentales. La UE siempre ha querido llevarse bien con los países que son sus vecinos más inmediatos, como Albania, Bosnia y Herzegovina, Montenegro o Macedonia del Norte, pero lleva años manteniéndolos en el estatus de candidato y todavía está muy lejos de dar el último paso: aceptarlos en el club. A estos estados, ante las falsas expectativas jamás concretadas y el rápido proceso de adhesión de Ucrania, se les está empezando a terminar la paciencia, y Rusia y China lo están aprovechando. "La UE por fin ha entendido que su poco entusiasmo con los Balcanes Occidentales ha permitido a Rusia reforzar su posición en la región mediante campañas de desinformación contra la UE y Estados Unidos", asegura la investigadora Amanda Paul.

Los Veintisiete, como en el caso de Ucrania, también creen que los Balcanes financieramente les supondrían demasiado esfuerzo y, además, ven menos potencial de crecimiento que en el país ucraniano. Ahora bien, más allá de la economía, los grandes estados miembros de la UE sobre todo temen que una ampliación de esa magnitud pueda complicar más que nunca la gobernabilidad del club. Por este motivo, una de las medidas que se han puesto sobre la mesa, y que lleva tiempo estudiando, es la posibilidad de que se puedan aprobar acuerdos por mayoría cualificada, y no por unanimidad. De esta forma, por ejemplo, se evitaría que Hungría y Polonia, que son algunos de los países que ahora mismo nadan más a contracorriente del club, puedan bloquear grandes consensos.

Erdogan hace la vivo-vivo

Durante los últimos años el régimen turco, liderado por la autoridad Recep Tayyip Erdogan, se ha alejado mucho de la UE y ha enterrado los tiempos en los que parecía que Turquía podría acabar formando parte del club europeo. Además, con la invasión rusa en Ucrania, jugó un papel muy equidistante y Erdogan mostró siempre buena sintonía con Putin. Ahora bien, en la última cumbre de la OTAN, el dirigente otomano permitió la entrada de Suecia en la Alianza Atlántica a cambio de que, entre otras peticiones, se "reabre el camino" hacia la UE de Turquía. A los pocos minutos, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, escribió por Twitter que había que volver a "explorar las oportunidades" con Turquía, "revitalizar las relaciones" y la "cooperación".

Este gesto, sin embargo, no es se ha concretado en nada y, por supuesto, la adhesión de Turquía a la UE a corto ya medio plazo sigue siendo inimaginable. Tal y como señala el investigador Sánchez Margalef, Erdogan está muy interesado en poder adquirir "tecnología militar estadounidense" y quiere demostrar que sigue siendo un actor político internacional independiente de Bruselas y de Moscú, que es capaz de doblegar hasta cierto punto la Alianza Atlántica y países que han sido muy críticos con él, como Suecia. "Es probable que las relaciones mejoren ligeramente; a Turquía, sobre todo económicamente, también le interesan. Pero la adhesión es insostenible mientras Erdogan siga vulnerando de esta forma los derechos y libertades fundamentales", concluye la experta Amanda Paul.

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