Mientras la tensión con Occidente crece, Putin se acerca a Xi Jinping

China y Rusia se acercan a medida que se intensifican las presiones de Occidente y aumenta el miedo a una invasión de Ucrania

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Un momento de la videollamada  entre Vladímir Putin y Xi Jinping.

PekínEste viernes, los atletas no serán los únicos protagonistas de la ceremonia de apertura de los Juegos de Invierno de Pekín. En el estadio olímpico el protagonismo político recaerá en el encuentro entre el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Vladímir Putin. China y Rusia aprovecharán la ocasión para mostrar su acercamiento y buena sintonía ante las presiones de Estados Unidos en un momento delicado en el que los países occidentales temen que la crisis de Ucrania pueda desencadenar un enfrentamiento armado en Europa.

Putin no dudó en demostrar su apoyo a Pekín confirmando su presencia en los Juegos de Invierno cuando Estados Unidos anunció y promovió un boicot diplomático. La imagen de Xi y Putin juntos pondrá de relieve la estrecha relación entre los dos países a la vez que manda un mensaje de unidad hacia la Casa Blanca. Tanto Pekín como Moscú han visto cómo en los últimos años se han deteriorado profundamente sus relaciones con Washington.

Este viernes será la primera ocasión desde que estalló la pandemia en que los dos mandatarios se verán personalmente, y no por videoconferencia. Mantendrán una reunión antes de la ceremonia y es muy posible que se anuncie la firma de tratados importantes, como por ejemplo el aumento de la capacidad del gasoducto que atraviesa Siberia para enviar gas desde Rusia a China o la construcción de uno nuevo.

Hay un tipo de efecto mariposa: Moscú y Pekín se han acercado a medida que se han ido tensando sus relaciones con Occidente. Han incrementado sus intercambios comerciales, el trasvase de tecnología y han organizado maniobras conjuntas en el norte de China y en el Pacífico occidental. En 2020 el gigante asiático se convirtió en el principal importador de petróleo y gas ruso. La buena sintonía, de hecho, incluso ha propiciado que se publicara que el presidente chino habría pedido a su homólogo ruso que no invadiera Ucrania durante los Juegos, una información desmentida oficialmente por Pekín, que lo ha calificado de mentira de la prensa occidental. Sí que es cierto que China ha mostrado a Rusia su apoyo para frenar la ampliación de la OTAN. Incluso la semana pasada el ministro de Asuntos Extranjeros, Wang Yi, pidió al secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, que respeten las "razonables preocupacions de seguridad" de Rusia en Europa.

Pero Pekín se ha limitado a estos pequeños gestos y ha apostado por la prudencia. En los medios chinos, la crisis de Ucrania apenas ha tenido presencia ni ha merecido editoriales. El analista Minxin Pei advierte en el South China Morning Post que un apoyo explícito a Putin generaría fricciones con la Unión Europea, el segundo socio comercial de China. Y una de las consecuencias sería que esto impulsaría la alianza de la UE con los Estados Unidos frente a China y más apoyo diplomático a Taiwán.

Equilibrios diplomáticos

Pekín está acostumbrado a hacer equilibrios. A pesar de las buenas relaciones con Putin, no ha reconocido la anexión de Crimea, precisamente llevada a cabo al finalizar los Juegos de Sochi en 2014. Además, mantiene buenas relaciones con Ucrania, que es uno de sus principales proveedores de armamento.

Pese al peligro, a China la crisis de Ucrania le beneficia porque, en primer lugar, rebaja la atención mediática sobre las denuncias de violaciones de derechos humanos coincidiendo con los Juegos de Invierno. Pekín también puede salir beneficiada si Occidente impone sanciones económicas a Rusia, puesto que aumentaría la dependencia comercial de Moscú. Pero, sobre todo, se puede beneficiar geoestratégicamente si Washington abre un frente en Europa porque Biden no podría mantener la misma presión en los escenarios de Taiwán y el mar de la China Meridional.

Personalmente, Xi y Putin mantienen una buena relación y tienen objetivos comunes. Los dos defienden los gobiernos de mano dura y han modificado las leyes para permanecer en el poder. Ninguno de los dos mandatarios desea experimentos democráticos en sus zonas de influencia, sea Hong Kong o Kazajistán. También creen que es hora de reformar el orden mundial surgido de la Segunda Guerra Mundial y que, después de la disolución de la Unión Soviética, dejó los Estados Unidos reinando como primera potencia mundial.

China y Rusia comparten sentimientos similares frente a Occidente. El gigante asiático tiene muy presente el agravio de los “cien años de humillación” en los que las potencias extranjeras le impusieron tratados desiguales y deshonrosos. Por su parte, Moscú vive como una humillación la desmembración de la Unión Soviética y Putin sueña con la recuperación de una “gran Rusia”.

Violaciones de los derechos humanos

Xi Jinping y Vladímir Putin también coinciden respecto de otro previsible protagonista de estos Juegos: los derechos humanos. Rechazan que sean universales y los consideran una imposición de Occidente frente a otras tradiciones.

Human Rights Watch ha coordinado, con 243 ONG, una campaña para promover el boicot a los Juegos de Pekín por “las graves violaciones de los derechos humanos por parte del gobierno chino”. En su comunicado recuerda que bajo el gobierno de Xi Jinping se han cometido abusos masivos contra los uigures, tibetanos y otros grupos étnicos. También se ha perseguido a grupos religiosos, activistas, feministas, abogados y periodistas.

Pekín ha intensificado la represión antes de los Juegos: ha confinado a activistas y ha detenido al menos a cinco. También ha cerrado sus cuentas en redes sociales. Las estrictas medidas sanitarias anticovid han ayudado a blindar los Juegos de Invierno. Los atletas están aislados en burbujas sin posibilidad de entrar en contacto con la población. Y el gobierno ha advertido que no permitirá declaraciones que vayan en contra del espíritu olímpico y de las leyes chinas.

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