El análisis de Antoni Bassas: 'PSC, con la garantía del Estado'

Illa se pone la bandera española detrás en un mitin pero dice eso de “mi patria son los servicios públicos de calidad”

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Illa

Hay días en las campañas electorales que son uno contra todos. En el caso de estas elecciones en Catalunya, más, porque hay más partidos y candidatos que nunca con derecho a megáfono. En estas últimas horas, la cacofonía ha afectado a la CUP, que ha tenido que corregir a su cabeza de lista, Dolors Sabater, que puso en entredicho que el partido al que representa invistiera a Laura Borràs mientras haya sobre ella “sospechas de corrupción”. La CUP acabó diciendo que están por la “solidaridad contra la represión y las causas de estado”. En Esquerra, Junqueras habla casi cada día de corrupción y mira hacia Junts per Catalunya, y Junts todavía no ha dicho que dé sus votos a Esquerra en caso de victoria de los republicanos. ¿Resultado? Como escribe hoy Gerard Pruna, la amenaza del bloqueo sobrevuela el escenario de gobierno después del 14 de febrero.

A la cacofonía se sumaron ayer 9.000 ciudadanos de la provincia de Barcelona que han alegado ante la Junta Electoral para evitar formar parte de una mesa electoral, y los centros de asistencia primaria no paran de hacer visitas a personas que quieren un informe médico que les permita no tener que sentarse todo el domingo en la mesa electoral. Leo en El País que la gente que ha acreditado convivir con personas de riesgo consigue ser eximida. La ley dice que todas las alegaciones se tiene que resolver antes del día de las elecciones, y ya me dirán de dónde sacan las juntas electorales a los médicos para dictaminar si estos miles de alegaciones se tienen que aceptar o se tienen que rechazar. Estos días los expertos recuerdan que si los integrantes de una mesa electoral no se presentan, cogen a los primeros que van a votar. Y recuerden que no presentarse es un delito, no es una multa administrativa. Todo ello indica que la incertidumbre de la pandemia se ha trasladado a la política y la ha multiplicado, porque si algo era incierto era la política catalana.

Mientras tanto, Salvador Illa intenta apartarse de la cacofonía, dice que quiere gobernar con los comunes y hace la campaña desde la españolidad explícita. 

Salvador Illa en un acto de campaña del PSC

Aquí lo tienen, en un acto de ayer, con las tres banderas detrás. Illa hace campaña igual que los socialistas hacen política: con la garantía del Estado, como decía ese anuncio de Letras del Tesoro. El PSC, con la garantía del Estado. Nunca el mensaje a los ciudadanos había sido tan claro: aquí no dice PSOE, pero como si lo dijera. Cualquiera que vote en clave nacional española ya sabe qué opción puede votar. Lo más curioso es que Illa pone la bandera española detrás en un mitin pero dice eso de “mi patria son los servicios públicos de calidad”. En esta entrevista, Esther Vera le recuerda: “Se acaba de inaugurar el AVE Madrid-Orihuela. Esto significa que se conecta Alicante, Elche y Valencia con Madrid, pero en cambio ni con Barcelona ni con Tarragona ni con Murcia. ¿Comparte esta política radial del AVE?" "No, yo defiendo una política de infraestructuras mucho más en red. Creo que es la que también está impulsando el ministro Ábalos". Oiga, el primer AVE fue el Madrid-Sevilla (radial) y, desde entonces, PP y PSOE no han parado ni un solo día de construir la red radial de alta velocidad, carísima y vacía, mientras las Cercanías de Catalunya están como están. 

Y saben por qué es esto. Les recomiendo vivamente este artículo de Ferran Sáez Mateu titulado “Illa o el bipartidismo añorado”, donde dice: "Después comprobamos que el verdadero oasis político estaba en Madrid, donde socialistas y populares se ponen siempre de acuerdo en las cuestiones fundamentales –es decir, las que hacen referencia al mantenimiento del statu quo del régimen del 78, monarquía incluida– y relegan la bronca a temas accesorios pero vistosos. Aquí siempre hemos actuado al revés: nos hemos puesto de acuerdo en determinadas tonterías, pero nunca hemos llegado a un mínimo consenso de país, quizás porque no nos lo acabamos de creer".

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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