Educación

“No leyó hasta los 9 años": tres experiencias de educación en casa

Unas 600 familias ejercen el ‘homeschooling’ en Catalunya, una cifra que se mantiene estable en los últimos años. Pero ¿cuáles son los pros y contras de este tipo de educación? El ‘Criatures’ ha hablado con tres personas de edades diversas que explican su experiencia

Una niña estudiando
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“Me ha marcado toda la vida, perdí una parte de mi niñez”

Mercè, de 74 años

Mercè (nombre ficticio porque quiere mantener el anonimato) fue educada en casa por su padre de los 10 a los 14 años. En esa época, ahora tiene 74 años, estudiaba lo que se conocía como bachillerato. “Me ha marcado toda la vida porque es como si hubiera perdido una parte de mi niñez”, explica. Cuando oye hablar a sus amigos de aquellos años ella opta por el silencio. “Estuve muy sola, no tengo ningún recuerdo de compartir y jugar”, dice resignada.

Fue a la escuela de una localidad de Barcelona hasta los 10 años, pero después la familia decidió ir a vivir a otro pequeño municipio, donde el padre ejercía de maestro del pueblo. Se daba la paradoja de que vivía justo junto al centro educativo donde trabajaba su padre. “Fue él quien decidió educarme en casa”, explica Mercè. Su día a día era estudiar sola por la mañana y por la tarde su padre le hacía una o dos horas de clase en las que le ponía las tareas que tenía que hacer al día siguiente. “Cuando la escuela hacía la hora de recreo yo jugaba con los niños de ahí”, recuerda Mercè.

Pero, además de la soledad, lo que más la ha marcado de esta etapa era la angustia de jugarse el curso en unos exámenes que hacía una vez al año y que duraban dos días en un centro educativo de Barcelona. “Con dos días se decidía si pasaba de curso o no, tenía pánico, ansiedad...”, rememora.

El bloqueo de los exámenes

De hecho, este todo o nada la ha marcado tanto que a lo largo de la vida siempre ha acabado dejando todas las formaciones que acababan con exámenes. “He empezado mil cosas pero no he acabado ninguna. No puedo, me bloqueo y me quedo en blanco”, explica. A los 14 años, sus padres la enviaron a una gran ciudad y volvió a estudiar en un instituto de donde todavía conserva alguna amistad. 

A pesar del mal recuerdo, Mercè deja claro que esta manera de educarla no la perjudicó durante su larga trayectoria laboral. “No tuve problemas para encontrar un buen trabajo y la vida la verdad es que me ha ido bien, pero siempre me faltó el contacto con compañeros de esta edad, que es donde se hacen las primeras amistades”, concluye.

“El choque ha sido en bachillerato porque sufría estando tantas horas sentado”

Patty, madre de Joel (16 años)

Los padres de Joel son docentes y al haber trabajado dentro del sistema educativo había aspectos que no les gustaban. Es por eso que decidieron que sus hijos, de 16 y 8 años, fueran educados entre escuelas libres (centros con ratios pequeñas, sin separación de edades y que trabajan con proyectos) y el homeschooling. Hasta poco antes del confinamiento Joel, el mayor, no tuvo una planificación de aprendizaje. Qué quería aprender y cuándo lo marcaba él. “No leyó hasta los 9 años, cuando mostró interés después de ver unas letras al final de un videojuego”, apunta Patty. 

Su día a día era despertarse por sí solo (entre las 9.00 y las 9.30) y después de desayunar elegir uno de los materiales que había en casa, desde mapas hasta juegos pasando por libros. “Tenía mucha tendencia a hacer construcciones”, recuerda la madre. Poco antes del confinamiento ella empezó a hacer una planificación para prepararlo para entrar en el sistema educativo, puesto que para continuar estudiando te tienes que incorporar como máximo en 4º de la ESO. En cuanto al aprendizaje no tuvo ningún problema porque se sacó el curso con buenas notas, pero a nivel social, a pesar de ser bien acogido, no conectó con ninguno de los grupos y se limitó a quedarse en un segundo plano. “El choque ha sido en bachillerato porque su ritmo es más tranquilo y sufría estando tantas horas sentado”, explica la madre. 

Después de probarlo dos semanas, el hijo y los padres decidieron buscar una alternativa y ahora está estudiando un módulo en el que también le está costando mantenerse quieto. “Le llama mucho la atención la psicología y en concreto el estudio de las constelaciones, pero son cursos muy caros y tampoco le queremos dar todo masticado”, explica Patty, que hace poco ha decidido cerrar la academia de repaso que tenía. Quiere volver a ejercer de maestra en una escuela después de que su hijo pequeño, que también ha hecho homeschooling, ya se haya incorporado a una escuela a los 8 años. “Él es más académico, si eliges esta educación hay un momento en el que se tiene que entrar en el sistema”, explica.

A nivel social Joel ha hecho este verano un grupo de amigos de una de las escuelas donde fue y se ha dedicado, como la mayoría de adolescentes, a exprimir las noches. “Está en una época en la que no lo reconozco mucho”, se sincera la madre.

“Estudian porque quieren aprender, no porque les toque estar ahí”

Wendy, madre de Clara (9 años)

Wendy Maichel tiene tres hijas de 17,15 y 9 años. Después de pasar por diferentes escuelas con varios modelos educativos decidió optar por el homeschooling con la más pequeña, Clara. Hasta los seis años la menor iba a una escuela libre, y a pesar de que estaba entusiasmada con la vertiente social, la de conocimientos quedaba más coja. “Clara tiene altas capacidades y tenía unos intereses que no eran los que compartía con sus compañeros”, explica la madre.

Ante esta situación Maichel optó por el homeschooling. En función de los conocimientos que quiere saber su hija, que tiene especial predilección por las ciencias, elige las materias que estudiará. Actualmente está haciendo 14. Para cada una tiene un profesor que busca la propia madre y con el que da clases una vez al mes para orientarla con el proyecto que trabaja. Estos profesores cobran entre 150 y 200 euros la hora. Para que el presupuesto no se dispare Maichel abre la clase a un límite máximo de niños que también hacen homeschooling y así lo pagan entre todos los padres. Las clases se hacen en varios lugares que también acostumbran a buscar los padres. El presupuesto mensual que se gasta la familia en la educación de la menor está en el tenedor de entre una escuela concertada y una privada. “Son niños que estudian porque quieren aprender, no porque les toque estar ahí y, en cuanto a la vertiente social, están con quien quieren estar”, explica la madre.

Huir del sistema 

Cuando no da clase Clara trabaja, con el acompañamiento de la madre, en los diferentes proyectos que tiene entre manso desde casa, la biblioteca o visitando museos. “Cada familia lo enfoca como quiere, también hay niños que solo juegan porque no tienen interés en estudiar. Esto también pasa en la escuela, con la diferencia de que no tendrán el riesgo de ser señalados ni apartados”, explica. Para Maichel con esta apuesta lo que hace su familia es asumir toda la educación que recibirá Clara “sin dejar nada en manos” del actual sistema educativo. En cuanto a la vertiente de socialización, apunta que Clara juega con los niños con los que comparte clases y los alumnos que hacen homeschooling también comparten excursiones u otras actividades. 

Las salidas de los ‘homeschoolers’ para seguir estudiando

La cifra de las familias que educan en casa a sus hijos en España es difícil de cuantificar porque no hay una ley que prevea esta opción. El sector asegura que el tenedor está entre las 2.000 y 4.000 familias en el Estado y unas 600 en Catalunya, unos datos que se han mantenido en los últimos años.

Teniendo en cuenta que la ley dice que la escolarización es obligatoria entre los 6 y los 16 años, las tres fórmulas que tienen los homeschoolers para reengancharse al sistema educativo son: escolarizar al alumno como máximo a 4º de la ESO para que después pueda hacer bachillerato, selectividad y estudios universitarios; estudiar un bachillerato internacional online (título que en España cuesta mucho de homologar) e ir a una universidad extranjera, y, finalmente, acceder a la universidad a partir de los 25 años a través de la prueba de acceso habitual.

Pros y contras

Los aspectos positivos 

  • El alumno está en el centro 

A diferencia de la escuela, donde hay muchos alumnas por clase, el ritmo de aprendizaje lo marca exclusivamente el estudiante. “Se adecúa al perfil del hijo”, concreta el doctor en pedagogía de la UB Enric Prats. 

  • Valores familiares

El homeschooling también garantiza una “transición ideológica clara” del modelo de familia, según Prats. “El alumno no sufre ningún tipo de contaminación externa cultural o religiosa, como el resto”, ejemplifica Prats.

  • Sin horarios ni estar encerrados

A pesar de que hay diferentes modelos de homeschooling, la mayoría huyen de horarios cerrados y de estar horas y horas sentados en una silla como pasa en muchas escuelas. 

Los aspectos negativos 

  • Situación de alegalidad

El homeschooling está en un tipo de alegalidad. Es un modelo educativo que en principio la normativa española prohíbe (la escolarización es obligatoria para todo el mundo) pero que en la práctica el Estado no suele perseguir activamente. “Es difícil que se regule porque no hay una gran demanda”, dice Prats.

  • Sociabilización limitada

Son alumnos que pierden oportunidades de conocer más modelos de sociabilización. “En una escuela no eliges a quién te puedes encontrar y en el homeschooling sí”, apunta el doctor de la UB.

  • Poder adquisitivo alto

La familia tiene que tener un poder adquisitivo alto porque uno de los dos progenitores tiene que dejar de trabajar para hacer el acompañamiento. Además, pedagógicamente no hay unos contenidos mínimos y exigibles en función de cada edad.

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