

El año pasado se mataron a 62 personas en Catalunya. En concreto, 37 hombres, 19 mujeres y 6 criaturas murieron a manos de otro. Es una buena noticia que la cifra de homicidios y asesinatos haya descendido respecto al 2023, un año tristemente de récord en el que se habían perpetrado otros ocho. Pero no es una buena noticia, evidentemente, que se sigan cometiendo. De media, cada semana se perpetra un crimen de sangre en nuestro país. Cada semana hay alguien que llora la muerte injusta de una persona de su entorno más cercano. Pero el 85% de estos casos ya están resueltos, según los Mossos d'Esquadra, y también cabe destacar que descienden los asesinatos con armas de fuego en Catalunya. Hace casi un año explicábamos cómo se preparaba la policía catalana ante el aumento de crímenes con armas de fuego que se había detectado en el 2023; entonces la cifra alcanzó doce crímenes con trece víctimas. Sin embargo, en todo el año pasado finalmente se cometieron siete crímenes con armas de fuego, que dejaron nueve víctimas.
Esto significa que el aumento de armas de fuego que los Mossos han detectado, y que vinculan al narcotráfico, de momento no está provocando un aumento de víctimas de tiroteos. Y esto a pesar de algunas escenas espectaculares por poco habituales en una ciudad como Barcelona, como el intercambio de hasta 150 disparos en cinco minutos en el barrio de la Mina de hace apenas un mes, que por suerte no causó muerte alguna. La policía catalana tiene claro que la mayoría de homicidios con armas de fuego están vinculados al crimen organizado, y sobre todo al narcotráfico. Son casos como la ejecución a tiros de un estibador en noviembre y la de un presunto narcotraficante turco en mayo. El incremento de armas de fuego en la calle sigue siendo una realidad que hay que combatir, no podemos dejar que la disminución de crímenes de este tipo nos deslumbre.
Los Mossos d'Esquadra han alertado en más de una ocasión del peligro que comporta la infiltración de las organizaciones criminales que se dedican al narcotráfico en los distintos ámbitos de la sociedad catalana. Han avisado de que pueden infectar a todo el país y contaminarlo de corrupción a todos los niveles. Pero más allá de esta sutil infección, el aumento de organizaciones dedicadas al narcotráfico implica también directamente un aumento de violencia que, si no se vigila, puede escalar rápidamente. Cuando hay traficantes también existen disputas territoriales entre ellos y organizaciones que se dedican a robarles la droga –que cometen narcoasaltos–. Sabemos que hay organizaciones criminales en nuestro país que no sólo disponen de pistolas y escopetas, sino también de armas automáticas, e incluso fusiles de asalto, como los kalashnikov.
La droga, las armas y las organizaciones criminales están ahí. Las tenemos aquí. Necesitamos un esfuerzo de la policía, pero también de todas las instituciones y de la sociedad en general, para evitar que el problema se agrave. Cataluña ha sido y es todavía un país considerablemente pacífico. Debemos batallar para que siga siendo así y para que las armas de fuego no se conviertan en un problema aún más grave.