“No trates al niño con respeto sólo pensando que algún día será un adulto, trátalo con respeto por lo que es, y respeto significa estimación, sentido común y exigencia”.
Este jueves celebramos el último de los cuatro Diálogos de Pedralbes, una iniciativa anual del Ayuntamiento de Barcelona y el ARA, comisariada por el profesor de la UAB Daniel Gamper y que en este 2024 se ha dedicado a hablar de los niños, más concretamente de lo que llaman la filosofía, la pedagogía y el derecho.
Salió la idea de que, puestos a hablar de los derechos de los niños, los niños tienen derecho a que sus padres sean felices, porque de cómo les esté yendo la vida a los progenitores depende el amor, el tiempo y, claro, las condiciones materiales en las que educarán a sus hijos. Y esto no es poco si contamos la cantidad de energía que podemos llegar a necesitar cuando somos adultos para recuperarnos de según qué infancias complicadas. Hay niños que se vuelven invisibles porque no saben ni cuándo ni por qué les regañarán.
Las referencias a la escuela fueron constantes a partir de la definición del antropólogo Lluís Duch, que decía que la escuela es una estructura de acogida en una sociedad a la intemperie, tan a la intemperie que van a parar dos tipologías sociales que, dibujadas con trazo grueso, serían la de los niños pobres desestructurados y la de los niños ricos maleducados. Y todo ello en un contexto en el que, como defendió Anna Pagès, sería necesario un “retroceso táctico” tanto en pedagogía como en tecnología, porque hemos entrado en una fase en la que el "esto, ahora, no", no se entiende y las pantallas nos están haciendo perder leer y escribir, que es tanto como decir que la comprensión y la expresión caen en picado Salir de las urgencias informativas para dedicar una hora y media a la reflexión de fondo y hacerlo junto al claustro de Pedralbes ha vuelto a ser gratificante.