La dirección de ERC respira, pero tendrá que coser unas bases divididas con el congreso en el horizonte

Rovira evita una nueva batalla antes del 30 de noviembre mientras que Junqueras se mantiene en la carrera para la reelección

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Oriol Junqueras y Marta Rovira se abrazan en Cantallops tras el regreso de Suiza de la secretaria general de ERC.

BarcelonaDespués del de las bases a investir Salvador Illa, Marta Rovira compareció el viernes acompañada de buena parte de la ejecutiva y las caras de alivio demostraban que la dirección había evitado, por la mínima, que se desatara una nueva guerra en el partido. La decisión sobre si hacer presidente al líder del PSC a cambio, principalmente, de un nuevo modelo de financiación que se acerca al concierto económico, había dividido totalmente las bases, y la dirección incluso temía un revés de la militancia en el acuerdo que había firmado el lunes con los socialistas. La prueba es que, a lo largo de toda la semana, Marta Rovira y la mayor parte de la ejecutiva se volcaron al explicar el pacto a la militancia para intentar convencerla. Uno no en Salvador Illa habría supuesto deslegitimar la actual cúpula y abrir un nuevo frente en la pugna abierta por el control de la organización que debe dirimirse en el congreso del 30 de noviembre.

"Sentir vivo al partido como lo hemos oído, en la situación que estamos y las condiciones que acumulamos, nos hacía mucha falta, y es una gran preparación para el congreso que debe fortalecer la organización y actualizar, en la línea que decida la militancia, nuestra estrategia política", decía Rovira en la comparecencia del viernes, donde valoraba la alta participación. De hecho, insistió este sábado en RAC1 la secretaria general adjunta, Marta Vilalta, quien admitió que el resultado fue "ajustado", pero negó que la división se haya apoderado del partido. Tras el batacazo del 12-M, Esquerra ha tenido que afrontar la decisión trascendental de volver a investir a un candidato socialista y, por tanto, romper bloques también a nivel nacional –los republicanos ya gobiernan con los socialistas en varios ayuntamientos y diputaciones– en plena crisis interna por la batalla por el liderazgo de la formación, pero también por la gestión que ha hecho el partido de el escándalo de los carteles de los Maragall y la estructura B destapada por el ARA. Uno no al pacto, aparte de poner en entredicho a la dirección, habría supuesto abrir un frente complicado: elegir candidato en plena crisis interna y afrontar una campaña electoral con las perspectivas bajistas.

La decisión "se intuía compleja", decía Marta Rovira el viernes, por eso los negociadores –con ella al frente y con Josep Maria Jové y Marta Vilalta a su lado– intentaron blindarse y conseguir el aval de la mayoría de la ejecutiva para presentar el acuerdo en la militancia. Solo hubo dos voces que se posicionaron en contra en la reunión maratoniana del lunes, según fuentes consultadas por el ARA, pero la mayor parte de la ejecutiva se distribuyó por el territorio para convencer a las bases. No hubo fisuras entre los sectores en los que se ha dividido el partido: los junqueristas, que defienden que Oriol Junqueras vuelva a presentarse a la reelección, y los roviristas, que apuestan por una renovación total de la cúpula y que, por tanto, que el expresidente de ERC también dé un paso atrás.

La posición de Junqueras

Ahora bien, hasta el miércoles no se escuchó la voz del expresidente de ERC Oriol Junqueras, que quiere volver a liderar el partido a partir del 30 de noviembre. En el tuit a X no se posicionó abiertamente a favor del pacto, consciente de que entre su entorno había partidarios del y partidarios del no. La ambigüedad de Junqueras no gustó a los roviristas, mientras que las personas de su círculo aplaudieron el mensaje. Al día siguiente, la propia Rovira aseguró, en una entrevista en Catalunya Ràdio, que ella interpretaba el mensaje de Junqueras como un al acuerdo, una forma de llevar a su terreno a una persona con "influencia" entre la militancia, tal y como lo describió. El propio Junqueras lo confirmó en un tuit el viernes, después de que las bases avalaran la investidura de Salvador Illa. Sin embargo, el expresidente republicano también envió un mensaje a los contrarios al pacto cuando pidió al partido ser "exigentes" para cumplirlo. Una forma de hacer equilibrios y nadar entre dos aguas –a pesar de defender el pacto– con la mirada puesta en el 30 de noviembre.

En todo el debate sobre si investir a Isla o no, la pugna entre junqueristas y roviristas ha quedado diluida pero no ha desaparecido. Es a partir de ahora cuando ambos sectores tendrán que afrontar la fase decisiva de esta guerra y gestionar, en paralelo, el malestar del casi 45% de la militancia que no ha avalado pactar con el PSC. Hay militantes que se plantean darse de baja, según han explicado al ARA algunos de ellos, pero también algunos asumen el resultado de la consulta, como dijo en un tuit la diputada en el Congreso de los Diputados Pilar Vallugera: "Respeto, disciplina y trabajo es lo que toca ahora". Sea como fuere, tanto la dirección que pilota ahora Marta Rovira como el propio Oriol Junqueras, que quiere optar a la reelección, tendrán que coser un partido que, tras la consulta del viernes, ha quedado partido por la mitad.

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