El PSC rehúye convertir la campaña en un cuerpo a cuerpo solo con ERC

Illa enfría la opción de celebrar un debate frente a frente con Aragonés y busca que los republicanos y JxCat se desgasten intentando liderar el bloque independentista

QUIM BERTOMEU / ANNA MASCARÓ / ALEIX MOLDES
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Pere Aragonès, en un mitin en Lloret

BarcelonaEl PSC no quiere convertir estas elecciones en un duelo frente a frente con ERC. Ayer los socialistas enfriaron la posibilidad que haya un debate entre su candidato, Salvador Illa, y la cabeza de lista de los republicanos, Pere Aragonès. ERC quería este debate para intentar escenificar que la lucha por la victoria el 14 de febrero solo es cosa de dos e intentar así eliminar JxCat de la ecuación. En un principio parecía que la estrategia le funcionaba, porque ayer Illa a primera hora decía que estaba a favor de debatir a solas con Aragonés, pero finalmente se desdijo. El PSC no quiere tener que escoger un rival por encima del otro. Prefiere que ERC y JxCat se desgasten en la lucha para liderar el bloque independentista, mientras él lidera cómodamente el constitucionalista. Esto, opinan fuentes socialistas, solo puede tener un desenlace: la victoria.

El cuarto día de campaña electoral empezó ayer con Salvador Illa inclinándose por aceptar el frente a frente con Pere Aragonès. “No tengo ningún problema al debatir con cualquiera que quiera debatir conmigo”, decía en una rueda de prensa organizada por la ACN, en la línea de lo que, en caliente, ya había dicho a Aragonés durante el debate de TVE de domingo. “Lo que me puedo encontrar es que no tenga suficiente tiempo para hacer todos los cara a cara que me pidan”, puntualizaba. Por la tarde, sin embargo, desde el cuartel general de los socialistas ponían freno a esta posibilidad e insistían que el partido se ceñirá a los debates a nueve: “Apostamos por debates en los que participan todos los candidatos”.

Los socialistas, que desde el inicio de la campaña han concentrado las críticas de todos los grupos -el candidato se siente cómodo denunciando el “todos contra Illa”-, no están interesados en cambiar de estrategia. “Illa ha participado en dos debates electorales y tiene tres más en la agenda durante la campaña”, recuerdan fuentes de su equipo.

Repetición del 2017

El escenario actual cada vez recuerda más al de la campaña de las elecciones catalanas del 2017. Entonces ERC y JxCat también luchaban mano a mano para ganar los comicios y presentarse como el partido principal del independentismo, pero quien pudo cantar victoria la noche electoral fue Ciutadans. El PSC quiere repetir ahora la jugada, con la diferencia de que aspira a tener los apoyos necesarios para poder presentarse a la investidura (las encuestas no le pronostican un panorama sencillo), cosa que hace tres años la líder naranja, Inés Arrimadas, no pudo hacer.

Para ERC, la campaña de 2017 es de ingrato recuerdo, puesto que la afrontaba con aspiraciones de victoria y acabó en tercera posición. Así, ayer, a pesar del rechazo de Illa al cara a cara con Aragonés, Esquerra siguió intentando polarizar al máximo con el PSC. Los republicanos mostraron esta estrategia en todo su esplendor desde uno de los feudos socialistas por excelencia, l'Hospitalet de Llobregat. La alcaldesa de la segunda ciudad de Catalunya, Núria Marín, está siendo investigada por el presunto caso de corrupción en el Consejo Deportivo de la ciudad y ERC no desaprovechó la oportunidad. “Esta ciudad hace muchos años que vive una epidemia: la epidemia de la corrupción”, dijo el presidente del partido, Oriol Junqueras. A pesar de que Illa no quiera escoger rival, los republicanos intentarán por tierra, mar y aire captar su atención. Para hacerlo, Esquerra también tiene que intentar convencer a la opinión pública que no hay ninguna posibilidad de pacto con los socialistas después del 14-F. “No gobernaremos en ningún caso ni aceptaremos sus votos. Somos abiertamente incompatibles”, garantizó Junqueras. Finalmente, no tendrán el cara a cara que querían con Illa, pero podrán explotar la idea de que el socialista se haya hecho atrás.

Borràs quería “un trío”

Cuando en un principio parecía que Illa sí que aceptaba el duelo con Aragonés, JxCat tuvo que mover ficha rápidamente. Su candidata, Laura Borràs, reclamó su derecho a estar presente. Su argumento es que los sondeos detectan que la victoria electoral la noche del 14 de febrero podría ser cosa de tres y no de dos. “Las encuestas nos dan a JxCat por primera vez una posición de ventaja y ahora aparecen dos señores que quieren capitalizar el debate. Yo les propongo: «¿Quieren hacer un trío?»”, dijo. Por la tarde, cuando ya había quedado claro que no habría ni cara a cara ni trío, Borràs subió el tono contra Esquerra, seguramente de manera más contundente que hasta ahora. En un mitin desde Mataró avisó que la “vía amplia” que Junqueras y Aragonés proponen para lograr la independencia podría acabar en “vía muerta”. Si Illa no escoge, parece que la campaña será cosa de tres.

Los argumentos del TSJC

Desde el pasado viernes, lo que tienen claro todos los partidos es que el 14 de febrero se votará. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) comunicó ayer la sentencia -con un voto particular- detallando qué le ha llevado a descartar el aplazamiento electoral. El argumento principal es que ninguna ley y tampoco el decreto del estado de alarma prevé la suspensión de unos comicios en marcha.

Pero, entonces, ¿por qué nadie puso el grito en el cielo con el aplazamiento de las elecciones vascas y gallegas del año pasado? Según el TSJC, porque los casos tienen diferencias “sustanciales”. La primera es que cuando se disolvieron los Parlamentos de Euskadi y de Galicia el 10 de febrero no había pandemia. El coronavirus fue, pues, una causa “sobrevenida e imprevisible”, a diferencia del caso catalán. En segundo lugar, dice el TSJC, las restricciones del estado de alarma aprobado por el gobierno español el 14 de marzo del 2020 -las elecciones gallegas y vascas se suspendieron dos días después- establecían un confinamiento domiciliario (los ciudadanos no podrían haberse desplazado a los colegios electorales) y no preveían la celebración de elecciones. De hecho, para retomarlas, en mayo, el gobierno español tuvo que reformar el decreto del estado de alarma, lo cual se podría haber planteado también ahora para suspenderlas.

Las otras dos diferencias son que en Euskadi y Galicia fueron los presidentes, y no el final automático de la legislatura, los que habían convocado los comicios y que hace un año no se tenía la capacidad de combatir el virus que se tiene ahora. Además, la legitimidad del 14-F no está comprometida, según los magistrados, que instan los políticos a hacer los cambios legales necesarios para adaptar las futuras elecciones a los riesgos de una pandemia.

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