BarcelonaUn año después, el caso de Kira, la menor que se quitó la vida de camino a la escuela Pare Manyanet de Sant Andreu, continúa lleno de interrogantes. La familia siempre ha vinculado la decisión que tomó la menor a los episodios de bullying y de abusos de superioridad que aseguran que había sufrido su hija por parte de algunos profesores a lo largo de los años. El centro solo reconoce un episodio puntual cuando la niña tenía cinco años y lo desvincula de la muerte de la menor. "Nosotros ya lo hemos perdido todo, pero queremos que esto no vuelva a pasar", explican María José y José Manuel, los padres de la chica.
La familia explica que los problemas de Kira en la escuela empezaron cuando tenía cinco años y unos compañeros de clase le hicieron bullying. "Siempre decía que esto la había marcado". A partir de aquí aseguran que los episodios se repitieron tanto en primaria como en secundaria y se alternaron con situaciones de abuso de poder por parte de los profesores, que generaban en la niña un sentimiento de "culpabilidad". Según los padres, la escuela estaba al corriente de todas las situaciones, pero no hizo nada para poner remedio y lo escondió. "Nos hicieron pensar que el problema era nuestro", dice María José.
El centro asegura que Kira no sufría ningún tipo de acoso cuando decidió quitarse la vida y solo ha identificado dos situaciones previas: el episodio de P-5 y otro en junio de 2019, pero en que la menor aparece como autora de los hechos. La familia no lo niega, pero su versión es diametralmente opuesta a la de la escuela. Aseguran que después de este capítulo la niña se cerró: "Llevaba una mochila llena y aquello la acabó de llenar". Para la familia, aquel fue uno de los "detonantes" de la decisión de Kira. El otro lo sitúan el día antes del suicidio, cuando la niña volvió a casa preocupada, a pesar de que no les llegó a explicar qué le quitaba el sueño.
Identificado el autor del anónimo
El caso penal lo lleva el juzgado de instrucción número 31 de Barcelona que, en el último año, ha recopilado la abundante documentación aportada por los padres. La familia lo guardó todo: desde las agendas de la niña, donde constan los avisos de los progenitores por las situaciones de acoso que detectaron los padres, al trabajo videográfico sobre el bullying que hizo medio año antes de quitarse la vida, pasando por las notas escolares. “Ella me decía que cuando acabara la escuela, lo denunciara”, recuerda María José. El juez también tiene los informes que le pasó la escuela. El magistrado no ha imputado a nadie, de momento, a pesar de que se ha conseguido identificar al autor del anónimo que llegó al correo electrónico de Kira ocho días después de su muerte: "Muere, muerte”.
La abogada de la familia, Carla Vall, prefiere no revelar la identidad de esta persona, a pesar de que admite que se ha constatado que se trata de alguien del "entorno escolar”. De momento, el juez mantiene la causa abierta por un delito de inducción al suicidio. Pero la voluntad de la familia es “dibujar el escenario” en que Kira decidió poner fin a su vida, después de años de vivir situaciones de acoso escolar y de abusos de superioridad por parte de algunos profesores y que la dirección del centro tuviera conocimiento de ello, aseguran. Por eso, Vall considera que hay que “ampliar el prisma” y luchará para que la causa incluya los delitos de coacciones, amenazas y contra la integridad moral. A pesar de todo, los padres de Kira aseguran que la “condena no es el objetivo principal”, sino “saber la verdad y garantizar que no se repita un hecho así”, dice María José.
En España, el acoso escolar no es delito y esto hace que penalmente no se pueda perseguir directamente a los autores del acoso ni a las personas que lo consienten. De hecho, la familia de Kira apunta en todo momento a la responsabilidad de la escuela y la “impunidad” que se deriva por el hecho de que no actuara. “Le decían que era un disco rayado”, asegura María José cuando recuerda el comentario de una profesora a las notas de su hija. “La suma de inacciones se tienen que juzgar por la vía penal, los responsables tienen que saber que no quedarán impunes”, subraya José Manuel.
El departamento de Educación se ha personado en la causa como acusación popular –un paso que también estudia hacer el Ayuntamiento de Barcelona–, a pesar de que inicialmente descartó que hubiera indicios de acoso. Este es el argumento principal que esgrime el centro, que recuerda que el juez no ha imputado a nadie. Fuentes de la escuela añaden que han revisado todos los protocolos a raíz del caso. Por su parte, tanto el Síndic de Greuges como el de Barcelona han pedido que se revise la actuación de la escuela.
Las derivadas
Los inspectores de Educación han detectado ocho casos más de presunto acoso escolar en el Pare Manyanet los tres últimos años, entre ellos el de una joven de 14 años que intentó suicidarse, como avanzó el ARA . En el marco de la escuela hay dos casos más que colean: por un lado, hay el caso del padre Adolfo, que hacía “obsequios arbitrarios” a algunos niños. Según la familia, Kira fue una de las “escogidas” y llegó a casa con una fotografía del religioso con el número de teléfono del hombre detrás. Fuentes del centro aseguran que no tienen constancia de denuncias contra el religioso.
Por otro, un informático del centro denunció a otro religioso de la congregación, el padre Calvet, después de detectar que tenía 39 gigas de material pornográfico en el ordenador. Desde el centro aseguran que el hombre –que ahora tiene una orden judicial y una orden canónica que le prohíben acercarse a menores y no puede decir misa– solo participaba en algunas actividades con los alumnos, pero la madre de Kira lo recuerda en las orlas. Los padres de un alumno del centro de Les Corts que se suicidó en 2019 vinculan su caso con este hombre. Pero esto no forma parte de la investigación judicial.