El catalán en las aulas

Las grandes ciudades del país quieren más catalán en la escuela

Alcaldes y concejales reclaman despolitizar el debate y avisan que hay que reforzar la lengua fuera de las aulas

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Alumnos de la Escuela Sadako de Barcelona, el pasado martes

BarcelonaJusto hoy hace un mes que, en una maniobra inesperada, ERC, Junts, los comunes y el PSC anunciaron un cambio en la ley de política lingüística para regular los aprendizajes de las lenguas en la escuela con el objetivo de evitar que sea el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) el que acabe decretando automáticamente el 25% en castellano. El acuerdo político levantó mucha polvareda: la CUP acusó a los cuatro partidos de cargarse la inmersión, Junts se desdijo y lo puso en el “congelador” y un mes después, los partidos siguen encallados buscando un nuevo redactado que genere más consenso. En cambio, la alcaldesa de Hospitalet, Núria Marín, que es del PSC, fue de las primeras en defender públicamente el acuerdo: podría servir para reforzar el catalán en la segunda ciudad más grande del país, fundamentalmente castellanoparlante. “El castellano se habla en todas partes, lo que hace falta es garantizar el aprendizaje del catalán para que todos los alumnos tengan las mismas oportunidades que el resto. Es cuestión de sentido común”, dijo. 

A raíz de estas declaraciones, el ARA ha preguntado a los ayuntamientos de las 10 principales ciudades de Catalunya su opinión sobre el uso del catalán en los centros. Exceptuando Mataró y Badalona, que han declinado participar por cuestiones de agenda, las alcaldías de Barcelona, Terrassa, Sabadell, Lleida, Tarragona, Santa Coloma y Reus apuestan –con matices– por reforzar el catalán en las escuelas e institutos. También Girona, que se ha incluido en el reportaje en cuanto que capital de demarcación. Estos municipios suman más de 3,2 millones de personas.

En el gobierno de Barcelona lo tienen claro: “No conozco ningún caso de un niño escolarizado en Barcelona que acabe la ESO y no sepa hablar en castellano”, afirma el concejal de Educación, Pau Gonzàlez, de los comunes, que deja claro que “no hace falta reforzar el castellano” en las escuelas de la capital catalana. “Ni mucho menos”, añade. Solo dos de cada diez jóvenes barceloneses de entre 15 y 29 años tienen el catalán como lengua habitual. Es por eso que Gonzàlez asegura que los problemas del catalán “no están en la escuela”, sino fuera, en el uso social, que ha ido bajando progresivamente. 

En el Vallès Occidental el catalán también está reculando: en 2018 solo lo utilizaban como lengua inicial el 23% de los habitantes. “No podemos mejorar esta cifra solo desde la escuela”, insiste Teresa Ciurana, concejala de Educación y Normalización Lingüística de Terrassa. Maestra de profesión, ha experimentado desde las aulas los cambios demográficos de la ciudad: “Hace 40 años teníamos familias que llegaban desde otros puntos del Estado y ahora tenemos colectivos de todo el mundo. Somos una ciudad de acogida”. Dice que a finales de los 80 había “más conciencia” de la importancia de aprender catalán, principalmente de las familias castellanoparlantes, que vieron una vía para ascender socialmente. Ahora, en cambio, todo es “más complejo”: interviene el aprendizaje del inglés, la convivencia con centenares de lenguas y “la campaña que ha habido para asociar el catalán con el independentismo”, lamenta. Ciurana propone “reforzar el catalán” dentro de las aulas –“sobre todo” en los institutos–, pero también fuera, en las extraescolares, en el comedor, en el patio, en el pasillo.

Desde la cocapital vallesana, también piden “proteger especialmente el catalán” tanto dentro como fuera de la escuela, con el objetivo de que los alumnos “dominen” los dos idiomas cuando acaben la escolarización. La alcaldesa de Sabadell, Marta Farrés, apunta que hay que basar el aprendizaje de las lenguas en “criterios estrictamente educativos, nunca políticos”, e insiste en “despolitizar tanto la lengua como la escuela”. “Ni arrinconar el castellano ni hispanizar a los niños catalanes”, resume la socialista. 

La inmersión “funciona”

Quien también quiere “dejar de politizar” este debate es Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, cuna de la inmersión lingüística. Saca pecho, orgullosa, de que en las escuelas de su ciudad se implantara por primera vez este modelo pedagógico que garantizó que los niños y niñas castellanoparlantes aprendieran catalán. Parlon dice que el camino que se tiene que seguir es este: “El modelo nos funciona, estamos en el camino adecuado”, dice, y asegura que los alumnos del municipio “hablan bien el catalán a pesar de que en el patio hablen en castellano y en casa hablen en urdú”. “Tenemos que reforzar el uso social, pero esto no mejorará imponiendo porcentajes cartesianos”, avisa. La receta pasa para dejar “autonomía” en los centros y aprovechar las metodologías educativas más flexibles e innovadoras para “no encorsetar” el aprendizaje de las lenguas en porcentajes. La encuesta de usos lingüísticos de la Generalitat de 2018 evidenció que en el Barcelonès Norte solo el 15,3% de los vecinos tienen el catalán como lengua habitual, uno de los porcentajes más bajos del país.

Pero incluso allí donde el catalán tiene más buena salud reclaman no relajarse. Más del 50% de los habitantes de Girona tienen el catalán como primera lengua, pero el vicealcalde, Quim Ayats, cree que no hay motivos para el triunfalismo: “No nos podemos permitir relajarnos aunque nuestra realidad sea mejor que la de otros lugares del país. Reforzar el catalán en la escuela, que es una lengua minorizada, siempre es algo positivo”, afirma el republicano. En Reus, donde la presencia del catalán y el castellano está bastante equilibrada, alertan de un “cierto retroceso progresivo y constante” del catalán entre los alumnos, sobre todo de la ESO. “Hay que fijarse en los resultados de los estudiantes en catalán y castellano, y reforzar los que estén más debilitados y, ahora mismo, es el catalán”, afirma Carles Pellicer, alcalde de Reus (PDECat). 

Modificar en favor del catalán

En Lleida y Tarragona, dos ciudades muy segregadas residencialmente y económicamente, también quieren más presencia del catalán en los centros. “En Lleida no hay ningún centro donde haya que reforzar el castellano”, asegura Sandra Castro, concejala de Educación, que apuesta por dejar margen para que cada centro defina su proyecto en función del tipo de alumno. “No tendría que haber grandes modificaciones y, si hay, tendría que ser para reforzar el catalán”, afirma: “Los niños hablan perfectamente castellano tanto si lo hablan en casa como si no”, argumenta, y dice que al revés no pasa tanto. Es lo mismo que ha cogido el teniente de alcalde y conseller de Educación de Tarragona, Manel Castaño, también de ERC: “El uso correcto del castellano está garantizado, pero a la inversa no pasa. Y, si queremos que el éxito escolar esté garantizado en las dos lenguas, hay que reforzar el catalán”, sentencia. Según la última encuesta de población activa, en 2018, menos del 50% de los ciudadanos que viven en Catalunya usan el catalán en su día a día y el 20% no lo saben hablar.

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