Lucas Crusellas, el chico tímido de pueblo que conquistó el mundo
El chocolatero presenta en la Atlántida de Vic el documental que muestra cómo ganó el World Chocolate Masters


Vic"Cuando ves cómo descargan el camión ya sabes quién estará en el podio", dice un chocolatero que ha formado parte del jurado del World Chocolate Masters, el concurso que nos hizo descubrir un nombre: Lluc Crusellas, el novio de Santa Eulàlia de Riuprimer que en 2022 ganó el trofeo más preciado del mundo del cacao. Y todo, mucho antes de que alguien pensara que podría ganar –bueno, alguien sí lo pensaba, ya llegaremos–, fue registrado por Jordi Torra. Un material que ahora ha sido transformado en un documental y que pudo visionarse en la Atlántida de Vic.
Lo que quería decir aquel miembro del jurado cuando hacía referencia a los camiones es que cuando los concursantes llegan a París ya se ve quién se ha preparado en serio y quien lo ha hecho a medias. De hecho, es necesario un equipo importante y multidisciplinar para ganar un certamen de estas características. Necesitarás diseñadores gráficos, personas que hagan moldes 3D, un nutricionista e incluso un psicólogo. En este sentido, Crusellas iba muy bien equipado, puesto que cuando todo esto empezó tenía un pasado en el deporte de competición, en concreto en el ciclismo. Esto le daba una preparación mental que seguro le ayudó en el concurso. De hecho, el primer plano del documental, que recibe el nombre Lucas. Una crónica de la pastelería, es él en bicicleta. El largometraje podrá verse más adelante en el cine, y finalmente en una plataforma que aún no han anunciado.
Antes de empezar la presentación oficial del documental, en una tarde fría en la capital de Osona, el público se abrazaba al pastelero, que recibía a la gente en la entrada. "Más vale que envíen dos patrullas de los Mossos al pueblo porque no ha quedado nadie", bromeaba. Otro celebraba que en el sillón nos hubieran dejado como deferencia una barra de chocolate de la marca de Crusellas, Eukarya. Una señora se preguntaba si nos haría chocolate deshecho (espóiler, no lo hubo, pero hubo bombones y cava de las bodegas Domenys al final de la película). Otra señora atendía una llamada de una tal Rosa María y le informaba de dónde estaba. "Es de un chico, Lluc Crusellas, que ganó el mejor chocolatero del mundo. Del mundo, ¿eh?" , decía orgullosa.
"Sólo tengo miedo a mí mismo"
Había muchas caras conocidas. La dibujante Pilarín Bayés, que ha colaborado mucho con Crusellas, el alcalde de Vic, o la diputada Anna Erra, que en ese momento era la alcaldesa y que acompañó a Crusellas a París. O su compañera, la cocinera de Les Cols, Martina Puigvert. También maestros del dulce como Christian Escribà, Ramon Morató o Jordi Butrón. Tanto Morató como Butrón salen al documental, junto con otras personalidades de la cocina como Jordi Roca o Albert Adrià. Es de Butrón la reflexión sobre los tímidos. Crusellas es innegablemente tímido, y Butrón dice que en cuanto a los tímidos, o bien es que "donde no hay no mana" o bien es que son extremadamente inteligentes. Éste sería el caso de Crusellas, claro. Todos los especialistas destacan la dificultad de hacer lo que hizo. Un pastelero francés compara el campeonato con los Juegos Olímpicos. Otros resaltan el hecho de que, además de rozar la perfección, se exige que uno sea escultor de una obra ridículamente fugaz. Sin embargo, cabe recordar que el mítico elefante de chocolate con el que ganó el concurso puede verse en el Museo del Chocolate de Barcelona, así que aún aguanta.
En el documental queda claro que nadie gana solo y Crusellas, sin pretenderlo, le da una lección memorable mientras va conduciendo la furgoneta refrigerada hacia París. Cuando le preguntan por los contrincantes responde: "Solo tengo miedo a mí mismo".
Se le ve sufrir, reír, llorar, enfadarse y hacer gala de una capacidad de concentración prácticamente extinguida desde que nos llegaron las pantallas. Sigues la preparación del concurso, así como los tres días en París que le coronaron como World Chocolate Master. Y, aunque se hace evidente que es un éxito colectivo, existe una figura clave que lo hizo posible. El hombre que trabaja entre bastidores que no sale al documental y al que Crusellas dedicó todo lo conseguido una vez terminado el visionado. Destacó su "apoyo incondicional" cuando él tenía veinte años, y que se entienden "sólo con una mirada". Se llama Josep Novellas, es el gerente de PaVic, y es la persona que, antes que nadie, supo ver en Lluc Crusellas todo lo que vendría después.