Cómo hacer frente a la hora bruja
La hora bruja suele durar hasta los tres meses y responde a la dificultad de los bebés para gestionar los estímulos que reciben a lo largo del día
La hora bruja de los bebés comienza alrededor de las siete de la tarde y se caracteriza porque el bebé se muestra muy inquieto, llora desconsoladamente y sin motivo aparente, pero... ¿qué la provoca? La pediatra y consultora de lactancia IBCLC Hortensia Vallverdú apunta a que la causa exacta se desconoce. Aún así, "probablemente" el factor principal sea que el bebé "ha recibido más estímulos de los que puede procesar".
¿Por qué acusan tanto el cambio de dentro fuera del útero de la madre?
Hasta hace poco, explica Vallverdú, el entorno que el pequeño conocía era el útero, donde vivía “con poca luz, mecido por el movimiento y rodeado de sonidos suaves y amortiguados”. Luego llega al mundo exterior, donde está expuesto “a estímulos más intensos que le pueden irritar”. Un posible estrés auditivo y lumínico que en la UCIN del Vall d'Hebron se intenta paliar a través de alarmas de ruido y de luz, foco para maniobras o interruptores de luz graduables.
El jefe de neonatología del hospital, Félix Castillo, afirma que “estos factores deben cuidarse mucho porque impactan en el desarrollo de los prematuros y de los nacidos a cabo con alguna patología”. Y es que un bebé reacciona al ambiente que le rodea, pero durante las primeras semanas, subraya Castillo, debe conocer sobre todo a la madre, “de quien conoce la voz y el latido desde que estaba en la barriga”, y también "el padre o madre no gestante, hermanos y perros, si los hay". Y poco más. “Cuando reciben el alta no hay que sobreestimularles, lo que no significa no salir de casa”, matiza.
¿A qué edad se pone de manifiesto esta hora bruja?
Vallverdú le ubica entre el mes y los tres meses de vida. Hasta entonces, apunta, el interés de los bebés “se centra en lo que hay a una distancia de unos 30 cm, como la madre o cuidador principal o el pecho”, pero después “descubren el mundo exterior y buscan estos estímulos visuales y los disfrutan”. Además, expone, su sistema digestivo “es más maduro y tienen menos gases o dolores de estómago”.
¿La sufren todos los recién nacidos?
La pediatra afirma que no, "o no con la misma intensidad", puntualiza. Cada bebé "tiene su temperamento ya desde el nacimiento", de la misma manera que "cada entorno es diferente y cada familia tiene unas condiciones o herramientas para calmar o disminuir estos episodios".
¿Y de qué herramientas debemos abastecer a las familias para paliarlos?
Para Vallverdú, lo mejor es intentar mantener la calma y "reproducir todo lo que al bebé le recuerde el estado intrauterino": movimiento repetitivo (cunarlo, portearlo, sentarse en una pelota de Pilates con el bebé colocado con el abdomen sobre nuestro antebrazo y dar pequeños saltos sobre la pelota); ruidos repetitivos, amortiguados, mejor graves, “como tararear una canción o el ruido blanco de una secadora o de algún aplique de internet”; posición barriga con barriga, “con el bebé apoyado a unos 45° sobre nosotros, con las piernas flexionadas y haciéndole movimientos repetitivos en la zona del sacro”, y succión no nutritiva, bien en el pecho bien con la ayuda de un chupete, apunta Vallverdú, “si se ve claro que el bebé no tiene hambre pero busca succionar”.
¿El estrés materno puede intensificarlo?
“Es cierto que cuanto más calmada se esté en este momento mejor, pero no siempre es fácil”, apunta la también consultora de lactancia, para quien una buena idea cuando la situación nos supera es realizar un cambio de brazos, “que alguien otro coja e intente calmar al bebé”. Si no hay otra persona, puede funcionar “hacer un cambio de espacio y salir a la calle” y, si sentimos que la situación nos supera, “estamos perdiendo los nervios y solas, podemos dejar al bebé en un lugar seguro, como una cuna, y airearnos un poco”. Es clave evitar sacudir al bebé, ya que esto "puede provocarle lesiones neurológicas", subraya Vallverdú.
¿Qué debería hacerse para prevenir esta hora bruja?
Evitar ambientes muy ruidosos o masificados, así como recibir más de una visita al día; no salir a partir de cierta hora; respetar sus rutinas de tarde/noche (baño, masaje, pecho, dormir...). Para Vallverdú es fundamental, sin embargo, intentar que duerma durante el día. "No dormir todo el tiempo que necesita (que varía de un bebé a otro) hará que esté más irritable y le cueste más dormirse. Cuanto mejor y más duerma durante el día, mejor podrá conciliar el sueño por la noche" , concluye.