Nerviosismo, enfado... ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo cuando está desbordado?
La relajación es una herramienta que no sólo ayuda a gestionar la emoción sino también promueve el bienestar general del cuerpo
GeronaLa emoción y el nerviosismo forman parte de la vida. María Ángeles Mairena, psicóloga especializada en psicología clínica en el Hospital Sant Joan de Déu, asegura que estas vivencias son “sanas y normales”. Sin embargo, cuando se desbordan resultan un “problema” porque las sensaciones físicas que las acompañan se intensifican. La relajación es una herramienta que no sólo ayuda a gestionar la emoción sino también promueve el bienestar general del cuerpo, mejora el rendimiento de quienes la practican y favorece el sueño, que según Mairena es “importante para el aprendizaje y la concentración” . Barcos de papel colocados sobre la barriga para ver cómo navegan a través de la respiración y los objetos sensoriales son sólo algunas de las propuestas para aprender a relajarse.
¿Cuándo se debe actuar?
Lo importante es reconocer las primeras señales. Justo cuando la inquietud empieza a manifestarse es, precisamente, cuando es necesario aplicar estrategias para regular la emoción. Esto evitará que se desborde. “Preferiblemente es necesario buscar un lugar tranquilo. Se puede ofrecer un objeto que ayude al niño a calmarse o autorregularse. Si nos encontramos en el pico de la emoción, entonces es mejor simplemente acompañar al niño. Es decir, estar a su lado sin hablarle demasiado para que él mismo aprenda a regular su propia emoción”, indica Mairena.
¿Qué técnica es la mejor?
Las técnicas de relajación pueden aplicarse durante las distintas etapas. De pequeños son buenos los masajes, la música relajante...: “Propuestas que impliquen un contacto físico con objetos suaves como plumas o cremas”, indica esta psicóloga. Otros ejemplos son los balones para masajes rugosos, los tubos de lava y los bastones de lluvia. También se pueden fabricar de forma casera con ingredientes como harina y arroz. A estas edades más tempranas se recomienda crear el rincón de la calma en casa. “Un espacio tranquilo con objetos sensoriales que les gusten. Sin embargo, este espacio deberá integrarse en la rutina de los niños. Animarles a ir para que así, cuando lo necesiten, ya lo habrán aprendido y estarán más familiarizados con ellos”. “Primero hay que hacerlo conjuntamente con ellos y crear dinámicas que les gusten. La relajación necesita mucho a la familia. Es todo un aprendizaje”.
¿Cómo introducir la relajación?
El juego es la mejor manera para que entren en contacto con la relajación. Para enseñarles la respiración diafragmática se pueden realizar pompas de jabón. Si soplan rápido, salen burbujas pequeñas y, en cambio, si lo hacen poco a poco, salen más grandes. Otra forma es con los molinillos de viento de papel: “Si soplamos largo, giran durante más tiempo”, describe Mairena. Una tercera propuesta son los barcos de papel: “Colocamos el barco de papel en la barriga, cogemos aire y lo soltamos. La barriga es el mar y vemos cómo el barco navega. Otro día, si se ha adquirido el hábito, puede hacerse sin el objeto”, explica. Por otra parte, la respiración cuadrada –imaginando que se dibuja un cuadrado a medida que se va respirando– y la silueta de las montañas –que suben y bajan en concordancia con la respiración– son otras vías para conseguir relajarse.
También es útil la conocida relajación progresiva de Jacobson, que propone tensar y después aflojar los músculos, así como el yoga. Mairena subraya que en los niños "el yoga tiene muy buena aceptación" porque "las posturas les animan: como la del gato, el árbol o el triángulo, que, combinadas con la respiración, tienen buenos resultados". Las técnicas de meditación y mindfulness también son eficaces tanto en la infancia como en la adolescencia. “Ayudan, precisamente, a tomar conciencia del momento presente y de las sensaciones internas. Perciben lo que sienten. Aceptar las sensaciones es el primer paso para después saber regularlas”, advierte Mairena.