Representación

Invisibles, asesinas y censuradas: ¿cómo se representan las lesbianas en la cultura?

Las relaciones en películas y libros nos identifican con nuestra orientación sexual. Pero, ¿cómo son los referentes de las relaciones entre mujeres?

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Fotograma de la película 'La amiga de mi amiga'

Barcelona"¿Cómo es estar con una mujer?", le pregunta a la protagonista de Permafrost (Club Editor) su hermana, que habiendo entendido que lo que quiere saber es cómo follan, responde con una comparación con Pollock: "Impulsivo y sencillo como el dibujo de un niño" pero con "la magnitud de vida concentrada en el proceso".

La escritora Inés Martín Rodrigo.

La escritora Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) buscó enconadamente referentes como estos en los libros y en el cine, tal y como explica en Una homosexualidad propia (Destino), y acabó haciendo elucubraciones sobre la orientación sexual de la escritora Sarah Waters (Reino Unido, 1966), y sintiéndose reflejada en Annemarie Schwarzenbach (Suiza, 1908), Elisabet Bishop (Estados Unidos, 1911), Susan Sontag (Estados Unidos, 1933), Mary Oliver (Estados Unidos, 1935) o Sarah Waters (Reino Unido, 1966), aunque ninguna de estas mujeres fue explícita respecto al lesbianismo. Buscaba por "la necesidad de existir, que tiene su origen en la invisibilidad a la que la sociedad te condena porque no formas parte de la norma", y tiraba del hilo para construirse "un gran tapiz" de referentes que en los años 90 "no eran evidentes y estaban en los márgenes".

Fotograma de la película 'Lightyear'

2023 y un beso censurado

La escritora y periodista madrileña, que el pasado año ganó el premio Nadal por Las formas del querer, ha escrito ahora ese ensayo "claramente político" en el que habla abiertamente de su orientación sexual. Salir del armario en pleno 2023 podría parecer anacrónico, si no fuera por la censura reciente de algunos actos culturales como la cancelación por parte del PP y Vox de la proyección de la películaLightyear en Santa Cruz de Bezana, en Cantabria, porque aparece un beso entre dos mujeres. Valiente ha sido la palabra que más ha oído a Martín sobre la publicación de su nuevo libro: "¿Cómo es posible que sea considerada valiente? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Qué camino hemos deshecho?", se pregunta. Alerta de que el hecho de que la ultraderecha se haya fijado en la cultura para controlar los discursos debe hacernos disparar las alarmas sobre la fragilidad de los derechos conseguidos. "No sé qué tenemos el colectivo LGTBI que cada vez que la ultraderecha llega al poder intenta limitar nuestros derechos", añade. De hecho, bromea sobre sus dones adivinatorios porque en el libro habla de algunas de las obras canceladas como Orlando, de Virginia Woolf.

Siglo XXI y aún es noticia declararse lesbiana públicamente. Tal y como dice Martín en el libro, lo vemos en el discurso de la actriz Kristen Stewart en el que desafiaba a Donald Trump o con la amenaza de bomba que recibió la presentadora de televisión Ellen Degeneres tras la mítica portada al Time con el titular Yep, I'm gay. "Todas han pagado un precio. Tenemos homofobia interiorizada porque hemos sido educados así", dice la escritora.

Fotograma de la película 'Instinto básico'.

Las lesbianas que te asesinan con un punzón de hielo

Una de las primeras representaciones del lesbianismo en el cine comercial la protagoniza Catherine Tramell, la antagonista de Instinto básico interpretada por Sharon Stone, un personaje bisexual del que es imposible apartar la vista por si tiene un punzón de hielo en el bolsillo y asesina a alguien en cualquier momento. La penetración del lesbianismo explícito en el cine en los años 90 llega con el neo noir que lleva al extremo a arquetipos del cine negro eliminando el código Hays, que había censurado cuestiones que amenazaban la moralidad del cine clásico, como las escenas de pasión y los desnudos, con especial atención a la prohibición de exhibir el ombligo.

De estas primeras lesbianas sin ambigüedades habla Francina Ribes (Mallorca, 1986) en Ausencia y exceso (Dos Bigotes), un libro en el que analiza la dualidad de esta representación como un hito importante, pero también como un reflejo de estereotipos y prejuicios en estas mujeres hipersexualizadas, patologizadas y excesivas, que son "herederas de la femme fatale llevadas al extremo". Uno de los motivos es que la puerta de entrada del lesbianismo al cine comercial fueron las escenas de softporn, que provienen de los thrillers eróticos influidos por la pornografía, que "seguramente es el sitio mainstream donde más se ha representado el lesbianismo", explica Ribes. Aun así, películas como Instinto básico (1992), Mujer blanca soltera busca (1992), Lazos ardientes (1996) y Juegos salvajes (1998) "permiten una apropiación feminista" porque reflejan a "personajes femeninos poderosos": "O son muy misóginas o tan misóginas que son como una parodia de la misoginia en el cine".

Referentes actuales todavía escasos

Y ahora, ¿ya encontramos a las lesbianas representadas en la cultura actual? Martín afirma que mira la cartelera enfadada porque todavía le cuesta vesre reflejada y que se siguen repitiendo los estereotipos de la lesbiana masculina dominante como ocurre en Tar, de Todd Field (2022), pero que sí encontramos ejemplos en el cine más independiente como Carol (2015), de Todd Haynes, una adaptación de la novela de Patricia Highsmith, o Retrato de una mujer en llamas (2019), de Céline Sciamma.

Las entrevistadas coinciden en que los referentes actuales han mejorado, especialmente en las series, donde también encontramos la dualidad de Ribes de la lesbiana asesina y empoderada en Killing Eve. Ribes explicita la importancia de la realización en el punto de vista: mientras en Instinto básico recordamos la entrepierna de Sharon Stone vista desde el punto de vista de los policías hombres, en Carol existe "la honestidad del plano contra plano entre las dos mujeres".

No hay dinero para el cine lésbico

De hecho, la representación lésbica tiene un largo recorrido en el cine underground con films históricos como Go fish (1994) o The Watermelon woman (1996). "El techo de cristal de las mujeres en la industria tiene que ver con el dinero. Cuanto más dinero, más cuesta que pueda ser feminista", afirma Ribes. La amiga de mi amiga (2022), de Zaida Carmona (Castellón, 1986), es un film actual independiente que explora las relaciones sexoafectivas entre mujeres desde dentro del colectivo tomando como referente la mítica película de Eric Rohmer El amigo de mi amiga (1987). "La primera comedia de lesbianas", decían. "¡No es algo tan raro!", respondía ella. Lo cierto es que existen pocos precedentes. "Creemos que estamos en otra pantalla, pero es una sensación de isla. ¿Qué pasa detrás de la burbuja? Los delitos de odio y los feminicidios aumentan. Quizás no hemos superado esta pantalla", admite con cierta frustración. Huyendo de la tragedia y el drama que suele rodear a los personajes LGTBIQ+, en este filme tuvo la necesidad de hablar de ellas desde un lugar de celebración de su identidad. Y es que la cineasta castellonense tiene la sensación de un "oasis falso" en el que se utilizan personajes LGTBI para cubrir la cuota: "Ponemos una lesbiana y estamos todos contentos".

El reto es, para Carmona, que estas historias puedan llegar al cine mainstream, especialmente para proporcionar referentes a los adolescentes. "Hay una falsa idea de que no vende, que eso interesa solo a cuatro lesbianas. Pues quizás no. Yo he crecido mirando películas dirigidas por hombres con historias heterosexuales y me han representado", asegura. Al fin y al cabo, esto depende de los equipos que escogen, distribuyen y programan los films, a menudo espacios masculinizados, a pesar del trabajo de colectivos como Dones Visuals. "Las mujeres lesbianas hacemos cine. Estamos diciendo que estamos aquí. El sujeto lésbico ha sido tratado desde una mirada machista que sexualiza, con paternalismo o dramatismo, o demoniza. Pero hay un momento en el que nuestra identidad debe pasar de ser explotada a ser narrada y quién mejor que nosotras para hacerlo", concluye.

La escritora Eva Baltasar es un ejemplo de ello. "En mis libros las protagonistas son lesbianas porque soy lesbiana y me lo pongo fácil a la hora de escribir. No me siento etiquetada, pero entiendo que puede ser tomado como un referente y dar voz a colectivos y me parece fantástico", dice la escritora finalista dl premio Booker Internacional, cuya obra refleja las relaciones sexoafectivas entre mujeres con naturalidad, algo que no tiene nada de extraordinario, y menos ahora que las nuevas generaciones viven con más libertad la diversidad sexual y de género. Basta con escuchar a la joven cantante de música urbana Mushkaa: "Yo soy lo que le gusta a usted, my loba. Si ella no em busca després m'enyora".

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