Exposición

"Aurora Bertrana era una frescura de mujer, con ideas muy modernas"

El Palau Robert da a conocer las diferentes facetas de la escritora gerundense con una exposición comisariada por Adriana Bàrcia

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La escritora y filóloga gerundense Adriana Bàrcia.

BarcelonaAurora Bertrana (1892-1974) aterrizó en la isla de Tahití un poco por casualidad en 1926. Su marido, Denys Choffat, debía instalar una nueva central eléctrica en Papeete, y ella aprovechó la ocasión para ver mundo. Enseguida quedó fascinada por el contraste cultural entre la Polinesia francesa y los países de Occidente. Cómo recordaría años después a las suyas Memorias, para los polinesios el piano era "la caja del hombre blanco que suena"; el pájaro, "el animal que anda por el aire"; el gallo, "la gallina hombre", y el teléfono, "el alambre que habla". Desde que en 1930 reunió a Paraísos oceánicos las crónicas que había ido escribiendo en Tahití, complementadas cuatro años más tarde con el volumen de relatos Peikea, princesa caníbal y otros cuentos oceánicos (1934), la escritora gerundense se hizo un hueco en la literatura catalana y ganó una cierta popularidad en el sector progresista.

Sin saberlo, sin embargo, se convirtió en la víctima de su propio éxito: a raíz de aquellas primeras publicaciones, Bertrana se vio condenada a ser vista siempre más como una escritora de viajes, que retrataba a países lejanos con una prosa vívida y sensorial. El resto de su obra, que abarca prácticamente todos los géneros literarios, ha quedado eclipsada y, en algunos casos, incluso inédita. "Las etiquetas duelen –dice la filóloga y escritora Adriana Bàrcia–. A Bertrana le quedó para siempre la cosa polinesia y, años después, algunas revistas satíricas como El Cordero Negro o Clarismo aún se jodían de su estilo exótico". Para romper esta imagen simplista, Bàrcia ha comisariado la exposición Aurora Bertrana, poliédrica, que se puede visitar hasta el 29 de septiembre en la entrada del Palau Robert de Barcelona.

"Es una autora con tantas caras que cada uno puede entrar por una puerta diferente", asegura la comisaria, que junto a Catalina Bonnín y Neus Real es una de las máximas especialistas en la obra de Bertrana. Así pues, la exposición recoge las diferentes facetas de la autora, que aparte de cultivar la literatura también se dedicó a la música, el periodismo y el activismo político. "Tenemos a la niña exploradora que jugaba en la casa familiar de Santa Eugenia, la joven estudiante de violonchelo que se marchó primero a Barcelona y después a Ginebra para aprender el método musical de Émile Jaques-Dalcroze, la chica cosmopolita que fundó la primera banda de jazz femenina y hacía bolos en hoteles de los Alpes, la reportera que retrató la situación de las mujeres en Marruecos, la intelectual republicana comprometida con la lengua y la cultura, la mujer que sufrió un duro exilio entre Francia y Suiza y la señora que pasó en los últimos años de vida en una masía del Berguedà escribiendo las memorias", explica Bàrcia. Aunque el Año Bertrana (2017) popularizó la obra de la gerundense, la comisaria cree que "todavía hay gente que no la conoce". "Mercè Rodoreda, Víctor Català y Montserrat Roig son árboles que han tapado todo un bosque", añade Bàrcia, que resalta que "la culpa no es de ellas, sino de un canon masculinizado en el que durante muchos años se cubría la cuota femenina con tres nombres".

Aurora Bertrana

"Bertrana quería impulsar una universidad obrera femenina"

"Era una frescura de mujer, con ideas muy modernas –explica Bàrcia–. En los años 30 hablaba abiertamente de temas tabú como el amor libre, el divorcio y la regularización de la prostitución. En 1933 se presentó por Esquerra Republicana a las elecciones en Les Corts porque quería impulsar una universidad obrera femenina. Y en 1937, cuando ya había estallado la Guerra Civil, puso en marcha con Maria Carme Nicolau una colección popular de libros pensada para que las mujeres tuvieran al alcance libros de bolsillo pero con calidad literaria".

Aunque la exposición está pensada para dar a conocer a Bertrana a quien no haya oído hablar de ello, Bárcia ha incorporado detalles generalmente poco conocidos que pueden interesar también a los más iniciados, como ediciones originales y cartas que intercambiaba con Pau Casals, Pompeu Fabra, Salvador Espriu, Catalina Albert, Lluís Nicolau de Olwer y otros contemporáneos. Y también la fotografía de una ficha policíaca en la que le acusan de francmasonería. "Como era una mujer y viajaba sola por todas partes, pensaban que era masón –dice Barcia–. Los policías creían que Choffat, el apellido que ella había adoptado al casarse con su marido, era el nombre secreto que utilizaba para camuflarse".

La exposición desmitifica una visión quizá idílica de las aventuras de Bertrana. Es verdad que tenía un talante excepcionalmente intrépido y, de hecho, su entorno más cercano la conocía cariñosamente como la Imprudencia Bertrana, haciendo un guiño a su padre, el escritor Prudenci Bertrana. Sin embargo, tras estos viajes a menudo se escondían penurias económicas graves y, sobre todo, el desamparo que sufrió cuando su marido la abandonó. "Cuando estalló la Guerra Civil, se exilió en casa de la suegra, en Suiza –dice Barcia–. Era una familia de origen aristocrático y, como la creían comunista, la trataron bastante mal. Se marchó a vivir en un desván, enfermó, pasó frío y hambre... Tuvo que buscarse la vida por su cuenta, fiándose mucho de la red de exiliados".

Con el marido ya no se vieron más. Sólo se reencontraron brevemente poco antes de que ella muriera. "En sus novelas todas las historias de amor son fracasos, porque están basadas en su vida", añade Bàrcia, quien explica que en Ginebra la autora "se enamoró perdidamente de un hombre homosexual". Este desengaño queda reflejado en la novela Cenizas, que no logró publicar en vida, pese a acompañarla de un prólogo de Espriu, porque en aquella época se consideraba demasiado inmoral.

Aurora Bertrana colaboraba en la revista 'Companya'
El estallido editorial después del Año Bertrana

Aurora Bertrana fue la gran sorpresa del Año Bertrana (2017), que celebraba a su vez los 150 años del nacimiento de Prudenci Bertrana y los 125 años del nacimiento de su hija. Aunque el padre era un autor aparentemente mejor posicionado en el canon literario catalán, durante ese año muchos lectores se sintieron atraídos por la vida y la obra de la hija, hasta entonces relativamente poco conocida. Este nuevo interés por Bertrana desembocó en un estallido editorial inaudito, capitaneado por Adriana Bàrcia y con la complicidad de editoriales como Ela Geminada, Club Editor, Males Herbes, Rata y Viena. Estos últimos siete años, tras la celebración de la efeméride, se han publicado 12 títulos nuevos de la autora, algunos de los cuales habían permanecido inéditos:

1. 'El mundo es vuestro, sólo necesita voluntad para conquistarlo' (PEN Català, 2017)

2. ' Entre dos silencios ' (Club Editor, 2019)

3. ' Peikea, princesa caníbal y otros cuentos oceánicos ' (Tushita Edicions, 2019)

4. ' Hoy os hablaré. Conferencias, 1930-1967 ' (Diputación de Girona, 2019)

5. ' La ciudad de los jóvenes ' (Males Herbes, 2019)

6. ' Marruecos sensual ' (Rata, 2021)

7. ' Cenizas ' (Ela Geminada, 2022)

8. ' Náufragos ' (La Magrana, 2022)

9. 'Edelweiss' (Rata, 2022)

10. ' Viento de grupo ' (Ela Geminada, 2023)

11. ' Fracaso ' (Viena, 2023)

12. ' Partidaria de la vida ' (Comanegra, 2023)

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