Xi Jinping y Donald Trump juegan a entenderse… de momento
Pekín apuesta por la "coexistencia pacífica y la cooperación en beneficio mutuo"


PekínChina ha reaccionado con cautela y perfil bajo a la hiperactiva llegada de Trump a la presidencia estadounidense. Ambas potencias parece que han optado por darse un tiempo para la negociación. La portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, fijó la posición oficial asegurando que Pekín busca una "coexistencia pacífica y cooperación de beneficio mutuo" con Estados Unidos. El gigante asiático ha contribuido con gestos diplomáticos como enviar al vicepresidente, Han Zheng, en la toma de posesión de Donald Trump. Los dos líderes de las principales economías del mundo han hablado ya por videoconferencia.
Pero pese a los gestos cordiales, el presidente chino, Xi Jinping, no dudó en marcar su posición al mantener una conversación con Vladímir Putin pocas horas antes del juramento de Trump. Fue una forma de escenificar que mantienen su alianza y que pueden hacer un frente común frente a Estados Unidos. También discutieron la negociación de un posible acuerdo de paz con Ucrania.
De momento, Trump ha dado señales de querer negociar con China. Mientras que en los primeros días ha mantenido las amenazas expansionistas sobre Panamá, Canadá o Groenlandia, con China ha reducido los decibelios. De la amenaza durante la campaña electoral de aumentar un 60% los aranceles en los productos chinos, Trump habla ahora de un 10%. El presidente también quiso dar a entender que la imposición de tasas puede ir ligada a la venta de la red social TikTok, que en Estados Unidos tiene 170 millones de usuarios.
Precisamente, uno de los primeros gestos de Trump fue firmar un decreto para posponer la prohibición de TikTok. La propuesta es que podrá seguir funcionando si la propiedad, la china ByteDance, vende al menos el 50% a una empresa estadounidense, con la excusa de proteger la seguridad nacional. Y aquí aparece como posible comprador Elon Musk, uno de los principales aliados de Trump y una figura que puede ser clave en las relaciones entre Estados Unidos y China.
Los intereses empresariales de Musk pasan por el gigante asiático. Tesla vende el 40% de sus coches eléctricos en China, un negocio que asciende a 50.000 millones de dólares. También es en la República Popular donde tiene la mayor fábrica del mundo. Musk siempre ha cultivado buenas relaciones con el gobierno chino y nunca ha expresado una crítica. Sin embargo, las buenas vibraciones de Trump con Pekín chocan con la visión que defiende su secretario de Estado, Marco Rubio, que definió a China como la principal amenaza para Estados Unidos.
Debilidad y presencia americana de Pekín
En su primer día en el cargo mantuvo una reunión con el Quad (Diálogo de Seguridad Cuatrilateral) para fortalecer las alianzas estratégicas en la región del Indo-Pacífico. Marco Rubio se reunió con enviados de India, Japón y Australia, un mensaje para Xi Jinping de que la nueva administración apuesta por mantener un papel estratégico y de contención de la influencia de Pekín en Asia. Rubio también ha apoyado a Filipinas, enfrentada con China por las aguas territoriales en el mar de China Meridional.
La llegada de Donald Trump a la Casa Banca toma a Pekín en un momento de debilidad, cuando debe emprender reformas profundas para reactivar su economía. A China le interesa en primer término contener la guerra comercial para que no golpee las exportaciones. En la lista de deseos de Xi Jinping también estaría en lugar destacado que Washington levante las sanciones a las empresas chinas y les permita acceder a los microchips de alta generación para no frenar su desarrollo. Un deseo muy difícil de conseguir. Xi también espera que Trump esté menos dispuesto que Biden a apoyar el independentismo en Taiwán.
Ante las amenazas de aranceles, el presidente chino puede ofrecer más cooperación para frenar la entrada de fentanilo en Estados Unidos. Y como arma de presión Pekín puede seguir restringiendo el acceso de Estados Unidos a las importaciones de minerales raros.
China, sin embargo, compite con Estados Unidos en Latinoamérica, donde Pekín hace décadas que se ha infiltrado discretamente. El ejemplo es la beligerancia por el canal de Panamá. El discurso de Trump está lleno de mentiras, como los aranceles en los barcos estadounidenses son más elevados o que hay soldados chinos controlando el canal. En cambio, la realidad es que los principales puertos están operados por empresas chinas y que China ya se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Chile y Argentina.
Las presiones de Donald Trump en la Unión Europea también pueden facilitar que se abra más a los acuerdos comerciales con Pekín. La decisión de Trump de salir de la OMS o retirarse del Acuerdo de París puede convertirse en una oportunidad para China. El gigante asiático puede fortalecer su papel internacional y destacarse como actor fiable.