La hija de Gisèle Pelicot publica un libro: "Sentí la vergüenza de llevar el apellido de un depredador sexual"
En forma de diario íntimo, Caroline Darian revela el trauma de descubrir los crímenes de Dominique Pelicot

ParísEnterarse de que su padre había estado durante casi una década drogando a su madre para que decenas de hombres la violaran fue un golpe terrible para la francesa Caroline Darian, hija de Dominique y Gisèle Pelicot. Era el 2 de noviembre del 2020, un día que quedará para siempre grabado en su memoria. "Me derrumbo. Arraulida contra mi marido, estoy abrumada. Me cuesta respirar", explica Darian recordando el momento en que descubrió lo que había hecho su padre. El camino que ha recorrido desde entonces ha sido largo y lleno de momentos difíciles. Lo describe en el libro que acaba de publicarse en catalán, Y dejé de llamarte padre (Ediciones 62), publicado en Francia en 2022.
Dominique Pelicot fue condenado en diciembre por un tribunal francés a 20 años de cárcel por violación agravada tras un juicio que tuvo un enorme impacto mediático, con una cincuentena de acusados, que violaron o abusaron sexualmente de Gisèle Pelicot y que fueron condenados apenas entre tres y veinte años. Durante el proceso, en el estrado, Darian narró con precisión como su mundo, el de su madre, los dos hermanos y el de toda su familia se derrumbó al descubrir los crímenes sexuales utilizando la sumisión química perpetrados por su padre, pero en el libro ofrece muchos más detalles.
Caroline Darian explica en el libro, escrito en forma de diario íntimo, el choque que supuso la noticia y el impacto psicológico que tuvo para ella. Pocos días después de la detención de su padre, la hija de Pelicot acabó en urgencias psiquiátricas tras sufrir una crisis de nervios. El hijo de Darian y nieto de Dominique Pelicot –entonces de 6 años– también necesitó atención psicológica. "Ahora está bien, pero ha necesitado tres años de terapia", afirmaba este lunes la autora durante la presentación del libro.
Distanciamente con su madre
Darian también confiesa que la familia se fue descomponiendo, y no esconde el distanciamiento con su madre después de que, según narra su hija, Gisèle Pelicot restara importancia a las dos fotos que la policía encontró en manos del Dominique en el que se ve a la su hija Carolina durmiendo con poca ropa. "Las relaciones con mi madre se tensan", escribe mes y medio después de la detención. "Ella no puede imaginarse que haya podido ser, yo también, víctima de mi padre", afirma. Y en otro momento lamenta estar "perdiendo a la madre por culpa del padre".
Caroline Darian está convencida –aunque no hay pruebas– de que su padre también la drogó a ella. "Mi madre no es la única víctima –asegura–. No se ha detenido con Gisèle". Pero la hija admite que siempre será la palabra de su padre contra la suya. De hecho, el proceso se ha limitado a juzgar a la cincuentena de hombres que la policía pudo identificar a través de los vídeos de las violaciones que el entonces marido de Gisèle había grabado. Hay unos cincuenta más que aparecen en los vídeos pero que no son identificables. Tampoco se sabe cómo y cuándo empezó todo.
Icono del feminismo
La madre de Caroline, Gisèle Pelicot, se ha convertido en un icono del feminismo en Francia. Fue ella quien exigió al tribunal que el juicio no se hiciera a puerta cerrada, para exponer a los violadores y llamar la atención sobre el sometimiento químico, pero sobre todo "para que la vergüenza cambie de bando", una frase que popularizó en los años 70 la abogada feminista Gisèle Halimi y que Pelicot ha vuelto a hacer famosa.
Para Darian, es una frase que le ha empoderado, al igual que a su madre, que ha decidido mantener el apellido –en Francia la mayoría de mujeres adoptan el apellido de su marido cuando se casan– a pesar de haber- se separado de Dominique. "Al principio sentí vergüenza de llevar el apellido Pelicot. Cuando eres la hija del peor depredador sexual de los últimos años sientes tanta vergüenza...", confiesa. "Pero esta frase significa muchas cosas, significa mucho para mucha gente. No son las víctimas las que deben cargar con la vergüenza", afirma. En realidad ella lleva el apellido de su marido (tampoco es Darian, que es un seudónimo), pero siente Pelicot como propio.
La hija de Gisèle escribió el libro dos años después de la detención de su padre, casi como terapia para sobrevivir al trauma. "Me ha ayudado a atravesar el cataclismo", concluye. También ha impulsado una asociación para apoyar a víctimas de sumisión química, una manera de ayudar a los demás para intentar cerrar su propia herida.